El sábado 15 de noviembre, a las 10,30 horas, el hospital de Bellvitge (Hospitalet de Llobregat) vivió una jornada de lucha. No es un hecho aislado. Cada miércoles, a las 13h, frente a la entrada principal del hospital, trabajadores y vecinos a los que da cobertura este hospital se dan cita para denunciar la mala gestión del centro y los abusos que sufren sus trabajadores. A esta movilización, que se mantiene desde 2011, hay que sumarle otras acciones que se han ido sucediendo como los cortes de la Gran Vía.
“El Hospital de Bellvitge es el más castigado por la política de contratos basura del Institut Català de la Salut (ICS) con un 50%, de los aproximadamente 3.600 trabajadores, con contratos eventuales”, sentenciaba el sindicato CGT-Bellvitge. Uno de sus delegados comenta a Diagonal que este hospital ha pasado de ser de los preferidos a la hora de otorgar plazas al último en alguna de las categorías profesionales. “Hay trabajadores que llevaban años aquí y decidieron elegir otro destino para perder de vista a la dirección del hospital”, cuenta.Desde fuera, el Hospital de Bellvitge no parece el mundo de precariedad que denuncia la CGT. De hecho, aunque cuatro años después de lo previsto y sin todos los servicios que debería tener, recientemente se inauguró un nuevo servicio de urgencias de 45.000 metros cuadrados. Paseando por él con el delegado de CGT-Bellvitge se observan restos de carteles, pegatinas y pósters de denuncia que se ponen semanalmente y que son sacados con toda presteza.
“Este hospital se centra mucho en la imagen, todo está muy bonito. Los carteles que ponemos duran uno o dos días”, nos dice. Mientras visitamos las nuevas urgencias, dos miembros de vigilancia nos preguntan qué hacemos allí. No llevamos las pegatinas que nos identifican como acompañantes de pacientes o ropa de empleados. Aclarada la duda seguimos la visita y vemos a pacientes en pasillos. Hablamos con ellos y nos dicen que llevan esperando bastante tiempo. “Pese a la buena imagen que se quiere trasladar, el hecho es que la calidad asistencial ha disminuido mucho y lo mismo sucede con la situación laboral de muchos trabajadores del hospital”, nos cuentan. Una denuncia presentada recientemente por UGT sobre la precariedad laboral que sufren los trabajadores del hospital documentaba que desde abril de este año casi un 88% de la contratación de personal interino, eventual y substituto del hospital es de duración igual o inferior a un mes. “Además, muchos de estos contratos basura son del 66% o el 75% de la jornada laboral. A estos trabajadores, por ejemplo, no les pagan los festivos, por lo que en esos días cobran casi tres veces menos por el mismo trabajo que están haciendo otros compañeros”, añade el miembro de CGT. Para este sindicalista del hospital, el gerente del centro, Alfredo García Diez, “miente en su perfil de LinkedIn, donde afirma que en Bellvitge trabajan 4.200 personas cuando son 3.600 o que hay 900 camas cuando se han reducido cerca de 300”. Falta de transparencia“Hablar de cifras es complicado, básicamente por la total falta de transparencia oficial –explica Ramón Serna, delegado de CATAC-CTS/IAC–. Lo que está claro es que el presupuesto de Salud en Catalunya ha bajado un 16% entre 2010 y 2014, y esto se nota en todos los ámbitos. El ICS oculta celosamente su plantilla permitiendo que las informaciones de los medios al respecto sean contradictorias, bien lejos de la transparencia de la que alardea la Generalitat”. Pese a esta incertidumbre, el último informe sobre presupuestos sanitarios elaborado por la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CC OO revela los distintos retrocesos a nivel asistencial y laboral en el sector sanitario en los últimos años. Dicho informe confirma que la suma del presupuesto sanitario inicial de todas las comunidades autónomas en el año 2014 se ha reducido un 11,19% respecto al de 2010. En el mismo informe se indica que entre 2012 y 2013 se han destruido 19.000 empleos en la sanidad pública y reducido el gasto en remuneración de asalariados en 2.320 millones de euros.Además de la destrucción de empleos, el delegado de CGT-Bellvitge explica que en este hospital sólo la mitad de la plantilla es estatutaria, es decir, ha obtenido la plaza vía oposición. Otra práctica habitual consiste en no cubrir las plazas de trabajadores que se jubilan. “A diferencia de los hospitales privados, en los públicos no se puede dar una situación de ERE, pero sí que existe una precariedad encubierta con personas que llevan 15 años trabajando y siguen con contratos mes a mes. Además, hemos perdido pagas, se nos han recortado los salarios y se nos han quitado días de fiesta, aunque ya se nos han devuelto dos, probablemente con vista a las elecciones”, cuenta.
Categorías profesionalesRamón Serna comenta que “en algún aspecto”, el personal médico ha sido el personal proporcionalmente “más perjudicado por los recortes económicos”. Así, en el ámbito del Institut Català de la Salut y de los centros concertados –que han reducido al 50% la paga por objetivos–, cuenta, “las grandes diferencias en la distribución de este complemento hacen que el porcentaje de reducción global de las retribuciones afecte más a este personal”. Sin embargo, afirma este sindicalista, “no ha pasado lo mismo, ni mucho menos, con otros conceptos más graves como el aumento de jornada –sobre todo en el ICS, porque la de la sanidad concertada aún era superior– o la disminución de plantillas que se han cebado en otras categorías”. Serna reconoce que ha habido reducciones de la plantilla médica, pero denuncia que ha afectado mucho más al resto del personal, “que sufre más las correspondientes sobrecargas de trabajo”. En la denuncia presentada por UGT, el colectivo de telefonistas era el más afectado por los contratos basura firmados en el Hospital de Bellvitge: el 100% de sus contratos fueron de duración igual o inferior a un mes, mientras que para facultativos especialistas el porcentaje de estos contratos era de alrededor un 27%.El delegado de CGT-Bellvitge nos comenta, en positivo, que ahora “existe un mínimo de unión sindical que hasta ahora no había habido” y destaca el papel de los vecinos en la denuncia de la situación del hospital, “en una lucha que lleva tres años con mucho desgaste y miedo a represalias”.Tanto Ramón Serna como el delegado de CGT lamentan el papel del Sindicat de Metges [médicos] de Catalunya “que ha rechazado firmar el “Programa por el derecho a decidir sobre nuestra salud y el sistema sanitario de Cataluña” básicamente porque se opone radicalmente al proceso de privatización catalán y a las corruptelas ligadas a compatibilidades de difícil justificación moral”, explica Serna.