Cómic

El juego de las golondrinas

«En abril de 2006 me encontré con un reportaje rodado en Beirut en 1984. Los periodistas entrevistaban a los habitantes de una calle cercana a la lí­nea de demarcación, que dividí­a la ciudad en dos partes. Una mujer, bloqueada por los bombardeos en la entrada de su casa, dijo una frase que me trastornó: Yo dirí­a que, por lo menos, aquí­ estamos probablemente más o menos a salvo. Aquella mujer era mi abuela.»

Así exlica la joven Abirached el elemento que motivó la creación de este excelente álbum. La historia se desarrolla a lo largo de una tensa noche de bombardeos, y de forma coral ilustra las vivencias de varios vecinos de un edificio atrapado entre el fuego cruzado, pero que se centra en la experiencia de su familia, cuando ella tenía tan sólo tres años.Las comparaciones con la iraní Marjane Satrapi, autora del aclamado álbum Persépolis, son inevitables. La conexión tanto estética como argumental entre ambas autoras es evidente, un sencillo dibujo en blanco y negro, casi de apariencia infantil, que sirve para retratar las vivencias personales de dos mujeres en los conflictos de Oriente Próximo. Sin embargo es necesario profundizar en la lectura de la obra y descubrir claras diferencias en sus estructuras narrativas.El estilo gráfico de Zeina Abirached es una aparente evolución de la ilustración clásica musulmana de los s. X y XI, pero combinada con recursos narrativos actuales, derivados en muchos casos de la ilustración. Su composición crea motivos geométricos de indudable belleza, utilizando la propia estructura de la página como un elemento gráfico más.La joven autora emplea la primera parte del álbum en una especie de explicación didáctica que contribuya a conocer el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos. La segunda parte, más opresiva y claustrofóbica, se centra en la angustia de la espera tras un bombardeo. No hay, a diferencia de la obra de Satrapi, un espíritu tan crítico y reflexivo, sino un intento más descriptivo de la terrible realidad del Libano inmerso en una guerra civil.En un universo, como es el del cómic, hasta ahora dominado por los hombres, es digno de celebración el hecho de que las valientes mujeres de estos países tan cercanos, y a la vez tan lejanos, alcen sus pinceles y recurran la historieta para retratar las realidades cotidianas de una sociedad tan compleja y oprimida.

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