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El FMI propone que los acreedores entren en los consejos de los bancos

El Fondo Monetario Internacional (FMI) busca fórmulas para reforzar la independencia de los consejos de administración de los bancos frente a sus ejecutivos y para ello propone que no solo los accionistas formen parte de los consejos, sino también los titulares de bonos. Es una de las propuestas que la institución recoge en su nuevo informe global sobre la estabilidad financiera, que presentará la próxima semana en Washington, para evitar los incentivos perversos que la crisis puso sobre la mesa.

Hay suculentos motivos para jugar fuerte en el casino financiero cuando los directivos bancarios tienen las retribuciones vinculadas a los resultados a corto plazo: las apuestas de mayor riesgo son las que arrojan mejores y más rápidas rentabilidades, aunque en el futuro supongan pérdidas. Y aquí tanto los prestamistas de los bancos como sus depositarios tienen muy poco margen para controlar los excesos. Para mejorarlo, “los legisladores deberían estudiar la posibilidad de que los bonistas, y no solo los accionistas, estén representados en los consejos de administración”, asegura Gaston Gelos, el jefe de la división de estabilidad financiera del Fondo.

El perfil del banquero más osado suele presentar altos volúmenes de deuda o está cerca de la quiebra, ya que en ambas circunstancias “tiene muy poco que perder”, según el estudio avanzado ayer por el FMI. Pero, además, el contexto les invitar a arriesgar porque, si logran la resurrección de la entidad, tendrán grandes premios económicos, pero si fracasan, las pérdidas engordadas en el último momento las asumirán básicamente los prestamistas. Por eso, el Fondo ve tan importante que tengan voz y voto en el gobierno del banco y se pongan en marcha comités de riesgos independientes.

El FMI también lanza otras advertencias y recomendaciones sobre los sueldos de los banqueros, algunas de las cuales ya se aplican en Europa, como la posibilidad de congelar los bonus de los banqueros si la situación se complica o que incluso tengan que devolverlos si se demuestra una mala gestión.

“Los bancos con consejos de administración más independientes y que pagan a los ejecutivos con relación a la evolución del negocio a largo plazo tienden a asumir menos riesgos”, concluyen los expertos del organismo. Aunque admite que se ha mejorado la gobernanza en estos aspectos a raíz de la crisis, el organismo que dirige Christine Lagarde considera necesarias nuevas medidas para evitar una nueva tormenta.

El Fondo también plantea la necesidad de reforzar la regulación sobre la banca en la sombra o paralela, mucho más desarrollada en EE UU que en Europa. En conjunto, en todo el mundo, se calcula que la banca paralela —fondos, instituciones o empresas— mueve alrededor de 60 billones de dólares (47,5 billones de euros), aunque el FMI admite que la limitación de datos dificulta un análisis exhaustivo. El auge de estas vías de financiación alternativas a las entidades tradicionales se debe a la aplicación de regulaciones bancarias más estrictas y unas condiciones de liquidez abundante que los inversores institucionales desean colocar y se favorecen las actividades no bancarias.

Esta banca en la sombra “puede desempeñar un papel beneficioso como complemento de la banca tradicional, al ampliar el acceso al crédito o respaldar la liquidez del mercado, la transformación de vencimientos y la mancomunación del riesgo”, apunta el documento. Sin embargo, para empezar, “es necesario corregir importantes lagunas de datos, porque en la mayoría de los países escasea incluso información agregada sobre muchas actividades”.

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