El rincón de Lerena

El origen de la Educación

La Educación, como sistema, se nos ha presentado como el medio necesario y más efectivo de formación de individuos

Al igual que la humanidad ha ido desarrollando diferentes y más avanzadas formas de producción de bienes materiales, se han ido adaptando las formas de “producir individuos”. Éstas han servido, en los diferentes períodos históricos, como sistema de producción de hábitos, ideas, relaciones, e incluso sentimientos. Siempre de acuerdo a la concepción del mundo de la clase dominante y al tipo de sociedad que construían.

Si la concepción cristiana de la formación ha pasado por la relación omnipresente con el Padre-Creador, las revoluciones burguesas fueron alumbradas por una concepción esencialista de la naturaleza humana. El maestro ya no criaba a los “hijos del Padre-Creador”, sino que asistía como observador-participante al parto de la “inocente” madre naturaleza. Si el feudalismo necesita formar hijos/siervos, el capitalismo pone como condición la producción de sujetos autónomos y soberanos, hombres “libres” para vender su fuerza de trabajo.

Esta demanda de un tipo determinado de progenie, conlleva todo un mundo de ideas, hábitos y “maneras de ser” que, en definitiva, reproduzcan el juego de relaciones entre las clases dominantes y los dominados. Sin embargo la característica más sorprendente e imprescindible ha sido la de ser capaz de borrar de las conciencias la idea del poder. Presentar todo el sistema como un proceso “lógico” del desarrollo y avance de la Humanidad, un cuerpo cada vez más complejo y amplio que no fuera pensado en sí mismo, sino puesto en práctica. Incluso algunas de las reformas más “progresistas” no han servido más que para ocultar el sentido histórico del sistema educativo: reproducir las relaciones de explotación y dominación.«Reproducir las relaciones de explotación y dominación»

El viejo fraile

No podemos hablar del origen de la educación como sistema organizado sin hacer referencia a la Iglesia y las primeras escuelas fundadas en los monasterios. Éstas tienen la particularidad de que siendo un proceso envolvente –niños que viven con los monjes para ser monjes- se desconoce a sí mismo como tal. Un proceso acumulativo y continuado de imposición e inculcación de ideas y hábitos en todos los planos.

Evidentemente no podemos aquí más que abordar aquello que más nos interesa, el origen de la estructura y sentido del sistema educativo occidental y contemporáneo; aún saltándonos el inmenso Oriente y tomando como punto de partida el “eterno” agujero negro feudal. Tan lejos como llegó el Imperio Romano, tan inmenso fue el apagón que se produjo con su caída. Solo para poder continuar, podemos decir que la implosión romana dejó el conocimiento en manos exclusivas de la Iglesia, bajo la serena vigilancia de los monasterios.

La Regla de San Benito (Benito de Nursia 480-547) es la primera reglamentación que articula un método y un universo representativo completo. En esencia, reproduce en una comunidad moral, “la doctrina de la caída”; el hombre expulsado del paraíso y marcado por el pecado, debe buscar el camino de la divinidad para alcanzar de nuevo el edén del que fue expulsado.

El examen de conciencia es, en origen, una primitiva forma del examen moderno, una prueba de excelencia y divinidad. Aquellas cualidades y conocimientos que se deben tener, y aquellas culpas de las que el alumno se debe purificar para dar un paso más hacia el reino celestial. Que lógicamente tenía unos escalones muy terrenales. Evidentemente el “fracaso” no existía como tal, sino más bien como destino infranqueable en una sociedad estamental.

El poder de la Iglesia y de la Monarquía se ve diluido en una voluntad divina cuyo cumplimiento es altamente vigilado. Como escribe San Benito “no hay lugar alguno en que Dios no le esté mirando”.

El jardinero de conciencias

Con la aparición del capitalismo los “deseos” cambian, pero los “sentidos” no. Ahora el pecado es haber nacido en sociedad y el hombre llega a ser lo que su destino marca en un proceso de búsqueda y esfuerzo personal. ¿El precio por la libertad?, la disciplina.

Aquí la nueva clase dominante ha de esmerarse por quebrar la legitimidad del Antiguo Régimen. Con el desarrollo de la industria, y de la mano de filósofos como Saint Simon o Comte, la sociedad se presenta como una verdadera máquina que, organizada en todas sus partes, ha de garantizar la marcha en su conjunto. Un primogénito cuyas venas forman los intereses de una nueva clase, y por las que ha de fluir una sangre distinta; otra forma de sentir.«No existe el poder, ni las clases dominantes»

El nuevo orden social ha de estar basado en la adhesión generalizada a un mismo cuerpo de ideas y sentimientos. Y para ello es necesaria una “doctrina orgánica unitaria” capaz de explicar y legitimar la nueva realidad, el poder de la burguesía. Para esto el grupo social dominante cuenta con niñeras de excepción; maestros roussonianos de la pequeña burguesía que encuentran en la esfera de la educación un oasis en el que refugiarse del “horror” de un poder que ocupa cada vez más aspectos de la vida.

A diferencia del “viejo fraile”, el “jardinero de conciencias” no hace más que dejar que “la naturaleza” del individuo surja, con el objetivo de liberarse del “engaño que supone el mundo y renacer”. Presentando el conocimiento y el esfuerzo personal como una forma de liberación espiritual, ya que la material es imposible. En definitiva, liberar las conciencias «apretando» las cadenas. Como escribe Saint Simon (1808): “la única barrera que los propietarios pueden oponer al proletariado es un sistema ético”. Y éste actúa como fuerza cohesiva de la sociedad, como extensión de hábitos de pensamiento y comportamiento.

La Educación es ya una herramienta efectiva del mantenimiento y reproducción de las relaciones establecidas entre los miembros que componen la sociedad.

Volviendo a Saint Simón y su definición de Sistema Educativo: “sistema de ideas y costumbres necesarias para preparar a los individuos para el orden social que tienen que vivir y para adaptar todo lo posible a cada uno de ellos al destino particular que tendrán que asumir.”.

En esta nueva sociedad el “fracaso” se alza como destino para el ejército de obreros necesarios para las incesantes necesidades de acumulación capitalista. Más que una frustración del objetivo inicial es una parte diseñada del plan de estudios.

Y esto es sólo el principio. El capitalismo producirá un nuevo tipo de individuos y clasificación social, la infancia, alejándola de la realidad en el proceso educativo, para presentarles después el mercado de trabajo como única realidad; separará cada vez más el poder-conocimiento teórico de la acción-producción de mercancías (la formación teórica de la formación de la fuerza de trabajo con una creciente especialización); y educará en el trabajo como medio de vida y no como medio de generar vida.

La escuela actuará entonces para culpabilizar e infantilizar, haciendo que el individuo se reconozca como único responsable. No existe el poder, ni las clases dominantes.

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