El ministro de exteriores alemán pierde toda autoridad

«Westerwelle ha demostrado una vez más en los últimos dí­as que no es apto para el cargo de ministro de Relaciones Exteriores. Su intento de actuar como si él hubiera jugado un papel decisivo en el derrocamiento del autócrata libio Muamar Gadafi ha hecho de la polí­tica exterior alemana una farsa. Tanto dentro de las fronteras de Alemania como en el extranjero, ha perdido toda autoridad»

No hay ninguna razón ara unirse a los que están celebrando la victoria de la OTAN como algo heroico, es una victoria que tendrá un precio: nadie sabe si Libia se hundirá ahora en el caos y la violencia y la OTAN ha sobrepasado masivamente el mandato otorgado por el Consejo de Seguridad de la ONU. En esa resolución se autorizó una zona de exclusión aérea, pero la OTAN bombardeó esencialmente el régimen de Gadafi hasta someterlo. ¿Cómo puede la ONU ser fiable si Occidente, al final, simplemente hace lo que considera conveniente? Nunca ha estado claro lo que significaba Westerwelle como ministro de Relaciones Exteriores. Ahora, su salida está siendo acelerada por su escepticismo sobre las misiones de la OTAN. Lo que resulta casi trágico. (DER SPIEGEL) DIARIO DEL PUEBLO.- La creciente fragilidad de la recuperación mundial sin dudas justifica la atención prestada a la reunión anual de banqueros centrales del mundo en Jackson Hole, en el estado de Wyoming, EEUU, el pasado fin de semana. Los bancos centrales de los endeudados países ricos han comenzado a darse cuenta de que hay un límite en cuanto a qué puede hacer la política monetaria, como ocurre en los países cargados de deudas que ya no cuentan con créditos baratos para superar sus problemas fiscales y económicos. Si se quiere que la comunidad internacional consiga una recuperación global duradera, las autoridades deben prestar más atención al mensaje transmitido en otra reunión celebrada el viernes. Alemania. Der Spiegel El ministro de exteriores alemán ha perdido toda autoridad El ministro de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, está en la diana por su insistencia en que las sanciones alemanas jugaron un importante papel en la caída del hombre fuerte de Libia, Muamar Gadafi. A pesar de un fin de semana dando explicaciones, muchos están pidiendo su dimisión. Y los comentaristas alemanes no se anduvieron con rodeos el lunes. Guido Westerwelle está, de momento, acostumbrado a la crítica mordaz. A lo largo de su carrera como miembro de alto rango de los Demócratas Libres (FDP), socio menor de la coalición de la canciller Angela Merkel, ha sido repetidamente denigrado, censurado y menospreciado por la prensa y sus adversarios políticos. Esta vez, sin embargo, puede concluir en última instancia en el fin de la carrera política de Westerwelle. De hecho, después de haber sido obligado a renunciar al liderazgo del FDP en abril debido a la pésima actuación de su partido en las encuestas de opinión pública, hay muchos dentro de su partido a los que les gustaría verlo fuera del gabinete de Merkel también. Y la posición de Westerwelle respecto a Libia, a pesar de un cambio significativo, por supuesto, el domingo, podría brindar la oportunidad que están esperando. La crítica masiva de Westerwelle se deriva de su declaración la semana pasada en la que dio a entender que las sanciones alemanas contra Libia fueron un factor importante en el éxito final de los rebeldes – negándose a hablar en absoluto de la campaña militar de la OTAN. La protesta no se hizo esperar y dio lugar a que una serie de políticos se distanciaran de Westerwelle el fin de semana, incluyendo a Merkel, y al nuevo jefe del FDP, Philipp Rösler. La frustración con Westerwelle se deriva en parte del creciente reconocimiento de que la decisión de Berlín, absteniéndose en la votación de marzo en el Consejo de Seguridad –que autorizó la operación militar de la OTAN en Libia– fue un error. A pesar de que la abstención fue ampliamente apoyada en su momento, los aliados de los alemanes no se mostraron impresionados y la repetida justificación Westerwelle sobre la posición de Berlín, han enfurecido a muchos, entre ellos a antiguos pesos pesados ​​de la política alemana. Varios políticos dentro del FDP también han expresado su insatisfacción de larga data con el líder del partido. El domingo, Westerwelle cambió de parecer. En una contribución para el dominical del diario Welt am Sonntag, el ministro de Relaciones Exteriores escribió que Alemania se siente feliz "de que haya sido posible para los libios, con la ayuda de la misión militar internacional, derrocar el régimen de Gadafi". Repitió el mensaje en una aparición el lunes. Mensaje que, como era de esperar, no ha sido suficiente para la oposición, con los socialdemócratas abiertamente preocupados por el daño causado a la reputación internacional de Alemania y los Verdes exigiendo que renuncie. Merkel, sin embargo, ha dado su respaldo a Westerwelle, diciendo a través de su portavoz el lunes que "tiene una relación de confianza" con su ministro de Relaciones Exteriores. El mismo Westerwelle dijo que los rumores sobre su inminente renuncia son "mentiras completas". Los comentaristas alemanes echaron un vistazo a la situación el lunes. Roland Nelles, comentarista de Spiegel Online escribe: "Westerwelle ha demostrado una vez más en los últimos días que no es apto para el cargo de ministro de Relaciones Exteriores. Su intento de actuar como si él hubiera jugado un papel decisivo en el derrocamiento del autócrata libio Muamar Gadafi ha hecho de la política exterior alemana una farsa. Tanto dentro de las fronteras de Alemania como en el extranjero, ha perdido toda autoridad." "Hay, por supuesto, una gran dosis de tragedia humana, en este caso (…) uno podría decir que se le ha criticado demasiado a menudo y demasiado intensamente, y uno puede sentir compasión. Pero hay que añadir inmediatamente que el ministro de Exteriores no es el adecuado para la reactivación de una carrera política. Un gobierno se puede permitir uno o dos grandes errores en los ministros del gabinete que lideran e otras carteras. Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores exige un liderazgo de calidad. La política exterior alemana ha disfrutado de una buena reputación durante décadas. Alemania se considera confiable, atenta e inteligente. Y así es como debería seguir siendo." El diario conservador Die Welt escribe: "El escepticismo del ministro de Relaciones Exteriores con respecto a una intervención inicial en Libia estaba justificada al principio. Y fue compartida por la canciller Merkel a su vez … Pero cuando la OTAN decidió intervenir en la batalla por Libia, mantenerse al margen se convirtió en peligroso. Como miembro de la alianza, Alemania estaba obligada a apoyar las resoluciones aprobadas por una mayoría en el Consejo de la OTAN. Una vez que eso ocurrió, Merkel dejó de dar voz pública a sus dudas sobre la operación militar. El único que siguió haciéndolo, no importa lo aislado que le hacía parecer, fue Guido Westerwelle. En política exterior, sin embargo, los hechos hablan su propio idioma. Cuando los rebeldes liberaron la capital, debería ser obvio lo que esto significa, sobre todo en Berlín, dados los acontecimientos de 1989. Esto significa el amanecer de una nueva era y es una tontería afirmar a continuación que quedarse al margen había sido una pieza de arte diplomático". "Como líder de la oposición antes de 2009, Westerwelle fortaleció a su partido al insistir en lo correcto de su visión del mundo. Desde entonces, la misma insistencia ha debilitado a su partido." El diario económico Handelsblatt escribe: "Está claro que había un vacío dentro de la política exterior del gobierno de Merkel desde el principio a medida que se manifestaba el desacuerdo entre Westerwelle y el ex ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg sobre el plazo adecuado para la retirada de Afganistán – Westerwelle quería una fecha concreta, Guttenberg se negaba, haciéndola depender de la situación de la seguridad. La crisis de Libia ha dejado claro que la naturaleza de este vacío es la siguiente: Alemania quiere nadar entre dos aguas mientras sea posible y siempre que pueda encontrar un interés nacional para librarse de la defensa de los intereses de la alianza. En relación con sus aliados … esto es una pérdida de dimensiones históricas. Sólo esta pérdida de orientación histórica puede explicar cómo, cuando llegó el asunto libio, Berlín votó junto con China y Rusia en lugar de junto a sus aliados de la OTAN. Si los aliados de Alemania no se hubieran unido, los rebeldes habrían sido masacrados en Bengasi." De tendencia izquierdista, el diario Die Tageszeitung escribe: "No hay ninguna razón para unirse a los que están celebrando la victoria de la OTAN como algo heroico, es una victoria que tendrá un precio: nadie sabe si Libia se hundirá ahora en el caos y la violencia y la OTAN ha sobrepasado masivamente el mandato otorgado por el Consejo de Seguridad de la ONU.. En esa resolución se autorizó una zona de exclusión aérea, pero la OTAN bombardeó esencialmente el régimen de Gadafi hasta someterlo. ¿Cómo puede la ONU ser fiable si Occidente, al final, simplemente hace lo que considera conveniente? " "Eso no es, sin embargo, lo que Westerwelle ha dicho. En su lugar, está haciendo todo lo posible para defender su neutralidad previsora. Es difícil decir qué es más vergonzoso para él:.. su insistencia en tener siempre razón o su obligado cambio de actitud que ha culminado en su alabanza a la OTAN. " "Nunca ha estado claro lo que significaba Westerwelle como ministro de Relaciones Exteriores. Ahora, su salida está siendo acelerada por su escepticismo sobre las misiones de la OTAN. Lo que resulta casi trágico." DER SPIEGEL. 29-8-2011 China. Diario del Pueblo Repensar la economía mundial La creciente fragilidad de la recuperación mundial sin dudas justifica la atención prestada a la reunión anual de banqueros centrales del mundo en Jackson Hole, en el estado de Wyoming, EEUU, el pasado fin de semana. Los bancos centrales de los endeudados países ricos han comenzado a darse cuenta de que hay un límite en cuanto a qué puede hacer la política monetaria, como ocurre en los países cargados de deudas que ya no cuentan con créditos baratos para superar sus problemas fiscales y económicos. Si se quiere que la comunidad internacional consiga una recuperación global duradera, las autoridades deben prestar más atención al mensaje transmitido en otra reunión celebrada el viernes. En Inhotim, Brasil, cuatro países de mercados emergentes – Brasil, Sudáfrica, India y China – pidieron a los países industrializados incrementar su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de cara a la Cumbre Climática de la ONU que tendrá lugar finales de este año. Con el protocolo de Kioto a punto de expirar el próximo año, la comunidad internacional todavía tiene que llegar a otro acuerdo que reconozca adecuadamente la magnitud y urgencia del desafío de la lucha contra el cambio climático. El hecho de no haber llegado a un acuerdo sobre el clima en Copenhague en 2009 pudo ser comprensible, ya que la economía mundial aún no salía de las profundidades de la crisis financiera de 2008. Los paquetes masivos de estímulo tenía prioridad sobre cuestiones a largo plazo, tales como la sostenibilidad fiscal y el cambio climático . El que la Reserva Federal de EEUU no hay sugerido una nueva ronda de flexibilización cuantitativa en la reunión del banco central no es necesariamente señal de que EEUU haya depuesto su inclinación por el crédito barato y la deuda pública. Pero sí compele a los políticos de EEUU a hacer frente a las altas tasas de desempleo y los problemas económicos mediante el crecimiento real de otras medidas monetarias de alivio. Y si el desastroso huracán Irene, que afectó a EEUU el fin de semana, puede percibirse como evidencia más reciente de la gravedad de los cambios climáticos, el mismo también constituye una razón de peso más para pensar seriamente en la necesidad de incluir un acuerdo climático abarcador en los esfuerzos internacionales que procuran una recuperación global duradera. DIARIO DEL PUEBLO. 29-8-2011

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