Teatro

El Inspector Gogol: ¿Injusticias variadas ó pensamientos equivocados?

Sergi Belbel, autor y director teatral presenta en el Teatro Nacional de Cataluña (TNC) de Barcelona una de las obras más nombradas de Nikolai Gogol, El inspector.

Escrita en 1836, la olémica desatada en su estreno ese mismo año desató las iras de la clase política rusa y de las clases acomodadas. De hecho, Gogol se vio obligado a abandonar San Petersburgo con una cierta urgencia. Se trata de una crítica satírica de la corrupción política en la sociedad rusa de la época zarista: un hombre llega a una pequeña ciudad donde se espera la visita de un inspector de la administración general. Las autoridades municipales confunden al visitante, creyéndole el esperado inspector, y ante el temor de que descubra sus irregulares manejos, le obsequian con todo tipo de favores. El visitante, inicialmente encantado, se deja hacer.Siglo y medio después esta obra no ha dejado de ser representada en toda Europa, bien en su versión originaria, bien en infinidad de adaptaciones. El argumento sigue teniendo una triste vigencia. Tal situación sólo implica que la propia burguesía, creadora del sistema burocrático y político en que aún hoy se basan las democracias occidentales, pronto aprendió a subvertir sus propios principios de libertad, igualdad y fraternidad. Así en la Francia de Robespierre como en la Rusia de los Zares las corruptelas políticas, las prebendas y los favores, el soborno descarado, los equívocos y dobles sentidos en el lenguaje rompen de manera explícita con el objetivo de crear una sociedad justa y para todos. Lo cual puede llevar a la confusión generalizada de que tan altas miras nunca han formado parte de los fines de nuestros próceres. Sin duda, nada más alejado de la realidad. El hecho de que las diferencias sociales sean cada vez más patentes, o de que la injusticia y la impunidad se hayan instalado descaradamente en las instituciones que nos gobiernan, no debe engañarnos ni llevarnos a desconfiar del buen hacer de las diferentes administraciones. Nadie debe entender las palabras de Obama como una broma shakesperiana al decir que Bush es un hombre honorable. ¿Quién sería tan mal pensado de identificar las escuchas de consejeros y vicepresidentes en Madrid con una trama de corrupción urbanística o algo así?El texto original es una obra maestra del Teatro universal. En lenguaje realista constituye un lúcido alegato satírico contra la corrupción política de su época. Si embargo, por su estructura dramática y la caracterización de los personajes, se acerca más a la Commedia dell´Arte que al realismo. El autor consigue esta mezcla de estilos atreviéndose a esbozar personajes bien reconocibles en su época. Pero la actual propuesta de Sergi Belbel parte de una adaptación de Jordi Galcerán que, sin permitirse grandes licencias, sí modifica el final y desdibuja algo los caracteres de forma que no hay tanta identidad con personas reales. Tal vez este “distanciamiento” de lo concreto, que no de la realidad, sirva al propósito de hacer reconocible la burla sin definir al burlado. Con una situación política tan polarizada como la presente “desdibujar” persigue mejor el fin de ampliar la aceptación de un público ya de por sí sensibilizado con la gravedad del tema.Agradecemos a Belbel, celebrado y premiado autor de hermosas obras como Elsa Schneider o Caricias, que nos permita divertirnos con aquello que, las más de las veces, nos hace sufrir, cuando no nos irrita al comprobar, atónicos, que, al final, debemos nosotros pagar sus platos rotos.

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