Resultados en Galicia y el Paí­s Vasco:

El fuerte viento en defensa de la unidad cobra fuerza

En las elecciones generales de 2008, el 85% de los votos fueron a parar a las opciones que -con distinto nivel de consecuencia- defienden la unidad de España, mientras que el conjunto de las fuerzas polí­ticas que -en diverso grado- habí­a abanderado la disgregación, sufrieron una disminución -en algunos casos catastrófica- de votos. Desde las páginas del De Verdad impreso, calificamos los resultados como el fruto de un «fuerte viento popular en defensa de la unidad de España», viento que se ha consolidado y ha cobrado fuerza este 1 de marzo en dos comunidades históricas; Galicia y el Paí­s Vasco.

En marzo de 2008, tras las elecciones generales que decidieron el segundo mandato de Zaatero, el periódico De Verdad valoró: “Un fuerte viento de defensa de la unidad recorre el país”. “El resultado de las Elecciones del pasado 9 de Marzo es un resultado excepcional, que marca un antes y un después para los proyectos de disgregación que en los últimos años han amenazado la unidad de nuestro país y con ella, los intereses de las clases populares. (…) El conjunto del bloque nacionalista que –en diverso grado- ha abanderado la disgregación y los que como IU han colaborado con ello, han sufrido pérdidas de catástrofe; en su conjunto son casi un millón de votos perdidos en todo el territorio nacional, desde Vizcaya a Canarias, pasando por Cataluña o Aragón y que se han movido todos en una misma dirección: apoyar a los partidos comprometidos con la defensa de la unidad de España. ¿Eran los resultados de las últimas elecciones generales un dato coyuntural o pasajero, o marcaban por el contrario una tendencia de fondo y estratégica? En Euskadi, por primera vez en 30 años de autogobierno, los partidos no nacionalistas alcanzan la mayoría absoluta parlamentaria y superan en cantidad de votos y % a los nacionalistas. En Galicia, los electores han castigado al PSdeG que unió su destino a un BNG, el de Anxo Quintana, girado hacia posiciones más disgregadoras que las que le caracterizaron durante la época de Beiras. El Pacto de Lizarra está muerto y enterrado. La mayoría no nacionalista es clara y lo sería aún más si Madrazo no hubiera conducido a IU y al PCE del País Vasco a la ignominia. El retroceso del PNV en manos de Ibarretxe no tiene paliativos. Más de un tercio de su electorado, un 34,4%, 207 mil electores le ha abandonado desde 2001. De los 600 mil votos obtenidos entonces, no ha conseguido mantener ni 400 mil. Ni el cambio de discurso –centrado en la mejor situación económica de Euskadi- intentando ocultar sus aventuras soberanistas; ni la movilización de todo su electorado al grito de “que vienen los de Madrid”; ni devorar a los hasta ahora socios del tripartito, nada le ha servido para detener la hemorragia. Se trata de un auténtico movimiento sísmico que va a obligar al PNV, lo reconozcan en público o no, a un forzado cambio que arrincone definitivamente la línea nazifascista impulsada por el tándem Arzalluz-Ibarretxe-Egibar. Y también en esta misma dirección, por sorprendente que parezca, ha de ser valorado el espectacular avance de Aralar, una opción acusada de “traidora” por los dirigentes de la línea oficial propugnada por ETA y que ha encuadrado a 62 mil votantes de las antiguas marcas bajo hegemonía política de la banda. Debilitar al brazo político de ETA contribuye a restar capacidad de intervención a los que buscan la disgregación de España. En cuanto a Galicia, las expectativas levantadas tras el triunfo que permitió jubilar a Fraga, han quedado anegadas no sólo por las consecuencias de la crisis –como pretende presentar el aparato del PSOE-. El electorado gallego ha visto cómo su gobierno se dejaba arrastrar por las posiciones del vicepresidente, propias de los nacionalismos excluyentes. Ni la intensa presencia de Zapatero en el tramo final de campaña ha podido evitar que el PSdeG pierda casi 75.000 votos (un 13,5%). Mientras su socio, el BNG, ha obtenido un retroceso aún mayor; un 14,45%, con 45.174 votos menos que en 2005. Tras cuatro años de “gobierno del cambio”, un 13,75% de los gallegos, 119 mil, que les apoyaron en 2005, no les han renovado su confianza. Euskadi y Galicia, dos de las llamadas “nacionalidades históricas”, han sufrido un vuelco electoral en la misma dirección que marcaron los resultados de 2008. Y eso con todos los factores inmediatos en contra. Fuertes inconvenientes hacían temer por un resultado como el que se ha conseguido para los partidos de ámbito estatal. En el caso del PSOE actuaban los efectos de la crisis. En Euskadi, la propaganda electoral del PNV -en un intento de supervivencia que al final se mostró insuficiente-, supo sacar partido de los mejores y más favorables datos de la economía vasca en comparación con la del conjunto de España. Y en cuanto al PP, la doble crisis formada por los escándalos de corrupción y el cuestionamiento del liderazgo de Rajoy, no hacían prever los magníficos resultados que obtiene en Galicia y los más que meritorios de Euskadi –donde actuaba a su vez la división con María San Gil-. La superación de estas considerables dificultades del momento vuelven aún más rotundo el hecho de que los resultados tanto en Euskadi como en Galicia, marcan un fuerte retroceso de la hegemonía nacionalista y suponen la consolidación del fuerte viento en defensa de la unidad que recorrió España en 2008 y que cobra aún más fuerza en 2009. En 2008 también dijimos: “Un viento arrasador, del que la punta de lanza lo constituyen las opciones de UPD y Ciudadanos, no sólo por ser las que más consecuente y abiertamente han hecho de la unidad su bandera, sino porque actúan en el corazón de los proyectos de disgregación arrebatando votos al PSOE de Zapatero.” En esta ocasión, Ciudadanos no presentaba candidaturas pero sí UPyD, que ha obtenido unos magníficos resultados en ambas comunidades, multiplicando por 2 veces y media los resultados de 2008 y llegando a triplicar en lugares como Álava en el que ha obtenido un diputado. 22 mil votos en Euskadi y casi 24 mil en Galicia son un magnífico resultado. Un éxito que debe ser valorado en toda su dimensión debido, una vez más, al silencio mediático que ha rodeado a sus candidaturas.Los casi 45 mil votos de UPyD son la expresión más avanzada y cualitativa de este viento por la unidad. Porque UPyD se ha presentado en ambas comunidades con un discurso directo y abierto en defensa de la unidad y la igualdad; atreviéndose a criticar el cupo vasco o la política lingüista y con propuestas de avance y regeneración democrática. Si los resultados de 2008, que llevaron a Rosa Díez al parlamento nacional, decidieron una clara hegemonía a favor de UPyD, este 1 de marzo se consolida y avanza como la alternativa política para la izquierda que defiende la unidad de España y Rosa Díez como su líder reconocido. En 2008 se expresó la voluntad ultramayoritaria del pueblo español por poner fin a las constantes tensiones disgregadoras. Un año después, las elecciones en Galicia y el País Vasco han venido a consolidar y ampliar que ésta es una tendencia estratégica y de largo alcance que recorre todos y cada uno de los territorios españoles.

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