El Mar Menor vive desde hace años sometido a un grave proceso de eutrofización que puede acabar aniquilando su ecosistema.
El Mar Menor ha estado al borde de la muerte, y su actual y aparente mejoría es muy precaria. Sufre un proceso de contaminación bien conocido por los ecólogos, llamado eutrofización.
En condiciones ecológicamente normales, las aguas del Mar Menor son tan transparentes como las del Caribe. La columna de agua se mantiene limpia y la luz del sol llega a muchos metros de profundidad, permitiendo que se desarrollen praderas de fanerógamas marinas (de Posidonia o Cymodocea) que alimentan a un rico ecosistema de gran biodiversidad en flora y fauna. Las aguas están cristalinas porque las algas microscópicas tienen «factores limitantes» para su proliferación: una fuente de nitrógeno (nitratos) y de fósforo (fosfatos).«El Mar Menor era tan transparente como el Caribe «
¿Qué pasa si entran masivamente estos factores limitantes en el agua? Que “las algas microscópicas que constituyen el fitoplancton, al ser unicelulares, crecen muy rápido y captan los nutrientes a mayor velocidad que las algas macroscópicas que viven en el fondo. Si los nutrientes siguen entrando, el fitoplancton puede llegar a ser tan abundante que el agua se vuelve verde y la luz ya no penetra hasta el fondo del mar. Entonces, la vegetación del fondo se muere y la materia orgánica producida se acumula y consume el oxígeno del agua. El sedimento se vuelve fangoso y anóxico y la fauna se muere y se pudre. A este proceso se le denomina eutrofización», explica Ángel Pérez-Ruzafa, Catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia y promotor de Pacto por el Mar Menor. Todo el ecosistema puede ser aniquilado, llegando a ser una charca maloliente.
Esto es lo que está pasando con la entrada permanente de aguas ricas en fertilizantes (nitratos y fosfatos) principalmente de los terrenos agrícolas del Campo de Cartagena. Esto es lo que está matando al Mar Menor.
Quiero preguntarte primero por el estado del Mar Menor. Hay una cierta recuperación de la transparencia en las aguas someras y en las poblaciones de plantas en praderas marinas, lo cual es una buena noticia que indica la capacidad del ecosistema para autorregularse, pero ¿sigue el Mar Menor en la UVI? ¿Puede volver a empeorar?
Efectivamente, el Mar Menor está aún en cuidados intensivos. Y sí, puede empeorar. El que el agua (a mediados de julio) esté transparente y el que se hayan recuperado las praderas submarinas que están en las aguas someras, cerca de la orilla, es un buen signo. Pero no es suficiente. Si siguen haciendo días de calor y la temperatura del agua sigue ascendiendo, las algas microscópicas pueden proliferar y rápidamente revertirse esta mejoría. Ojalá no sea así, pero eso fue lo que pasó el año pasado: durante el mes de junio las aguas se mantuvieron transparentes, se lanzaron las campanas al vuelo… y a principios de agosto volvió a producirse la eutrofización y las aguas se volvieron un caldo verde oscuro.
Mientras subsista la base del problema, la situación puede empeorar. Las aguas del Mar Menor tienen una gran cantidad de nitratos en suspensión y otros productos químicos procedentes -no solo, pero sí principalmente- de la agricultura del entorno. Todos esos nutrientes, en el momento en el que hace calor y se dan las condiciones propicias, provocan una multiplicación desmesurada del fitoplancton y un enturbiamiento extremo de las aguas. Ojalá que el Mar Menor haya iniciado por fin un camino de recuperación. Pero no somos ahora mismo nada optimistas porque tenemos la experiencia del año pasado.
Además del impacto ecológico que supone la pérdida de un espacio único en España, un ecosistema incluido en el listado de humedales de importancia internacional de la Unesco… ¿qué impacto social y económico puede suponer la muerte del Mar Menor?
Por desgracia, no podemos hablar en futuro, sino que ya está afectando. El problema está siendo tremendo por ejemplo para la hostelería. Pequeños restaurantes, chiringuitos de playa, que desde luego han sufrido una considerable pérdida de clientes, que se marchan a otra parte de la costa (el Mediterráneo está cerca) donde tienen garantías de aguas más transparentes. También para todo un sector de gente que invirtió sus ahorros en tener un apartamento de verano en el Mar Menor y que lo alquilaba durante julio o agosto para tener ingresos extra. Y por supuesto los hosteleros de la zona. En todos estos sectores vinculados al turismo, en una zona en la que esta actividad supone el 68% de la economía, se nota ya un importante descenso en los clientes.
Otro sector muy perjudicado ha sido el pesquero. Un conjunto de familias que viven de la pesca tradicional, que han visto cómo desaparecía una buena parte de la fauna o disminuían las capturas, y han iniciado otro tipo de negocios como llevar a los turistas en barco. En Pacto por el Mar Menor no solo estamos muchas organizaciones ecologistas -como Greenpeace, Ecologistas en Acción o ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste)- sino que trabajamos en estrecha colaboración con la cofradía de pescadores de San Pedro del Pinatar o con las asociaciones de vecinos de las poblaciones de la zona.
Pero en realidad, el problema y sus causas afecta a la calidad de vida de todos los habitantes de la zona. Toda esta agricultura industrial intensiva en una zona que tradicionalmente había mantenido una agricultura de secano: almendros, olivos, cereal… La tierra en torno al Mar Menor estaba distribuida en terrazas, de manera que cuando llovía, el agua se quedaba retenida y era absorbida por el terreno. Ahora es todo llano y la escorrentía se dirige rápida, cargada de fertilizantes, al Mar Menor. No solo están destruyendo la laguna sino todo el paisaje tradicional a su alrededor. Por no hablar de los plásticos que lo inundan todo. Es algo que a las personas que somos de aquí de toda la vida nos rompe el corazón.
Esta catástrofe ecológica se viene avisando desde hace más de una década…
No, no. La alarma viene de muchísimo antes. En el año 80, el Instituto Español de Oceanografía (IEO, que tiene una sede en Lo Pagan, a la orilla del Mar Menor), ya hizo unas jornadas en las que se advertía que el cambio de modelo agrícola en el campo de Cartagena -con el regadío y la gran cantidad de abonos- iba a traer graves consecuencias para la laguna. El informe aquel, de hace 38 años, aseguraba que esto «aniquilaría», subrayo la palabra, la flora y la fauna del Mar Menor.
Y no es que los Gobiernos regionales no se enteraran. En los años 80, unos cuadernillos escolares de la Consejería de Educación explicaban a los niños el proceso de la eutrofización que hoy ya conoce todo el mundo, junto a los problemas de la construcción masiva o de los desagües de las aguas residuales.
En torno a este problema hay un clamor de autoridades académicas, el IEO y muchísimos científicos de la Universidad de Murcia, con el Departamento de Ecología de la Facultad de Biología al frente (Miguel Ángel Esteve, Ángel Pérez-Ruzafa), el Colegio de Biólogos… que no han parado de alarmar de su gravedad durante décadas. Y por supuesto las organizaciones ecologistas. Pero no se les ha hecho caso.
La situación del Mar Menor ha llegado a ser muy grave en 2016-2017… ¿ha hecho caso desde entonces el Gobierno regional a los expertos?
Bueno, aunque el objetivo fundamental del Pacto por el Mar Menor es informar a la ciudadanía, el otro es presionar. Y tenemos un decálogo de cosas que el Gobierno regional debía hacer urgentemente. Una de ellas era poner en marcha dos comités: uno de asesoramiento científico, y otra social, ciudadano. Tanto del primero como del segundo hemos acabado saliendo varias asociaciones y expertos de esta plataforma… porque solo nos llamaban para informarnos de lo que ya habían decidido. Varios científicos han visto cómo todas sus recomendaciones y consejos eran ignorados.
La única actuación reseñable de la administración murciana ha sido sellar los tubos de la desaladora que vertían todos los días miles de litros de salmuera (repletos de nitratos) a la Rambla del Albujón (el principal cauce seco de escorrentía que recoge las aguas cargadas de nutrientes del campo de Cartagena y las vierte al Mar Menor). Pero todo el mundo se hace la pregunta del millón. ¿Dónde vierte ahora la salmuera la desaladora?
Los ecólogos proponen “filtros verdes”: amplios corredores poblados de vegetación en la desembocadura de las ramblas, donde los cañizales y las malezas absorban buena parte del exceso de nutrientes del agua de escorrentía, de forma que llegue más limpia a la laguna. Pero ¿qué más hace falta?, ¿qué medidas defendéis desde Pacto por el Mar Menor?
Efectivamente, que se construyan esos ‘filtros verdes’ es esencial. En una ley que se aprobó el 1 de marzo se obliga a construir este tipo de filtros en las propias fincas agrícolas, con vegetación mediterránea para que absorba el exceso de nutrientes. Pero nuestra posición es que la solución pasa por hacer un cambio en el modelo de agricultura. Si seguimos con esta agricultura intensiva, en la que se sacan tres (incluso cuatro) cosechas al año, eso necesita mucha agua y mucho abono. Y ese exceso de fertilizante, aunque se puedan poner filtros naturales que ayuden, va a acabar llegando al Mar Menor, por el agua de escorrentía o por el subsuelo.
Y no hay ninguna voluntad política para hacer estos cambios necesarios. Han encontrado una mina de oro por el clima que tenemos y quieren seguir explotándola. Mucha gente piensa que cuestionar el modelo de la agricultura intensiva en el entorno del Mar Menor es poner en peligro puestos de trabajo, pero es «pan para hoy y hambre para mañana». Y los que más se benefician del actual modelo son grandes, grandísimas empresas, muchas de ellas multinacionales. A esas grandes explotaciones les da igual que esto se convierta en una zona degradada donde nadie quiera venir.
Pacto por el Mar Menor sois una plataforma muy amplia, en la que hay muchas organizaciones ecologistas y naturalistas, pero también asociaciones de vecinos y culturales, clubes deportivos, autoridades académicas… habéis realizado multitudinarias manifestaciones en la Región. ¿Qué acogida os ha dado la sociedad murciana?
La aparición de esta plataforma ciudadana, Pacto por el Mar Menor, formada por más de 1.000 personas a título individual y por más de 30 colectivos de todo tipo, ha conseguido poner una gran presión constante sobre el Gobierno regional, además de que hemos denunciado ante Bruselas este grave problema ambiental. Esto ha hecho que el problema no se deje solo para el verano, cuando la gente viene y se encuentra el agua en mal estado o la proliferación de medusas (con el aumento del fitoplancton, se multiplican enormemente las medusas que se alimentan de las algas). En los tres años que llevamos funcionando hemos conseguido que incluso en invierno no se deje de hablar del Mar Menor.
Desde la plataforma ciudadana Pacto por el Mar Menor siempre hemos mantenido la independencia de partidos políticos, y no recibimos ninguna subvención. El grupo de coordinación somos ocho personas que lo hacemos en nuestro tiempo libre. Y el resto de los compañeros dedica su tiempo de forma voluntaria y generosa a la causa de un Mar Menor limpio y vivo. Hay entre nosotros autoridades académicas y científicas, activistas del medio ambiente, o abogados que están haciendo un estudio en profundidad de la legislación ambiental para elaborar una nueva estrategia de acción que aprobaremos pronto.
Sentimos que tenemos el apoyo prácticamente de toda la población. No solo por la manifestación del año pasado. Recibimos sin cesar reconocimientos, que nos impulsan a seguir adelante. Como el premio «Los Mejores» de La Verdad, o el del Colegio de Biólogos del año pasado, o este año Onda Cero… o algunos más modestos pero muy bonitos como el del IES Mariano Baquero, que nos quiso poner de ejemplo ante sus alumnos.
¿Quieres añadir algo más?
Sí. Les querría pedir sentido común a nuestros gobernantes. Y sobre todo que piensen con ojos de futuro, de largo plazo. Que piensen qué herencia les vamos a dejar a nuestros hijos y nietos si no ponemos todos los medios a nuestro alcance para evitar la pérdida de un tesoro como el Mar Menor.