Selección de prensa nacional

El nuevo plan para salvar a la banca

El lenguaje nunca es inocente y mucho menos cuando se trasforma en vehí­culo de transmisión polí­tica. Los nombres, lejos de descubrir la esencia de las cosas, a menudo las ocultan. Se habla de reestructuración ordenada cuando habrí­a que decir salvamento, rescate o intervención bancaria.

Lo cierto es que, una vez más, y en Esaña tenemos ya una amplia experiencia –acuérdense de la crisis bancaria de los ochenta y principios de los noventa–, el dinero público, es decir, el de todos los españoles, se emplea para corregir los errores de las entidades financieras. Se precisa, sí, de una reestructuración, pero en la línea de constituir un sector financiero público estatal como instrumento necesario de política económica. ¿Se perderá la oportunidad? Me temo que así será EL PAÍS. La predicción del Fondo sitúa los brotes verdes de la economía española en el jardín de las ensoñaciones y confirma que la recesión será más duradera y dolorosa que en el resto del mundo. En el bosquejo del FMI, en 2010 se iniciará la recuperación económica mundial, con Estados Unidos y Japón en vanguardia, con crecimientos previstos del 0,8% y 1,7% respectivamente. España, después de una contracción del 4% -un punto peor que su pronóstico anterior- este año, soportará una desaceleración del PIB superior a la caída media de la UEM en 2010 Consejo Editorial. Público EL NUEVO PLAN PARA SALVAR A LA BANCA J. F. Martín Seco El lenguaje nunca es inocente y mucho menos cuando se trasforma en vehículo de transmisión política. Los nombres, lejos de descubrir la esencia de las cosas, a menudo las ocultan. Se habla de reestructuración ordenada cuando habría que decir salvamento, rescate o intervención bancaria. Lo cierto es que, una vez más, y en España tenemos ya una amplia experiencia –acuérdense de la crisis bancaria de los ochenta y principios de los noventa–, el dinero público, es decir, el de todos los españoles, se emplea para corregir los errores de las entidades financieras. Lo grave es que, después de saneados, los bancos se devuelven al sector privado para que dentro de unos años retornen a las andadas. En España, todos estos meses hemos estado mareando la perdiz. Por activa y por pasiva, se ha querido vender el mensaje de que nuestro sistema financiero estaba en perfecto estado de salud gracias a la extraordinaria labor del Banco de España. Las entidades financieras únicamente tenían un problema de liquidez y, por supuesto, por culpa tan sólo de la crisis de las hipotecas subprime. Lo cierto es que ni los bancos españoles estaban tan sanos como decían ni el Banco de España ha sido tan eficaz, especialmente en la defensa de los clientes que se han visto engañados en muchos casos por las entidades financieras. Detrás de los problemas de liquidez latían, y ahora parece evidente, problemas de solvencia. Tan es así que se prevé poner a disposición la bonita suma de 99.000 millones de euros, más de 16 billones de pesetas (en euros la cifra parece menor), a tapar agujeros. En situaciones como esta, aun los más liberales reclaman la intervención estatal. Coinciden en que el sector bancario no es como los demás. Crea o destruye dinero. Sus decisiones no permanecen en el ámbito privado. –La prueba es que Elena Salgado les pide que inviertan 10.000 millones de euros para ese cambio de modelo productivo por el que, de forma un tanto irreal, apuesta el Gobierno–. Pueden colocar a un país y a la economía internacional contra las cuerdas. De una u otra forma, todos los ciudadanos dependen de sus actuaciones, sufren sus errores y costean sus pérdidas. En la profunda recesión que aflige a la economía española, mucho está teniendo que ver la carestía actual de crédito, reverso de las alegrías pasadas. La razón de movilizar tan ingente cantidad de recursos públicos (hasta 99.000 millones de euros) no puede estar en la salvación de los administradores, banqueros o accionistas; su objetivo no puede ser exclusivamente el saneamiento de las entidades a efectos de que sean rentables en el futuro y mucho menos el que los bancos potentes adquieran a precio de ganga la propiedad de los débiles o maltrechos. La única finalidad que puede legítimamente tener este fondo es impedir que en España se desencadene un colapso financiero. La única justificación de emplear el dinero público es la de conseguir que el crédito se oriente como servicio público al beneficio social. Se precisa, sí, de una reestructuración, pero en la línea de constituir un sector financiero público estatal como instrumento necesario de política económica. ¿Se perderá la oportunidad? Me temo que así será. PÚBLICO. 9-7-2009 Editorial. El País BROTES DE DUDOSO COLOR Las previsiones revisadas del Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2009 y 2010 ratifican por un lado la impresión, ampliamente aceptada por economistas e instituciones, de que la crisis financiera internacional ha sido contenida, pero todavía no resuelta, por las medidas de intervención masiva en los mercados de crédito y la generosidad de la política monetaria. Y por otro, que existen buenas perspectivas de recuperación de la economía mundial. Para 2010 el FMI pronostica un crecimiento global del 2,5%, aunque será más lenta y trabajosa en la zona euro, donde todavía caerá el 0,3%. En el marco recesivo de la eurozona, el Fondo atribuye a España una contracción del PIB del 0,8%, muy superior a la media y una décima peor que en su previsión anterior. La novedad del análisis del FMI es su recomendación de que los planes públicos de ayuda a las entidades financieras y de apoyo a la recuperación económica, que están causando sufrimiento fiscal, sean cuantificados, explicados y programados en el tiempo, de forma que se sepa cuándo podrán ser desmantelados y de qué forma se podrá recuperar la estabilidad fiscal. Esta sugerencia es un reconocimiento tácito de que, aunque el sistema financiero mantiene todavía ciertas renuencias a la concesión de créditos, las inyecciones de capital en la banca y la inundación de liquidez han frenado el riesgo de un colapso financiero. El enfermo está convaleciente, viene a decir la institución, pero ya no corre un peligro fatal. La predicción del Fondo sitúa los brotes verdes de la economía española en el jardín de las ensoñaciones y confirma que la recesión será más duradera y dolorosa que en el resto del mundo. En el bosquejo del FMI, en 2010 se iniciará la recuperación económica mundial, con Estados Unidos y Japón en vanguardia, con crecimientos previstos del 0,8% y 1,7% respectivamente. España, después de una contracción del 4% -un punto peor que su pronóstico anterior- este año, soportará una desaceleración del PIB superior a la caída media de la UEM en 2010. Y, debido a las debilidades de su patrón de crecimiento, muy dañado por el estallido de la burbuja inmobiliaria, sufrirá elevadas dosis de desempleo hasta que no consiga crecimientos superiores al 2%. Es un diagnóstico conocido, pero que el Gobierno se resiste a aceptar basándose en unas estadísticas favorables -sobre todo en empleo- que en el otoño pueden convertirse en un espejismo. EL PAÍS. 9-7-2009

Deja una respuesta