«Esta combinación produjo uno de los días más salvajes vistos nunca en los mercados financieros, con el promedio industrial Dow Jones cayendo, por momentos, hasta casi 1.000 puntos, mientras que el euro se hundía a su nivel más bajo en más de un año. Se produjeron reducciones muy sustanciales en los mercados emergentes, cuyas economías parecían estar en auge, y en los mercados desarrollados temerosos de una renovada recesión.»
No hay manera de saber si el nerviosismo de esta semana se dejará a un lado a medida que buenas noticias económicas lleguen, o si los roblemas de Europa crearán una repetición del creciente pánico que envolvió a los mercados norteamericanos no hace mucho tiempo. En el segundo caso, este podría ser otro de esos momentos en que los mercados se mueven de un extremo al otro. En el otoño de 2008, el colapso de Lehman Brothers hizo que los inversores huyeran. (THE NEW YORK TIMES) THE WASHINGTON POST.- La caída por tercer día consecutivo de los mercados financieros el jueves es la prueba viva de una evidencia que da miedo: la crisis fiscal que comenzó en Grecia hace unos meses se está extendiendo por toda Europa como un virus, causando creciente duda incluso sobre el destino de naciones con niveles mucho más manejables de deuda pública. Se llama el efecto contagio, una metáfora de los economistas para la rápida y difícil de predecir propagación de una crisis financiera, y que es impulsado por la fragilidad de las percepciones de los inversores. El contagio forma parte de un círculo vicioso en el que la confianza en la capacidad de un país para pagar sus deudas cae. España está en el camino de la tormenta y a merced de los inversionistas globales, que están operando bajo la doble presión del miedo y la codicia. EEUU. The New York Times El mercado cae impulsado por la crisis, la ansiedad y un error Floyd Norris Combine una parte de nerviosismo en el mercado, una parte de crisis griega y una parte de error comercial. Mezcle con una parte de complacencia del banco central. Calentar hasta que hierva. Pánico. Esta combinación produjo uno de los días más salvajes vistos nunca en los mercados financieros, con el promedio industrial Dow Jones cayendo, por momentos, hasta casi 1.000 puntos, mientras que el euro se hundía a su nivel más bajo en más de un año. Se produjeron reducciones muy sustanciales en los mercados emergentes, cuyas economías parecían estar en auge, y en los mercados desarrollados temerosos de una renovada recesión. A pesar de que una parte sustancial de las peores caída parecía estar vinculada a un error comercial –una acción de 40 dólares cayó por un tiempo a un penique–, los precios habían caído en todo el mundo incluso antes de que tales errores comenzaron a suceder. Parece que los inversores se están volviendo más reticentes a poseer activos como acciones y bonos, en particular, ya que muchos ahora cuestan mucho más que hace sólo unos meses. Otra fuerte reducción por parte de inversores, consumidores y empresas podría poner en peligro la actual recuperación mundial por la vía de la financiación y los nuevos pedidos para las empresas. Durante gran parte de los últimos 14 meses, los precios de los activos de riesgo en todo el mundo han aumentado rápidamente. Esa recuperación, desde los mínimos de marzo 2009 en medio de rumores de una nueva Gran Depresión, reflejó y alentó un resurgimiento de la actividad económica. Los fabricantes de la mayoría de los países informaron esta semana de un rápido crecimiento de los pedidos en sus libros. La reciente recesión se fabricó en los Estados Unidos, y en gran medida se empezó a resolver aquí también. Si fueron el mercado de hipotecas de alto riesgo y otros excesos de crédito los que hicieron tambalearse a los mercados, también fue la voluntad del gobierno norteamericano, incluyendo la Junta de la Reserva Federal, de inyectar dinero cuando los temores estaban en su nivel más alto lo que ayudó a recuperar los mercados y la actividad económica. Durante los últimos meses, las preocupaciones han ido alternativamente en aumento y retroceso por la siguiente crisis fabricada en Europa, donde Grecia se ha enfrentado a la posibilidad de impago. Europa y el Fondo Monetario Internacional han anunciado planes para su rescate, pero también ha habido disturbios en Grecia en medio del enojo con respecto a los forzados y agudos recortes presupuestarios en el país. El jueves, Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, dijo en una conferencia de prensa que el consejo de gobernadores del banco no había discutido siquiera la posibilidad de comprar bonos del gobierno griego. Esto fue una decepción para algunos traders, que esperaban que el banco central siguiera el ejemplo de la Reserva Federal en la difusión de liquidez en el entorno si las condiciones se agravaban. En su lugar, están creciendo los temores de que Europa, que está preocupado de que a la crisis en Grecia podrían seguir las de Portugal y España, seguirá el patrón establecido por el gobierno de Estados Unidos en 2007, cuando los funcionarios ofrecieron muestras frecuentes de que el problema hipotecario de alto riesgo se "contendría" pero se retrasaron en tomar las medidas audaces que finalmente detuvieron el pánico. La altura de pánico del jueves se alcanzó poco después de la hora del almuerzo en los Estados Unidos. En primer lugar algunas monedas empezaron a caer rápidamente, con el euro sufriendo especialmente contra el yen japonés. Eso podría haber sido un indicio de que algunos grandes operadores estaban deshaciendo posiciones. Ha sido muy popular pedir prestado yenes a bajas tasas de interés y luego usar el dinero para especular en activos de mayor rendimiento denominados en otras monedas. Cualquier persona envuelta es este comercio, compraría yenes para pagar el préstamo. A continuación, en unos minutos, el mercado bursátil de Estados Unidos pareció estar hundiéndose. Una parte del descenso era real, pero otra parte de él era simplemente un error comercial. Se hundió temporalmente el precio de Procter & Gamble y 3M, la antigua minería de Minnesota, lo que le costó al Dow alrededor de 300 puntos, y parece ser el resultado de errores, no intencionados, en las órdenes de venta. Del mismo modo, Accenture, una firma de consultoría general, cayó desde más de 40 dólares por acción a un centavo. Al cierre de la jornada, el Dow bajaba 347,80 puntos, o un 3,2%, a 10,520.32. También hubo descensos importantes en los índices europeos y asiáticos más importantes. En Grecia, sin embargo, el mercado de valores tuvo un pequeño rebote tras haber caído a un mínimo de 13 meses el miércoles. Europa se enfrenta a muchos obstáculos al tratar de hacer frente a la creciente crisis allí. El Banco Central Europeo, que maneja la política monetaria para los 16 países de la zona euro, tiene menos poderes que la Fed, y no hay un gobierno de toda Europa con facultades para actuar con rapidez. Incluso ahora, después de meses de conversaciones, el plan de rescate griego todavía no ha sido aprobado por todos, requisito necesario. El parlamento alemán se espera que lo apruebe el viernes. Por otra parte, la crisis norteamericana se desarrolló antes de que los déficit presupuestarios iniciaran su espiral ascendente. Remontar ahora con dinero en efectivo sería más difícil, hecho que el Sr. Trichet señaló cuando llamó a los gobiernos europeos a que reduzcan sus déficit presupuestarios. El gasto de grandes cantidades de dinero en efectivo para rescatar a los gobiernos europeos es poco probable que sea popular entre los votantes en países que no están en problemas, pero no hacerlo podría poner en peligro a muchas instituciones financieras de todo el continente. Una forma tradicional para reducir la deuda es a devaluar sus monedas, lo que reduce el valor de la deuda pendiente. Los países de la zona euro no puede hacer eso, lo que es una de las razones de que Grecia se encuentre en tal crisis. Pero algunos inversionistas parecen esperar que la inflación en todo el mundo constituya finalmente una parte importante de la solución, que los gobiernos y otros deudores paguen los préstamos con unas monedas de valor inferior a aquellas con que se hicieron los préstamos. En los últimos tres días, mientras que el índice Standard & Poor’s de 500 acciones ha perdido un 6% de su valor, el precio de los bonos del Tesoro a 30 años, indexados a la inflación, han aumentado en casi un 4%. No hay manera de saber si el nerviosismo de esta semana se dejará a un lado a medida que buenas noticias económicas lleguen, o si los problemas de Europa crearán una repetición del creciente pánico que envolvió a los mercados norteamericanos no hace mucho tiempo. En el segundo caso, este podría ser otro de esos momentos en que los mercados se mueven de un extremo al otro. En el otoño de 2008, el colapso de Lehman Brothers hizo que los inversores huyeran. La primavera siguiente, la esperanza en los rescates y planes de estímulo puestos en marcha ayudó a iniciar un mercado alcista fuerte en casi todas las categorías de activos. Si este es otro punto de inflexión, algunos de los ganadores serán aquellos que, por suerte o visión, lograron vender valores mientras que la venta fue fácil. El martes, Beazer Homes, una constructora a la que se daba casi por muerta en 2009 –cuando sus acciones se negociaban por menos de 25 centavos– logró recaudar 350 millones de dólares de la venta de nuevas acciones y bonos. El dinero se destinará a refinanciar una deuda que de otro modo podría haber obligado a la empresa a la bancarrota. Al cierre del jueves, los inversores que compraron acciones de esa oferta, pagando 5,81 dólares, habían perdido casi el 10 por ciento de su dinero dado que la acción cerró a 5,25 dólares. Todo esto está ocurre mientras están teniendo lugar los debates del Senado sobre la reforma financiera en medio de la hostilidad por parte del público a los bancos. Eso sin duda, llevará a algunos en Wall Street a decir que los mercados están advirtiendo contra que la regulación sea demasiada duro, pero los bruscos virajes también sirven como recordatorio de que la hipótesis de unos mercados eficientes, no es un buen modelo que explique lo que realmente sucede. Los mercados pueden llegar a ser muy malos en la evaluación de los valores en algunas circunstancias. Eran demasiado optimista es 2006, y ridículamente pesimista a principios de 2009. Esa no es una razón para deshacerse de los mercados, aunque sólo sea porque cualquier otra alternativa, como dejar que jueces y funcionarios del gobierno establezcan los valores, probablemente sería peor. Pero sí sirve como contrapunto a la obsesión por los mercados que llevó a la creación de un sistema financiero no regulado en la sombra. Aquellos que creen en la regulación apuntan a eso, y dicen que si esta loca carrera continúa, será una prueba más de que los mercados necesitan una supervisión adulta. THE NEW YORK TIMES. 7-5-2010 EEUU. The Washington Post La crisis de la deuda griega podría extenderse por Europa Neil Irvin La caída por tercer día consecutivo de los mercados financieros el jueves es la prueba viva de una evidencia que da miedo: la crisis fiscal que comenzó en Grecia hace unos meses se está extendiendo por toda Europa como un virus, causando creciente duda incluso sobre el destino de naciones con niveles mucho más manejables de deuda pública. Se llama el efecto contagio, una metáfora de los economistas para la rápida y difícil de predecir propagación de una crisis financiera, y que es impulsado por la fragilidad de las percepciones de los inversores. El contagio forma parte de un círculo vicioso en el que la confianza en la capacidad de un país para pagar sus deudas cae. Si los inversores pierden montones de dinero en la deuda de un país, dan por sentado que poseer deuda de otros países con finanzas similares podría hacerles perder aún más. Así que venden su inversión en el segundo país, que a su vez debe pagar más y más altas tasas de interés para conseguir los préstamos, lo que se suma a su deuda y crea una espiral de muerte fiscal que bien puede pasar al siguiente país. España está en el camino de la tormenta y a merced de los inversionistas globales, que están operando bajo la doble presión del miedo y la codicia. Comparativamente, el país tiene menos deuda en relación con el tamaño de su economía que Estados Unidos o Gran Bretaña, pero el contagio puede poner en peligro incluso a los países que han logrado superar la deuda pública de manera responsable, si los inversores cambian sus puntos de vista sobre los futuros déficits del país o la habilidad para manejar la deuda. Las probabilidades de una crisis de la deuda soberana en toda regla han aumentado significativamente durante las últimas dos semanas, sobre todo después de las turbulencias del mercado el jueves, de manera que Europa en 2010 aparece cada vez más como el Este de Asia en 1997 y 1998, cuando una devaluación de la moneda de Tailandia provocó una amplia crisis en Corea del Sur, Indonesia y otros lugares. Una vez que comienza el pánico y el contagio se extiende, a menudo se requiere la acción del gobierno para revertir la dramática marea, incluidos los rescates financieros externos y medidas para abordar la causa subyacente de la crisis, que han de ser más agresivas que las que se necesitan en una situación no de pánico. En el caso de Asia a finales de los 90, tomaron un paquete de dinero del Fondo Monetario Internacional y de Estados Unidos para detener la serie de crisis, junto con medidas de dolorosa austeridad en las naciones involucradas. Los pánicos bancarios tienen una dinámica similar, y durante la crisis financiera de 2008-2009, el gobierno de EEUU dio un paso adelante con los 700 mil millones dólares del Programa de Alivio de Activos en Problemas, una serie de esfuerzos de préstamos no convencionales de la Reserva Federal, y pruebas de estrés para los bancos más importantes que requirió a muchos dotarse de más capital privado. Una de las lecciones que pueden aplicarse a la situación actual es que una intervención a gran escala de los países no afectados o del Banco Central Europeo, en última instancia, podría ser necesaria. Otra es que los funcionarios del gobierno de los países afectados puede ser que necesiten prometer recortes presupuestarios más agresivos de lo que tendrían que hacerlo si la situación no se hubiera convertido en un juego de confianza del mercado. "Hay que exagerar las medidas de consolidación fiscal para convencer a la gente que se toma en serio el problema", dijo Rodolfo G. Campos, economista del IESE Business School en Madrid. El jueves, Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, dijo que no se había discutido en el banco la adopción de políticas sobre la compra de deuda de los países, una decisión que significaría esencialmente la impresión de dinero para financiar los préstamos a Grecia y otros países en situación de riesgo. Eso hizo subir las tasas de interés de los préstamos para Grecia, España, Portugal y otros países considerados en problemas financieros, y llevó el precio del euro tan abajo como 1,25 dólares –por debajo de 1,27 dólares el miércoles y los 1,35 dólares hace tres semanas–, ya que los inversores, apostando a la continuación de la crisis económica en Europa, cambiaron su dinero a dólares. Las bolsas europeas cayeron, el mercado británico un 1,5%, Francia un 2,2%, España el 3% y 4,3% de descuento en Italia. La bolsa española ha bajado un 11% desde el lunes. Los analistas esperaban que el BCE podría utilizar su capacidad esencialmente ilimitada de crear dinero para contener la crisis, aunque ello podría perjudicar la credibilidad a largo plazo del banco central como un luchador contra la inflación que no cede a la política. "Las medidas que dañan los principios fundamentales de la unión monetaria y la confianza de la gente serían un error y saldrían más caras para la economía en el largo plazo", dijo Axel Weber, miembro del consejo político del banco, según Bloomberg News. Sin embargo, Trichet no descarta expresamente la compra de deuda de los países, se limitó a decir que el concepto no fue discutido. Esto sugiere que la idea no está descartada si la situación empeora. Desde que Trichet hizo sus comentarios las cosas empeoraron de forma significativa, con ventas por liquidación en el mercado europeo, seguido de una caída aún más dramática –y el rebote parcial– en los Estados Unidos. Las ventas masivas vistas a ambos lados del Atlántico es lo típico del contagio financiero y muestra cómo estas crisis se alimentan de la sicología de los inversores, no sólo de los fundamentos económicos. En el caso de España, la deuda pública del país sólo se eleva a aproximadamente un 70% de su PIB anual, en comparación con el 84% en Alemania, el 82% en Gran Bretaña, y 94% en los Estados Unidos. Pero con un desempleo del 20% y una generosa serie de prestaciones sociales, España tiene que ejecutar un mayor déficit presupuestario anual que los otros países, el 11%, frente al 2,3% en Alemania. Así que para impedir que su deuda aumente de forma significativa, los dirigentes españoles necesitan controlar el gasto o aumentar los impuestos para reducir el déficit anual. Normalmente, tendrían años para hacer esa transición, después de todo, la deuda no iba a explotar de la noche a la mañana. Pero desde que se puso de manifiesto ante los inversores globales que Grecia estaba más endeudada de lo que se decía y que el país puede llegar a no pagar lo que debe, los compradores de bonos del gobierno han estado lanzando duras miradas a los países con problemas de deuda. Y se han centrado en España, Portugal, Italia e Irlanda. Así, mientras que España puede tener más en común con Grecia el tiempo soleado y las bonitas playas que su nivel de endeudamiento, los mercados han dirigido su vista hacia esta nación. "Si a alguien le parece que estás enfermo, acabas estando enfermo", dice Campos. Una vez que las tasas de interés suben –los rendimientos de los bonos españoles a 10 años han aumentado al 4,2% el jueves, desde el 3,8% de hace un mes, aunque el cambio en Grecia fue mucho más dramático– un círculo vicioso se pone en marcha. Con el precio para refinanciar vencimientos de la deuda más alto, se vuelve mucho más difícil recortar el déficit presupuestario. Los contrastes –y cada vez más, las comparaciones– entre España y Grecia se han convertido en una realidad para los políticos españoles y, cada vez más, para los ciudadanos de a pie. En las calles de Madrid, los ciudadanos se ofenden al ser comparados con los griegos, cuyos problemas fueron causados por un gasto descontrolado y ocultar su grado de endeudamiento. -No, España no es como Grecia. Nuestra mentalidad es completamente diferente. Tenemos una mentalidad diferente sobre el trabajo y el desarrollo de las cosas", dice Juan Manuel Heranz, de 35 años, un técnico de mantenimiento del aeropuerto. "No somos Grecia", dice Alexandra González, de 28 años. Su madre, Concepción Lima, que camina con ella por el centro de Madrid, interviene: "Pero si continuamos así, lo seremos." THE WASHINGTON POST. 7-5-2010