ELECCIONES EN ALEMANIA

El motor de Europa se gripa

Por una vez, todos los pronósticos coincidían sin excepción: las elecciones legislativas alemanas parecían un trámite resuelto de antemano. La canciller Ángela Merkel revalidaría su triunfo y se coronaría por cuarta vez consecutiva al frente de la gran locomotora alemana. La única incógnita que se barajaba era quién sería ahora su compañero de coalición. Y el único pero: cuántos votos obtendría Alternativa por Alemania, el nuevo populismo alemán de ultraderecha.

Todo parecía resuelto de antemano, sí, pero los resultados electorales de la noche del 24 de septiembre decían otra cosa… Una grieta mucho más profunda de lo esperado recorría de arriba abajo el mapa político alemán. Un terremoto oculto hacía temblar el edificio más sólido de la UE. La estabilidad política de Alemania, estaba puesta en cuestión. Y los datos fueron cayendo uno a uno como cascotes de un derrumbe inesperado.

Ángela Merkel ganaba las elecciones, sí, pero su 33% de los votos representaban una pérdida de 8,5% puntos respecto a las elecciones anteriores y suponían el peor resultado electoral de su partido desde la fundación de la RFA en 1949. Un batacazo totalmente inesperado para una canciller a la que se suponía invulnerable y totalmente refrendada por unos resultados económicos y políticos indiscutibles.

El batacazo de Ángela Merkel no habría sido tan espectacular si, por algún motivo ignorado por las encuestas, sus votos perdidos hubieran ido a su rival socialdemócrata, el SPD, partido que ha compartido o alternado el poder en Alemania con los democristianos desde 1945. Pero el batacazo de sus socios de gobierno estos últimos ocho años, era casi mayor. Culminando una carrera acelerada en su paulatino suicidio electoral, el SPD perdía otro 4,5% de los votos, y con apenas el 20% obtenía también su peor resultado desde el fin de la II Guerra Mundial.

La suma de estos dos batacazos históricos ofrecía a su vez otra cifra, sin duda también muy significativa: entre los dos grandes partidos que han gobernado Alemania en los últimos casi 70 años, apenas si superaban el apoyo del 50% del electorado, cuando lo normal es que alcanzaran como mínimo el 75% de los votos. O lo que es lo mismo, una cuarta parte del electorado de Alemania ha dejado de dar su respaldo político a los dos grandes pilares del edificio político germano. Los dos grandes partidos que han sido los garantes de la estabilidad en la política alemana desde el final de la IIª Guerra Mundial están cada vez más débiles y señalados.«La «victoria» de Merkel ha sido el peor resultado electoral de su partido desde la fundación de la RFA en 1949″

Y esto ha ocurrido en un momento en el que teóricamente Alemania ha alcanzado el cénit de su poder en Europa desde su derrota en la IIª Guerra Mundial. Nunca como hasta ahora, Alemania había tenido un liderazgo tan sólido y firme como lo tiene hoy. Alemania es el incuestionable motor económico de Europa, y ello no solo le permite obtener unos beneficios impresionantes de su potente arquitectura industrial y comercial, sino que además dicta las líneas maestras de la política económica de toda Europa. Desde el comienzo de la crisis de 2007, Alemania tomó con firmeza las riendas de la política europea contra la crisis, e impuso su modelo de austeridad, doblegando a todos los que propugnaban otras políticas.

También en el terreno político Alemania ha tomado en los últimos años, en exclusiva, el timón político de la UE. Sacando partido de la crisis y la debilidad de Francia, la Alemania reunificada ha sustituido en la última década el tradicional eje franco-alemán por un liderazgo firme y solitario de Alemania, respaldada estrechamente por su fiel hinterland.

Cierto que en Alemania no se «atan los perros con longanizas», como dice el refrán, que hay un paro persistente en la antigua Alemania del Este que no acaba de descender, que hay muchos «minijobs» de 500 euros, que hay un rechazo creciente a la política oficial de inmigración (respaldada por los grandes partidos), que permitió el ingreso en Alemania en 2016 de más de un millón de refugiados de la crisis siria… pero ¿justifican estos contratiempos el impresionante batacazo obtenido por la CDU y el SPD en estas elecciones?«Los dos grandes partidos que han gobernado Alemania en los últimos casi 70 años, apenas si han conseguido el apoyo del 50% del electorado»

No, si no hubiera otros motivos de fondo. Y esos motivos tienen que ver con que en Alemania se ha empezado a cocer una «alternativa» distinta a la que han manejado hasta ahora los círculos de poder de la clase dominante alemana. Seguir bajo la férula de EEUU, capitaneando una UE cada ver más débil e insignificante, que pierde día a día competitividad frente a los nuevos poderes que aparecen en el mundo, no es ya para algunos el mejor camino. Alemania, piensan, tiene otras posibilidades mejores que esas. Y eso es lo que de alguna manera ha comenzado a emerger en estas elecciones generales, provocando un importante seísmo. Un seísmo que no ha echado abajo el edificio, cierto, pero que va a condicionar toda la vida política alemana de ahora en adelante.

Y es que, en efecto, el «desgaste» de los grandes partidos no se ha canalizado como otras veces de forma exclusiva a los otros «partidos del sistema» (los liberales y los verdes), ni tampoco sa ha ido a Die Linke, el partido heredero de la vieja Alemania del Este, sino a una fuerza política que en las pasadas elecciones no llegó ni a entrar en el Parlamento y que cuatro años después se ha convertido, de golpe, en la tercera fuerza política y obtenido 95 diputados en el Bundestag.

Los rasgos más conocidos de Alternativa por Alemania son la xenofobia, el racismo, su rechazo a la inmigración y su condición de populismo ultraderechista. Pero ¿cómo un partido con estos rasgos le ha conseguido quitar un millón de votos a Ángela Merkel… y otro millón a los partidos «de izquierda»?«Alternativa por Alemania propone una reorientación completa de la política germana en la escena internacional»

Sería un error identificar a Alternativa por Alemania (AfD) con un partido más de corte pronazi. Aunque comparte con ellos algunos principios, no estamos ante una fuerza política que intente resucitar el nazismo (aunque sí aspire a «revisar» la historia oficial de Alemania). Más allá de sus rasgos más obvios, el AfD ha puesto a la luz en estas elecciones los cimientos de una nueva «alternativa» para el país que, sin duda, cuenta cada vez con más adeptos en los círculos de poder de Alemania.

Además de exigir un giro de 180ª en la política migratoria, Alternativa por Alemania propone también una reorientación completa de la política germana en la escena internacional. Su programa señala que desea una Europa soberana, y aboga por que Alemania abandone la Unión Europea y recupere el marco. Se opone a los acuerdos de comercio exterior como el TTIP y Ceta, está en contra de una hipotética adhesión de Turquía a la UE y pide que se cancelen las negociaciones para su ingreso en el club comunitario. Y, además, pide poner fin a las sanciones contra Rusia y se muestra a favor de trabajar de forma más estrecha con el gobierno de Vladímir Putin.

O lo que es lo mismo, el AfD irrumpe en el Bundestag reclamando un nuevo papel y una nueva política para Alemania en el mundo, que no se base ya en los tradicionales anclajes a Estados Unidos y a la UE. Una política soberana que permita a Alemania marcarse su propio rumbo y elegir su camino, sin hipotecas ni compromisos previos. En definitiva, que Alemania pase a ejercer un papel de potencia por sí solo en el nuevo escenario que se está dibujando en el mundo.

De momento, AfD tiene «solo» el 13,5% de los votos y 95 diputados de 700 en el Bundestag, pero no hay que llamarse a engaño. Su irrupción y su protagonismo en la vida política alemana están más que garantizados por el simple hecho de que algunas de sus propuestas gozan de de un apoyo popular que va más allá del respaldo electoral que han obtenido y porque, sin duda, el giro que proponen para la política exterior alemana cuenta con apoyos en la clase dominante, entre aquellos que ya no se resignan al papel actual de Alemania en el mundo y reclaman un giro total.

Esa nueva pugna por el futuro papel de Alemania en el mundo es lo que ha provocado el inesperado terremoto electoral y lo que dará pie en la próxima legislatura a nuevas tensiones y enfrentamientos en Alemania. Modificar el estatus y la condición de Alemania exige cambios bastante drásticos, que en los que la «prudente» Ángela Merkel no parece dispuesta a embarcar a Alemania. Ni «separarse» de EEUU, ni renunciar a su papel preponderante en la UE (con todas sus consecuencias: el euro, etc) ni acercarse por su cuenta y riesgo a la Rusia de Putin, forman parte por ahora de su proyecto político. Estos anclajes son los que le dan ahora «estabilidad» a Alemania, y no piensa abandonarlos.

Pero no todo el mundo piensa ya así en Alemania. Para algunos, todo eso en una rémora que enjaula al país, le impide desarrollar todas sus potencialidades y, aún peor, lo está dejando muy rezagado en la nueva pugna mundial, en la que ya han entrado un buen puñado de «potencias emergentes».

De momento, los resultados electorales han dejado un puzzle nada fácil de resolver. La tajante negativa de los socialdemócratas a una nueva coalición con Merkel, empuja a esta hacia una alianza con los liberales. Pero ni siquiera eso es suficiente, Merkel necesita otro socio para alcanzar una cómoda mayoría, y solo dispone ya de los verdes. Pero un tripartito así no parece algo muy coherente ni muy sólido. Apenas hay sintonía en muchos temas clave. Eso, o forzar al SPD a un nuevo acuerdo «contra su voluntad». En todo caso, se abre un periodo de cierta incertidumbre en el corazón de Europa en un momento especialmente delicado, en el que tras el Brexit todas las costuras de la Unión Europea están sometidas a fuertes tensiones.

Otro factor más que agita las aguas y anuncia un periodo de tormentas en la UE.

¿Quién vota a Alternativa para Alemania?

Casi seis millones de personas votaron en Alemania al jovencísimo partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Recibió 5.316.069 primeros votos a candidatos directos al Bundestag y 5.877.094 segundos votos a sus listas por distrito. De esta forma, el AfD obtuvo el 12,6 por ciento del total de los sufragios escrutados y será la tercera fuerza del Bundestag.

Pero ¿de dónde salió esta «marea» de votantes?

Si comparamos los resultados de las elecciones de 2013 y las de ahora, vemos que AfD recibió el apoyo de más de un millón de exvotantes de la CDU de Merkel, de medio millón de exvotantes socialdemócratas del SPD, de más de 400.000 de exvotantes de La Izquierda, de 120.000 exelectores de los liberales de FDP e incluso de 40.000 de antiguos votantes de los Verdes. Los ultraderechistas consiguen además movilizar a casi millón y medio de abstencionistas, y 130.000 nuevos votantes. El terremoto ultra no deja intacto ni uno solo de los caladeros del tablero político alemán.

Además, en estas elecciones el AfD ha demostrado que ya no es un partido exclusivamente de «pobres, de viejos y de germanoorientales», como insiste en hacer creer cierta prensa alemana.

Si bien es cierto que el 22 por ciento de sus votantes reconoce estar en paro, la mayoría de los electores de AfD la conforman trabajadores (21 por ciento), funcionarios (10 por ciento) o autónomos (12 por ciento). Un 75% de sus votantes se consideran integrantes de las «clases medias» de Alemania.«AfD ha demostrado que ya no es un partido exclusivamente de «pobres, de viejos y de germanoorientales»»

La mitad de los electores que apostaron por AfD en estas elecciones se encuentran en la franja de edad que va de los 25 a los 59 años. La edad media del votante de AfD roza los 48 años.

Por otro lado, los votantes de la formación ultranacionalista, xenófoba y revisionista de la historia alemana están en todos lados. Incluso en Neukölln, el distrito berlinés con más migración, AfD recibió el 11 por ciento y en Berlín, la cosmopolita y liberal capital alemana, el 12 por ciento.

AfD ha superado con holgura la barrera electoral del 5 por ciento en todos los Estados occidentales, y en cinco de ellos, alcanza resultados de dos dígitos. Mención especial merecen los Estados sureños de Baden-Württemberg y Baviera, muy prósperos y con escaso desempleo; en los dos, AfD supera el 12 por ciento de los votos

Aunque sin duda el AfD obtiene sus mejores resultados en la antigua Alemania del Este, donde se ha convertido en la segunda fuera más votada, por encima incluso del SPD.

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