Cargando...
Por primera vez en sus 69 años de historia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha acusado a un país, Argentina, de manipular las estadísticas oficiales de inflación y crecimiento del PIB. Y amenaza con imponerle sanciones que van desde prohibir el acceso a sus fondos hasta la expulsión del organismo.
Hay gente que estamos empeñados en cambiar el mundo. Pero también hay quienes quieren que creamos que vivimos en un mundo al revés. Que el FMI acuse a Argentina de falsear sus estadísticas es lo más parecido a que un reconocido ladrón abra una academia para impartir lecciones de ética, moral y honradez. «¿Qué dijo el FMI de los manipulados datos de las hipotecas subprime, que permitieron a Wall Street diseñar la mayor estafa global de la historia con los derivados financieros tóxicos?»
¿Qué dijo hace sólo unos años el FMI de los manipulados datos de las hipotecas subprime que permitieron a Wall Street diseñar la mayor estafa global de la historia con los derivados financieros tóxicos? ¿Y que dice hoy de la ingente montaña de deuda pública norteamericana que hasta la Reserva Federal reconoce que esta por encima del 300% del PIB de EEUU? ¿Por qué no hace una inspección tan crítica con, por ejemplo, la inflación o la caída del PIB en España en 2012? ¿Están seguros de que ha sido sólo de un 2,9 y un 1,8% respectivamente? Eso no se lo cree nadie.
Como dijo la presidenta argentina ante un grupo de estudiantes universitarios de Harvard que intentaron acorralarla sobre esta cuestión; “hay una postura del Fondo Monetario absolutamente muy de oposición a la Argentina. Yo pregunto cuáles eran las estadísticas de España, cuáles eran las estadísticas de Grecia, cuáles eran las estadísticas de Portugal, las de Inglaterra, las de este país. ¿Vos realmente las creés? ¿Cuánto es la inflación oficial en este país? Dos por ciento. ¿Realmente todos ustedes creen que el costo de la vida en Estados Unidos crece únicamente el dos por ciento anual? (…) Yo creo que detrás de todo esto no hay una cuestión de estadísticas o una cuestión económica, hay una cuestión profundamente política de castigar a aquellos que pueden constituir un mal ejemplo”.
Tiene toda la razón. Lo que esta gente no aguanta no es la manipulación estadística, que ellos mismos fabrican a gran escala, sino la autonomía ganada a pulso por el gobierno argentino para aplicar una política económica completamente distinta a sus devastadoras y criminales recetas.