El Fracaso

22/10/2017

El presidente del Gobierno ha dicho que lo que se ha encontrado enfrente, en la crisis del Estado con Catalunya, no lo había visto en su vida. Y eso es mucho decir, porque Mariano Rajoy es un experto en derrotar a sus rivales políticos, propios y ajenos. Hasta hoy, siempre había conseguido ganar sin inmutarse. A veces, su enemigo, aburrido ya de esperar, cometía graves errores hasta la derrota final. Otras veces, su enemigo iba sintiendo una frialdad cada vez mayor. El aislamiento se tornaba insoportable y Rajoy lograba que las fuerzas fueran menguando hasta la derrota final.

Ahora le está costando más, personal y políticamente. Quizá vuelve a salir airoso, pero en este caso no se trata de ganarle un pulso a Carles Puigdemont, sino de gestionar los sentimientos de casi la mitad de la sociedad catalana que sí quiere la independencia y de que el remedio no sea peor que la enfermedad. Y ese es un terreno inexplorado.

La aplicación del artículo 155 de la Constitución es probablemente un síntoma del mayor fracaso político de los últimos años en nuestro país. Puigdemont solo quería hablar de lo único que Rajoy no quería ni oír hablar. Y por eso, entre otras cosas, estamos donde estamos. Pero además, yo no había visto nunca un periodo en el que la honestidad y el sentido de Estado de nuestros representantes públicos brillara tanto por su ausencia.

Las mentiras no se pueden tolerar. Los partidos independentistas, durante sus múltiples campañas a favor del referéndum, dijeron que una Catalunya independiente estaría dentro de la Unión Europea. A la hora de la verdad, hemos constatado que no. Dijeron que las empresas no se irían y hemos visto que sí. Mienten cuando dicen que no pasa nada, porque todavía quedan miles de compañías en Catalunya. Si diera igual, no habrían incidido tanto previamente en que las empresas estarían deseando hacer negocio en una república independiente.

Los partidos nacionalistas engañan cuando dicen que, en su futuro país, las pensiones y los empleos de calidad estarán garantizados. Y lo hacen a sabiendas de que todos querríamos vivir en un mundo mejor, pero no aportan un solo dato objetivo. Todo es cuestión de fe. Mienten cuando dicen que no incumplieron la ley convocando el referéndum. Lo hicieron y se justificaron alegando que habían actuado de acuerdo a sus propias leyes, ignorando que nunca dejarían a los ciudadanos de su futura república hacer lo mismo, cumplir las leyes a capricho.

La aplicación del 155

Mienten cuando afirman que el pueblo catalán está unido, que tienen que declarar la independencia porque el pasado 1 de octubre el 90% votó sí. No fue a votar ni la mitad de la población. Engañan a la gente cuando dicen que la aplicación del artículo 155 es antidemocrática. No. Puede ser algo inoportuno, dañino o peligroso, pero no puede resultar antidemocrático aplicar la Constitución.

Me parece un espanto el momento en el que estamos. La herida social será muy grande. Tardaremos años en superar las consecuencias del 155. Pero un primer paso podría ser dejar de mentir.

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