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El gran dragón del oro

Siempre se ha considerado al oro como un metal a prueba de crisis. Si la economía no va bien, aumenta el precio y el que invirtió en oro antes de la crisis de 2008, pudo duplicar su valor en tan solo tres años. Para eso, no es necesario ser un experto. Cuanto más se tambalea la economía, más brilla el oro.

Pero ahora que en Occidente repunta la economía, el precio del oro empieza a caer. Según los expertos, no es nada raro ya que en los últimos años los inversores optaron por el oro por miedo a la inflación. Dicho temor obedecía a que los bancos emisores inundaron el mercado con dinero para estabilizar sus economías. Ahora, las prensas de billetes van más lentas y por fin la valoración del oro es más objetiva. En solo seis meses, el metal perdió un tercio de su valor, el descenso más vertiginoso en los últimos 30 años.

Sin embargo, la pregunta es cuánto tiempo regirán estas reglas tan básicas. No hay duda de que el mundo cambia y muchos opinan que la caída del precio del oro es sólo una corrección y no un cambio de tendencia a largo plazo como dicen los expertos. Pero aquellos que apuestan por el precio a la baja, ven la moneda desde la perspectiva occidental. Y se olvidan de un jugador muy importante: China.

En ningún otro sitio del mundo hay tanta demanda y oferta de oro como en China. Mientras en 2012 se utilizaron 830 toneladas, esa cifra aumentó en 2013 hasta las 1000 toneladas, un volumen que supone más o menos la tercera parte de la demanda mundial. Tanto así, que China incluso consiguió desbancar a la India como mayor importador.

Pero no solo son los nuevos ricos chinos los que demandan oro, sino también el Estado. Pekín tiene que mantener sus enormes reservas de divisas y el oro sirve para diversificar. Debido a que tanto el pueblo como el Estado anhelan el oro, China está obligada a abastecerse cada vez más en el mercado y ya con la primera ola de compras, influyó tanto que impidió que los precios siguiesen cayendo. Ahora, China seguirá comprando hasta provocar que los precios suban, una estrategia similar a la que emprendió la República Popular cuando comenzó la crisis. En aquel momento, los precios de recursos naturales como cobre o aluminio estaban a la baja. Nadie compraba, salvo China. ¿Por qué? Por una regla muy simple: se debe comprar cuando está barato. Entonces aumenta la demanda y también los precios.

Si los gurús financieros occidentales mantienen su teoría de que el oro bajará con la recuperación económica, podrían encontrarse con una incómoda sorpresa. El mercado chino es lo suficientemente grande y dinámico como para tener efecto sobre la demanda y, si continúa la fiebre de comprar oro, aumentará el precio. Una profecía autocumplida. China es el mercado donde más oro se mueve en términos físicos (monedas y lingotes) y con sus soluciones poco convencionales en cuanto a política económica, triunfó muchas veces con sus argumentos ante los expertos de la élite financiera occidental.

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