Greenspan exige 850.000 millones más para salir de la crisis

El Gran Maestro del latrocinio

Para unos es el «gran maestro», para otros, uno de los principales responsables de la crisis de proporciones planetarias que sacude los cimientos del capitalismo. Pero sus palabras impactan en los titulares. Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal norteamericana (Fed), y que fuera uno de los más importantes gestores de la clase dominante norteamericana, afirma que los bancos de EEUU podrí­an necesitar 850.000 millones de dólares adicionales para salir de la crisis.

En un artículo ublicado en el `Financial Times´, el ex presidente de la Fed afirma que serán necesarios "otros 850.000 millones de dólares" para fortalecer la posición de capital de los bancos norteamericanos. La causa de esta necesidad extra de capitalización está en que “el mercado reclama un margen de fondos propios de entre un 13% y un 14%, frente al 10% actual”, debido a las diferencias de tasas que existen actualmente en los mercados por los bancos. Es decir, los gigantes financieros necesitan tener un margen mayor de reservas antes de tener la confianza de prestarse el dinero entre sí, y que el capital vuelva a fluir. Según sus cálculos, los bancos deberán depreciar otros 500.000 millones de dólares de sus balances –debido a los activos tóxicos que poseen en ellos- y conseguir el dinero para reforzar sus niveles de fondos propios, lo que eleva la necesidad de financiación a más de 850.000 millones. ¿De dónde han de surgir esta titánica inyección?. Naturalmente, dice Greenspan, de dinero público, del bolsillo del contribuyente norteamericano. ¡Necesitamos más horas de vida y de trabajo de la gente para que podamos fiarnos unos de otros!, clama el ex banquero de banqueros. No es suficiente con el más de billón de dólares inmolados en el agujero negro de las finanzas, que él mismo, en su puesto de máxima autoridad financiera de la principal potencia económica del mundo, potenció y contribuyó a crear: bajando los tipos de interés a mínimos históricos, fomentando y alentando la burbuja inmobiliaria, haciendo la vista gorda ante la creación de los sofisticados productos de ingeniería financiera que acabarían revelándose como peligrosa basura, como un tóxico castillo de naipes. No. Quieren más savia, más sangre, más plusvalía. Por eso, Greenspan ha arremetido contra Obama, al que ha acusado de no agilizar la llegada de nuevas ayudas de capital a los bancos para que éstos puedan empezar a prestar dinero. Para Greenspan, el plan de rescate financiero puesto en marcha por la anterior Administración Bush se ha interrumpido con la llegada del líder demócrata a la Casa Blanca. "Desde mediados de enero, en ausencia de nuevas inversiones del Tesoro estadounidense (al capital de los bancos), la mejora se interrumpió", ha apuntado ‘El Maestro’, que ha insistido en que "el reinicio de una actividad normal de préstamos de los bancos necesitará una importante inyección de capitales de fuentes privadas y públicas”. Pero no sólo –de la boca de su maestro de ceremonias- exigen más capitales, sino que afirman altivos que su civilización –ahora que muchos advierten la verdadera dimensión del antagonismo sobre la que está montada- es la única y verdadera. Greenspan defiende en el Financial Times que el capitalismo de libre mercado es la vía más efectiva para el bienestar material pese a que periódicamente se vea afectado por "burbujas de activos" que generan una amplia miseria. ¿Y con qué lo comparan para convencernos de la incontestable verdad de semejante afirmación?. Con el modelo de capitalismo burocrático, de fascismo y miseria que cayó con el Muro de Berlín.“Las burbujas parecen necesitar de prolongados periodos de prosperidad, baja inflación y bajos tipos de interés”, dice Greenspan, y añade “estas burbujas provocadas por la euforia no se producen en economías sin éxito o afligidas por la inflación. De hecho no recuerdo burbujas en la antigua Unión Soviética". Veinte años después de que cayera la superpotencia que se disputó a dentelladas con ellos la hegemonía mundial, y después de habernos abocado al cataclismo económico más brutal desde el 29, siguen llamando a aquel engendro “comunismo” y “socialismo”, sin sospechar siquiera que el cadáver –al igual que la crisis- les pertenece a ellos, que el muerto se pudre en el armario de los explotadores.

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