El incendio del parque de Doñana ha arasado unas 3000 hectáreas arrasadas y todo apunta a un siniestro provocado por la mano del hombre. El fuego se suma así a la lista de amenazas -abuso de los acuíferos, minería en sus alrededores o proyectos para usarlo como almacén de gas- que colocan a esta joya ecológica en una difícil situación.
Doñana no es un espacio natural cualquiera: tiene un valor científico -en términos de biodiversidad- equiparable a la selva amazónica o a la Gran Barrera de coral australiana. Y el cambio climático, junto a otras amenazas -la sobreexplotación hídrica en su entorno, o proyectos de minería y gasísticos- la colocan cerca del colapso, afirma un estudio científico internacional publicado en la revista Science.
El fuego -que ha dañado el Parque Natural, aunque no ha llegado al espacio de mayor valor, el Parque Nacional- ha venido a sumarse a su lista de enemigos. El centro de cría de lince ibérico ‘El Acebuche’ -clave en la recuperación de este tesoro zoológico- se vió afectado, muriendo (hasta el momento) una hembra en las operaciones de desalojo. Otros 13 ejemplares liberados ante la cercanía de las llamas están en paradero desconocido y su futuro es incierto.
El incendio -todo apunta que provocado por causa humana, al no haber fenómenos meteorológicos que lo pudieran originar- ha arrasado amplias zonas de gran valor ecológico del Parque Natural y se ha quedado a las puertas de las poblaciones de Mazagón y Matalascañas, obligando a desalojar a 2.000 personas. La cercanía del lugar del siniestro a terrenos donde Gas Natural pretende construir un gaseoducto alimentó todo tipo de rumores en las redes acerca de la recalificación como causa criminal del incendio, pero las organizaciones ecologistas se han apresurado a desmentirlo.
Aunque es cierto que la reforma de la Ley de Montes aprobada en 2015 por el PP deja la puerta abierta a las recalificaciones de los terrenos que se hayan podido quemar tras un incendio, no es algo que ocurra de manera automática ni que sea aplicable al caso del incendio de Doñana, señalan organizaciones como Greenpeace. Los Parques Nacionales, las áreas de mayor protección en el territorio nacional, tienen una normativa propia y los Parques Naturales se rigen por la Ley de Patrimonio Natural -y no por la Ley de Montes- que impide las recalificaciones en cualquier terreno quemado, sin ninguna excepción.
Eso no quita razones para la más amarga preocupación. Doñana está sitiada y amenazada por pozos ilegales, proyectos de depósitos de gas y extracciones mineras, por emanaciones de herbicidas y pesticidas. Doñana no puede ser una isla blindada por fronteras. «De nada servirán todos los títulos protectores -Parque Nacional, Parque Natural, Reserva de la Biosfera, Patrimonio de la Humanidad- si en su entorno y comarca no se construye y promueve un modelo de desarrollo sostenible, de bajo impacto, compatible con la conservación de ese corazón verde», dice el periodista ambiental Jose María Montero, que dirige programas como «Espacio Protegido» y «Tierra y Mar» en la televisión andaluza.