"la Tierra proporciona recursos suficientes para las necesidades de todos, pero no para la codicia de algunos" Mathatma Gandi.

El hambre, holocausto imperialista.

Más de 200 premios Nobel han declararon ya el año pasado que estábamos siendo testigos de «Un holocausto sin antecedentes, cuyo horror abarca en un único año todo el espanto de las matanzas que nuestras generaciones han conocido en la primera mitad de este siglo, está actualmente en proceso de realización y desborda cada dí­a más, a cada instante que pasa, el perí­metro de la barbarie y de muerte no solamente en el mundo sino también en nuestras conciencias». «Todos los que contemplan, anuncian y combaten este holocausto están absolutamente de acuerdo en señalar a la POLÍTICA como la causa principal de esta tragedia». Les falto poner nombre a esa polí­tica, Imperialismo yanqui-euro-sionista.

La mitad de los habitantes del laneta sobrevive con menos de dos dólares por día y más de 1.120 millones pasan hambre diariamente. Personas para las que el trigo, la soja, el arroz y el maíz son la base de su alimentación, y hasta el inicio de la crisis alimentaria gastaban el 75% de sus ingresos en ella. Ahora, la sumas de crisis hace que cada vez sean más las personas que en las zonas urbanas tienen dificultades para poder acceder a los alimentos debido a la escasez de ingresos y al alto precio. El FMI en su cínico discurso, ha declarado en infinidad de veces que: “Los precios de la alimentación, si siguen como hasta ahora, […] las consecuencias serán terribles. Como aprendimos en el pasado, este tipo de situaciones termina a veces en guerra”. Pero sigue gestionando con especial diligencia el holocausto imperialista.Las reiteradas crisis alimentarias y la hambruna crónica, son amenazas para las estabilidades políticas y sociales implantadas por el imperialismo en las zonas que expolia, y en África especialmente se unirán a las múltiples naciones que estén ya en conflicto, siempre por la ingerencia imperialista.Los medios de comunicación mostraron las revueltas del hambre en los países del Sur el año pasado. Revueltas que recordaban aquellas que se llevaron a cabo a mediados y finales de los ochenta contra los planes de ajuste estructural impuestos por el BM y el FMIl. La que se den en el presente tiene el mismo transfondo, pero se les unirá, otros verdugos como es el caso de la FAO.La crisis alimentaria mundial responde al impacto de las políticas neoliberales que se vienen aplicando desde hace treinta años a escala global. Liberalización comercial a ultranza a través de las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio y en los acuerdos de libre comercio y las políticas de ajuste estructural, el pago de la deuda externa, la privatización de los servicios y bienes públicos son sólo algunas de las medidas que se han venido imponiendo por parte del BM y el FMI en las últimas décadas en los países del Sur. Unas políticas que han acabado con la agricultura y la ganadería autóctona; reconvirtiendo y privatizando tierras destinadas hasta el momento al abastecimiento local en tierras de producción de mercancías para la exportación. Unos territorios en manos de la agroindustria, quien ha sacado provecho de una mano de obra barata y de una laxa legislación medioambiental.Los alimentos se han convertido en una mercancía en manos del mejor postor. Las tierras, las semillas, el agua… son propiedad de multinacionales que ponen un precio exorbitante a unos bienes que hasta hace muy poco eran públicos.

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