Un año de retrocesos polí­ticos y electorales

¿El ocaso de Zapatero?

«¿Inicio del fin del ciclo polí­tico de Zapatero?». Con este significativo tí­tulo encabezaba «El Paí­s» -históricamente próximo al PSOE- la valoración de la doble convocatoria electoral en Euskadi y Galicia.

Hasta este unto se ha convertido en "vox populi" en los mentideros políticos que los resultados del 1-M han certificado el drástico cambio de la coyuntura política., en perjuicio de Zapatero.Pérdida de la Xunta, cuestionando los gobiernos de coalición con fuerzas disgregadoras, ascenso del PP -que parecía condenado por el escándalo de corrupción-, hundimiento de los socios nacionalistas que han dado apoyo al gobierno, profundo desgaste por el avance de la crisis…Algunas de las vigas que definían la política de Zapatero se han roto, y parece que no se recompondrán jamás.Hace poco más de un año, cuando el PSOE revalido su triunfo en las generales, y el PP parecía sumido en una irreversible crisis, con el liderazgo de Rajoy debilitado y cuestionado, parecía que el tiempo político anunciaba varias legislaturas de Zapatero.Doce meses después, el cuestionado ha pasado a ser Zapatero, y su línea política desarbolada en varios de sus puntos claves.La pérdida de la Xunta de Galicia, en un momento donde el PP estaba sumido en un monumental escándalo de corrupción, es algo más que un signo. El bipartito Touriño-Quintana era expresión del avance de los tripartitos disgregadores, en coalición con fuerzas del nacionalismo excluyente. Y parecía avalar la línea de Zapatero, consistente en transformar España en una especie de amalgama de diecisiete pedazos yuxtapuestos y enfrentados.El sonoro rechazo de los votantes gallegos al nacionalismo excluyente de Quintana y a las veleidades nacionalistas de Touriño es, en palabras del artículo de El País, "un aviso muy serio para Zapatero, cuyo ciclo político empieza a decaer".El fuerte viento por la unidad -que arranca desde las generales de marzo de 2008, y se ha fortalecido el uno de marzo- ha debilitado, o simplemente barrido, a los socios nacionalistas con los que Zapatero había construido una especie de gran coalición, que aislaba al PP y proporcionaba al gobierno estabilidad política en el parlamento.El drástico descenso de todos ellos -desde ERC y el PNV hasta el BNG o Coalición Canaria- es también un serio inconveniente para Zapatero.Incluso el avance del PSE en Euskadi es una victoria amarga para Zapatero. Algunos medios se extrañan de que el presidente no reclame con más entusiasmo los históricos resultados en Euskadi, que pueden propiciar un lehendakari socialista. Y es que el avance de Patxi López, votado para desalojar al PNV del gobierno e instaurar un gobierno constitucionalista, se ha producido "en contra" de lo que significa la línea Zapatero, mucho más partidaria de un entendimiento con el PNV.En Euskadi, el triunfo se ha hecho sacrificando lo que de esencial había en la línea impulsada por Zapatero durante la tregua y la negociación con ETA.Mención aparte merece la descomposición de la estrategia de aislar y marginalizar al PP. En el corazón de la política de Zapatero anidaba la ambición de presentar al PP como un partido neofranquista, cuya marginalización política exigía un frente de "todos contra el PP" donde cabía, literalmente, todo.La estigmatización del PP no era un capricho de Zapatero. La quiebra de todos los consensos políticos, para impulsar el descoyuntamiento de la unidad, o el escandaloso privilegio a los sectores oligárquicos nucleados en torno a Botín, exigían convertir en irrelevante políticamente al PP, la fuerza que representaba los intereses del otro gran sector oligárquico -nucleado en torno al BBVA- y que era inasimilable en el camino de la disgregación.Los resultados del 1-M, con un PP recuperando la mayoría absoluta en Galicia, o cosechando unos meritorios resultados en Euskadi, aún cuando se había lanzado estratégicamente la operación judicial que vinculaba a la cúpula popular conun escándalo de corrupción, evidencian en fracaso del intento.Y, como tenso telón de fondo, una aguda crisis que ha erosionado el crédito de Zapatero. Primero negó la crisis, luegó ocultó sus desastrosos efectos para España, y acabó por imponer un desconocido trasvase de rentas desde los bolsillos de los trabajadores a las cuentas de resultados de los bancos, a través de multimillonarios planes de rescate.La imagen de Zapatero como "el gobierno de Botín", mientras no toma una sola medida para la defensa de parados o hipotecados, ha destruido la falsa imagen "progresista" construida trabajosamente a través de futiles enfrentamientos con la iglesia.El tiempo político de Zapatero puede estar empezando a terminarse. Las próximas elecciones europeas son temidas cervalmente en Moncloa, porque pueden expresar, a un nivel superior, el rechazo a la política de Zapatero.

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