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El limbo de Bankia deteriora la confianza en España

Han pasado dos semanas desde la nacionalización parcial de Bankia y Madrid todavía no ha explicado sus planes para recapitalizar a la cuarta entidad crediticia de España. Dos semanas es un periodo muy largo para dejar en el limbo a banco tan importante desde el punto de vista sistémico. A menos que el Gobierno actúe con rapidez para poner fin a la incertidumbre, la confianza en su capacidad para gestionar la crisis seguirá deteriorándose.

Madrid no estaba preparada para asumir el control de Bankia, y contrató a Goldman Sachs para que le aconsejara sobre las distintas alternativas, dos días después de que acordara convertir 4.500 millones de euros de participaciones preferentes en capital. Es cierto que la magnitud del desastre de Bankia ha cogido por sorpresa al Ejecutivo, que no cuenta con muy buenas alternativas. El primer paso es reconocer las necesidades de capital de la entidad, algo que no resulta sencillo porque tiene dos agujeros.

El primero tiene que ver con el capital necesario para absorber las pérdidas derivadas de los créditos. Los préstamos hipotecarios tóxicos de BFA-Bankia ascenderían a 52.000 millones de euros, de los cuales menos del 11% estarían cubiertos por provisiones. Según J.P. Morgan, el simple hecho de ajustar las provisiones a los nuevos requisitos del Gobierno tendría un coste extraordinario de 4.900 millones de euros. Eso no es todo: muchos préstamos tendrán que ser provisionados en su totalidad; algunos créditos hipotecarios que hasta ahora parecían exentos de riesgos pararían a la categoría de incobrables, lo que aumentaría aún más las provisiones, que ya parecen insuficientes. Según una persona del entorno, las pérdidas totales alcanzarían el 12% de toda la cartera crediticia, que asciende a 190.000 millones de euros, de lo que se deduce que habría un agujero de 15.000 millones de euros con las actuales provisiones.

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