Miles de migrantes hacinados en el muelle de Arguineguín

El muelle de la vergüenza

Más de 2000 personas permanecen en el muelle del puerto de Arguineguín, en Gran Canaria, en un campamento levantado en agosto que en un principio iba a ser temporal. Allí están las personas migrantes llegadas en pateras, obligadas a estar en el muelle saturado y en pésimas condiciones inhumanas. Algunas de ellas desde el 22 de octubre, pese a que el plazo máximo legal para ser retenidos es de 72 horas, y una vez superado ese plazo, tienen que ser derivados al sistema de acogida. 

Entre las personas inmigrantes retenidas en el puerto está el hermano de Sara Bettache, una joven de origen marroquí residente en Francia. Se enteró el 5 de noviembre de que su hermano estaba en Arguineguín retenido y acabó viajando a España al pasar los días sin tener noticias de él. El lunes, una vez en el puerto de Gran Canarias, pasaban las horas y nadie le daba una respuesta sobre su hermano. No fue hasta caer la noche que pudo verle, eso sí, a 100 metros de distancia. Ni siquiera le pudo abrazar. 

Otro caso parecido es el de Tarik, de origen marroquí y residente en Sevilla, quien viajó a Gran Canaria en busca de su sobrino, del que tampoco supo nada en días, más que de su llegada al puerto español. Finalmente, tío y sobrino consiguieron encontrarse, después de que un agente de policía le asegurara que él no estaba allí. 

La situación no acaba aquí. De los miles de personas que están en el muelle, 227 fueron expulsadas este martes sin ninguna explicación, papeles, agua ni comida. Tras días en el mar, en una patera, sin saber si saldrían con vida, consiguen llegar, por fin, a tierra firme. Una vez allí, en su ansiado destino, les mantienen en el puerto en condiciones de hacinamiento, sin las necesidades básicas cubiertas, ni tan siquiera poder cargar el móvil para avisar a sus familiares de que están bien. 

Después de días y horas interminables, son expulsados del puerto y nadie les dice que pasará con ellos. Pasaron seis horas al raso en Gran Canaria –más las que habían tenido que pasar en el muelle– en situación de vulnerabilidad indefinida. Finalmente, el Ayuntamiento fletó autobuses para llevarles a hoteles reconvertidos en alojamientos provisionales para inmigrantes. 

La expulsión de estas personas del muelle sin un protocolo de acogida puesto en marcha es un procedimiento que se sale de lo habitual y se está investigando. Un día de miedo para no repetir, mientras que miles de personas continúan en el puerto, en una situación insostenible.

Marruecos, el país de origen

Durante la semana han llegado al puerto grancanario más de 430 personas. Según datos del Gobierno, la llegada de migrantes se ha multiplicado por 11 respecto al mismo periodo del año pasado. El campamento del muelle, en un principio temporal, continúa en pie, convertido ya en un CIE al aire libre, sin que se ofrezca solución a los miles de personas retenidas en él.

Mientras, en el Sáhara, el pueblo lucha contra la ocupación de Marruecos, país invasor. Muchos de ellos consiguen escapar de esta situación de pobreza y represión, y buscan un lugar en el que poder vivir, entre ellos Canarias. La respuesta ante la inmigración provocada por la guerra y el hambre no puede ser el abandono de miles de personas a su suerte, sin ningún tipo de recurso, ni mantenerlas indefinidamente en un puerto sin posibilidad de rehacer sus vidas. Vienen del hambre, el miedo y el frío a encontrar más de lo mismo, mientras buscan un trabajo que les permita una vida digna. 

2 comentarios sobre “El muelle de la vergüenza”

  • Los responsables no son el gobierno español, ni el canario. El gran responsable es el régimen marroquí y sus aliados en Europa, o sea Francia y el garate de la d la democracia en todo el mundo gracias a su tanques, misiles, soldados, bases….es decir EEUU. Son estos últimos quienes condenan a la miseria a millones d personas en el mundo.

    • Héctor Rodríguez García dice:

      El problema es muchísimo más grande. En efecto, al menos el 50% de los africanos (1.000.000 de personas) están sin trabajo y sin comida y quieren venir a Europa en donde todos comen, aunque sea en comedores sociales

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