SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

El importante papel de China en el continente africano

De forma cada vez más sorprendente y vanguardista, China va tomando el papel como uno de los socios más confiables e importantes de los países de África, ayudando a resolver la mayoría de sus problemas, incluso aunque le cueste algunos adjetivos menos deseables por la comunidad de Occidente, especialmente desde Estados Unidos.

La reciente reunión en Durban, donde estuvieron presentes los líderes de los BRICS y algunos jefes de Estado africanos, dejó claro que el proceso de desarrollo en África pasa por el fortalecimiento de sus relaciones de colaboración política y económica con los llamados países “emergentes” donde China juega un papel extremadamente importante.

Es evidente que las asociaciones que los principales países africanos van a desarrollar y fortalecer con China, son vistas por occidente con una enorme desconfianza que surge, por un lado, de los celos por ver esfumarse una oportunidad para concretar el plano de aislamiento de la gran potencia asiática y, por otro, por ver que los africanos resuelven sus problemas bien alejados de su esfera de influencia, especialmente política.

Los EEUU y Europa han hecho todo lo posible para evitar que China continúe su desarrollo industrial a costa de recurrir con frecuencia al chantaje del petróleo para tratar de dar la imagen de que los chinos están aprovechando las potencialidades naturales que abundan en África para suprimir su escasez de energía.

Mientras tanto, Europa y los EEUU tratan de imponer la idea de que los países africanos que favorecen sus relaciones con China son administrados por grupos de poder corruptos que están vendiendo los recursos naturales de sus naciones para su propio enriquecimiento.

La prensa internacional redobla sus esfuerzos para presentar ante los regímenes africanos más reticentes que China se considera dueña y señora de la democracia y que por la fuerza pueden dirigir el futuro del mundo.

Los BRICS, integrados por Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica dieron una respuesta ejemplar a todas las críticas que a menudo son dirigidas en su contra, llamando a su lado a los principales dirigendes de los países africanos para que los asuman como socios capaces de ayudar en el desarrollo del continente mientras que EEUU y Europa nunca fueron capaces de cumplir las mil y una promesas que hicieron sin cesar.

China está consolidando su nuevo liderazgo de forma natural ya que es el socio que ha hecho más para que el continente africano pueda sostenerse sin hipotecar la intergridad territorial de los países ni las alineaciones políticas que no sirvan a sus intereses.

Incluso aquellos que en África han sido durante muchos años críticos con el sistema económico y la obediencia política de China, hoy en día se liberan de prejuicios ante la evidencia, colocando sus pies firmemente en el suelo, reconociendo los beneficios de estas asociaciones.

Según los datos revelados en la cumbre de Durban, en esta ocasión, la inversión total de China en África se eleva a 40 mil millones de dólares, más del 60 por ciento que se registrara en 2009.

Gran parte de esta inversión la hace el Estado chino, pero la participación del sector privado ha ido en aumento, llegando a alrededor de 14,7 millones de dólares con especial énfasis en el área de la construcción civil y el transporte.

El principal intercambio para estas inversiones es el petróleo, ya que China importa cerca del ochenta por ciento de sus necesidades energéticas del continente africano, superando incluso a los Estados Unidos.

Para los países africanos las exportaciones de petróleo son un excelente negocio, porque hay muchos acuerdos con China para fortalecer el potencial de cada país en el sector de los servicios de apoyo a la industria.

Con los EEUU, por ejemplo, los acuerdos sobre exportaciones de petróleo afectan al trabajo de mano de obra nacional, ya que estas áreas de servicios de apoyo son a menudo ocupadas por trabajadores extranjeros que no sienten ningún tipo de responsabilidad en la formación de cuadros de los países donde están instalados.

Por mucho que le cuesta a Europa y a los socios de EEUU, los contratos entre China y África se basan estrictamente en intereses económicos y la política es un mero componente absolutamente secundario.

La propia integración de las comunidades chinas en el seno de las poblaciones africanas ha sido objeto de importantes recelos, aun no habiendo noticias de problemas como los del sectarismo racial, la prensa occidental suele suscitar al peligro como si fueran fantasmas.

El gran problema de Occidente es ver cada vez fuerte la amistad y la cooperación entre dos gigantes económicos potenciales: China y los países africanos.

Este hecho es de gran preocupación para Occidente, ya que constituye una grave amenaza para sus objetivos hegemónicos, con el agravante de tener éxito en un momento de crisis profunda que incluso está excavando una profunda división dentro de sí mismo.

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