Derechos y Libertades

El módulo de Tino

Solo de vez en cuando aparece algún artí­culo en la prensa y reportajes televisivos, principalmente en programas sensacionalistas – salvo alguna honrosa excepción-. La vida en las cárceles y su papel como medios de reinserción, parten siempre de cero. Es como una especie de «cabeza borradora» que hace olvidar todo lo planteado anteriormente. Acaban de hacerse públicos los datos respecto a la formación en las cárceles. Más del 50% de los presos no tienen ni si quiera la formación básica. De repente la prensa y la red se siembra de artí­culos clónicos en los que se presentan presos esperanzados intentando rubricar su libertad con un tí­tulo en Historia o Turismo.

Como si de un gran descubrimiento se tratase, se resenta la falta de formación y el fracaso escolar en una relación directa con la delincuencia. Y se contrastan los datos: “más de la mitad de la población carcelaria tenga educación primaria o inferior, mientras que en el total de la población adulta sólo un 16% se ha quedado en este nivel educativo”A parte de la satisfacción personal y la preparación para cuando acabe la condena, los estudios proporcionan recompensas, a medio y largo plazo, como la consecución de permisos o adelanto de la libertad condicional. Pero la proporción de internos que estudian o cursan carreras no ha variado en los últimos 15 años. De los 1.300 presos matriculados en la UNED, siete obtuvieron el título el año pasado. Tres en Derecho, dos en Educación Social, uno en Turismo y otro en Historia.Existe un proyecto que actualmente se extiende silenciosamente incluso por algunas cárceles europeas, el que iniciaron a principios de los 90´s Begoña Longoria y Faustino García Zapico.Tino fue militante anti-franquista y miembro activo del movimiento obrero. En 1993 fueron destinados a la cárcel de Villabona, al módulo 2: “Tocábamos los cojones con nuestros planteamientos, pero nos dejaban hacer […] El secreto era implicar a los internos. Sabíamos que sólo funcionaría si se responsabilizaban, si denunciaban al que metiera droga. La clave era que cogestionáramos el módulo”Con el tiempo otras cárceles españolas han empezado a poner en práctica la experiencia de Villabona. Una cárcel en la que los asuntos son cogestionados por funcionarios y presos, sin perder los papeles. Las reglas son sumamente estrictas – limpieza, orden, trabajo, respeto… -, lo que al mismo tiempo permite tratar “razones de reinserción”. Ese es su objetivo, y para ello se han de enfrentar a sus delitos. ¿Cómo podría alguien rehabilitarse sino? Una vida sustraída, no se recupera; un ladrón que roba horas de vida en una esquina; un “facha” – en el sentido moral – que impone el terror sobre la debilidad…Mientras la exigencia de endurecimiento de las penas se convierte en un clamor popular, especialmente en el caso de asesinatos, violaciones y delitos de abuso de menores, las cárceles siguen siendo la apisonadora que carga sobre los más débiles – delitos menores -, con pocas posibilidades de reinserción.

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