Félix de Azúa

El ojo que piensa

En una novela de Jardiel Poncela el protagonista va en tren y ve por la ventanilla que van a chocar contra otro expreso que viene en sentido contrario. Tira de la palanca de urgencias y sale una tarjetita que dice. «Récele a San Jorge, caballero».

En el seminario “El ojo que piensa” se trata de abordar el arte desde su sustento teórico. ¿Se puede decir que es un proceso democratizador el poner al alcance de la gente la comprensión teórica del arte (“la conciencia da libertad”)?

La democratización del arte es un fenómeno que crece de modo automático y exponencial desde mediados del siglo XX, pero tiene dos sentidos, de una parte la mayor facilidad para acceder a espectáculos que antes fueron de minorías, pero también la dominante presencia de la cultura popular como cultura total e invasiva, tanto la mediática como la deportiva.

¿Se puede comprender cualquier corriente artística sin conocer los procesos sociales en los que se enmarca, de los que nace, más allá de la capacidad individual del artista?

Sí, claro, es perfectamente posible y de hecho es así como se divulga democráticamente la cultura actual. Cuanto mayor es la ignorancia de la sociedad mayor papel juega la cultura democrática. Las “corrientes artísticas” suelen ser productos técnicos muy bien preparados por los especialistas del mercado. También es verdad que cada vez son más escasos, el último fue el grupo de Saatchi.

Usted ha dicho que el Romanticismo es el origen de todo, ¿por qué, a qué se refiere?

A que a partir de la Revolución Francesa comienza el proceso que conduce a la desaparición de la obra de arte como objeto y comienza el proceso de la obra de arte en tanto que concepto y mercancía, que es su modo de ser actual.

¿Por qué dice que estamos en un momento muerto, que llevamos 40 años sin arte?

Hay que entenderlo en el sentido de que no ha habido propuestas distintas a las que se hicieron en los años setenta del siglo pasado. Ni una sola idea o propuesta nueva.

¿No hay una relación directa entre el grado de control del arte por parte de las clases dominantes tradicionales y el desarrollo de un pensamiento artístico avanzado o de vanguardia?

La producción artística siempre ha estado dominada y controlada por las clases acomodadas. No ha habido jamás un arte que no fuera territorio burgués. Los intentos de un “arte proletario” en la Unión Soviética, los de un “arte ario” en el Tercer Reich o un “arte católico” en el Vaticano han sido grotescos.«No hay ni una sola propuesta nueva en el arte»

Dice que el siglo XX es un periodo de tanta destrucción que no ve por dónde cogerlo, pero ¿no es precisamente, en el periodo de entreguerras, ante el vacío de poder que se genera, cuando surge lo más avanzado del arte como respuesta a la moral dominante, a la barbarie de la IGM que hizo desmoronarse el espejismo de “progreso civilizado” creado por las burguesías europeas?

El periodo de entreguerras es justamente el único momento en el que no hay matanzas y puede disponerse de un pequeño espacio para el así llamado “arte avanzado”, una renovación más del mercado siempre obligado a la novedad. Debo recordarle, además, que buena parte de ese “arte avanzado” era fascista.

En cuanto a sus bases materiales… Hemos vivido las desastrosas consecuencias de la cultura de la subvención, y no ha dado mejor resultado el modelo de financiación norteamericano, basado en las fundaciones patrocinadas por las grandes corporaciones o bancos. ¿Hay una tercera vía?

Siempre hay una tercera vía, pero la encuentra el mercado mismo. No hay, por así decirlo, una voluntad moral detrás de la producción cultural, excepto como propaganda política o publicidad de estado.

En cuanto al pensamiento… el arte se ha desarrollado siempre como voz de las ideas más avanzadas contra la moral dominante o las estructuras enquistadas de poder, ¿cuáles son los dogales, en el terreno del pensamiento, que constriñen el arte, aquello que no se cuestiona?

El arte forma parte de la moral dominante y no es menos corrupto o más ético. Se acomoda perfectamente a las “estructuras enquistadas del poder” y siendo las actuales estructuras enquistadas casi todas de orden democrático, la cultura forma parte del aparato administrativo mismo. La clientela de la cultura actual es fundamentalmente de clase media baja, o sea, de la clase mayoritaria.

Habla de la crisis como un “cambio de piel”. ¿Cree que hay indicios de otros caminos en el terreno artístico?

No puede haberlos antes de que se reorganice el poder económico global. Es de suponer que la próxima cultura dominante será asiática.

¿Alguna recomendación?

En una novela de Jardiel Poncela el protagonista va en tren y ve por la ventanilla que van a chocar contra otro expreso que viene en sentido contrario. Tira de la palanca de urgencias y sale una tarjetita que dice. “Récele a San Jorge, caballero”.

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