¡Las pensiones a las Constitución! ¡Referéndum YA!

El FMI lanza la voz de alerta, los pueblos también cuentan

En un sorprendente giro, el FMI «portavoz habitual de los intereses norteamericanos en el mundo» acaba de recomendar que se suavice la senda de ajuste de la economí­a española, escalonándola en periodos más amplios para evitar los perjuicios del exceso de austeridad. Y su directora, Christine Lagarde reprochaba abiertamente a Berlí­n la pasada semana que «la polí­tica de recortes y austeridad a ultranza, que santifica los objetivos de déficit, es contraproducente». ¿A qué responde esta insólita conversión, cuando hace sólo unos meses abanderaba las exigencias de recortes y ajustes? ¿Es que acaso sus dirigentes han comprendido la miseria y el padecimiento que provocan a millones de europeos?

Nada de eso. Como instrumento de intervención al servicio del hegemonismo yanqui, el FMI no basa sus políticas en ningún tipo de sentimientos, sino en fríos cálculos contables de costes y beneficios. Lo que ocurre, sencillamente, es que han empezado a comprobar con inquietud unos crecientes costes sociales y políticos en su sistema de dominación. Costes no previstos inicialmente en su proyecto original de saqueo de los países más controlados. Y que ahora observan con temor como pueden empezar a volvérseles en su contra. «Necesitan modular la intervención y el saqueo para que los estallidos sociales no deriven en una crisis política»

Primero Grecia, ¿ahora Portugal?

Coincidiendo con el giro del FMI, los principales medios de comunicación anglosajones lanzaban la voz de alerta la semana pasada, coincidiendo con la visita de Merkel a Atenas.

El Washington Post se alarmaba en un editorial por las “nuevas fracturas por tensión” que esta abriendo la crisis en Europa. En él, afirmaba que “los chirridos de la crisis económica están afectando a la estabilidad política, y no sólo en Grecia. España se ha visto demasiado afectada por las huelgas, y las voces de independencia están aumentando en la rica y lingüísticamente diferenciada Cataluña”.

Mientras, el New York Times, apenas 24 horas después alertaba acerca de que “los votantes griegos están abandonando a los partidos moderados de centro en número creciente, acudiendo en masa a alternativas radicales de extrema izquierda, como Syriza, ahora el principal partido de oposición, y los matones callejeros de Amanecer Dorado en la extrema derecha”.

El británico Daily Telegraph, por su parte, desvelaba que “Merkel ha estado bajo fuerte presión de los aliados de Estados Unidos y la OTAN para evitar una debacle estratégica en el Mediterráneo oriental”, exigiéndole que suavice su postura ante Grecia “por miedo al contagio de España”.

Y es que, en efecto, mientras en Grecia Syriza se dispara en las encuestas denunciando “la barbarie y la esclavitud” impuesta desde el exterior por Berlín, en Portugal, la auténtica rebelión nacional que se produjo entre el 15 y el 23 de septiembre al grito de que “se joda la Troika” –una movilización no vista desde la revolución de los claveles– ha obligado al gobierno a retroceder en su propuesta inicial de rebajar un 7% los salarios.

La jornada de lucha en la que decenas de miles de lisboetas rodearon el palacio presidencial dispuestos a no moverse hasta que el gobierno no derogara el decreto es una victoria popular que ha multiplicado la confianza del pueblo en su lucha y ha obligado a las fuerzas políticas y sindicales a moverse rápidamente. Tanto que ya han convocado una huelga general para el 14 de noviembre ante la amenaza de verse desbordadas nuevamente por el movimiento de masas, como ocurrió entre el 15 y el 23 de septiembre donde fueron arrastradas por él a dar la batalla.

Estas son las razones de fondo del giro del FMI y del aumento de las presiones sobre Berlín para que modere sus exigencias. Muy posiblemente también, la insistencia de sectores cualificados de la clase dominante para que Rajoy pida el rescate cuanto antes estén relacionados con este recrudecimiento de las contradicciones interimperialistas. Lo que les habría llevado a valorar que una intervención en estas condiciones sería lo menos gravoso para sus intereses.

Concentrar la batalla

Todo esto no significa, de ninguna manera, que el proyecto de intervención sobre España se vaya a detener, ni que los recortes y ajustes sigan aplicándose. Pero sí que se están viendo en la necesidad de modularlos para que los inevitables estallidos sociales que los acompañan no deriven en una crisis política de la que pueda emerger una alternativa antihegemonista capaz de unir al 90% de la población. Y esto es un signo de relativa debilidad que hasta ahora no habían mostrado con tanta claridad.

¿Qué conclusiones debemos sacar nosotros, en España, de todo esto?

Grecia y Portugal nos muestran dos lecciones de las que aprender.

En primer lugar, que señalar con precisión a los auténticos enemigos, el saqueo y la intervención dictada por Washington y Berlín a través de FMI y Bruselas, no sólo amplia el número y la radicalidad de la movilización popular, sino que les hace daño de verdad y les obliga a platearse pisar el freno.

En segundo lugar, que en lugar de dispersar las luchas y dirigirse contra todas sus medidas, hay que concentrar las fuerzas y dar un golpe principal que les haga retroceder en un punto. Lograr una victoria popular, hacerles retroceder ha sido tanto en Grecia como en Portugal un punto de inflexión, porque supone una inyección de energía y de confianza del pueblo en sus propias fuerzas.

Y en España, como ocurre en Grecia desde más hace dos años y está empezando a ocurrir en Portugal, el descrédito y el desprestigio de las fuerzas del modelo bipartidista en que se apoyan para llevar adelante el saqueo está avanzando de manera imparable.

La caída de PP y PSOE, el ascenso de fuerzas como IU, UPyD y otras fuerzas minoritarias, la abstención o el voto en blanco que detectan todas las encuestas empieza a ser absolutamente espectacular.

Que en Galicia, cinco días antes de las elecciones un 36% de quienes votaron en las anteriores autonómicas al PP y el 34% de los que lo hicieron al PSOE no tienen aún decidido a quién van a votar es elocuente. Y en Cataluña, el órdago independentista de Mas busca, entre otros objetivos, tratar de evitar una hemorragia de votos ocultando que su gobierno ha sido el más fiel discípulo de Berlín en la aplicación de los recortes y el principal responsable de empobrecimiento de la mayoría.

Las pensiones a la Constitución

En esta situación, ha llegado el momento de empezar a concentrar las fuerzas del pueblo en torno a una batalla central. La exigencia de un referéndum que permita reformar la Constitución para asegurar que las pensiones ni se tocan ni se privatizan es esa batalla.

Nuestro partido, Unificación Comunista de España, llevamos meses alertando que el próximo gran bocado que la banca y los grandes fondos de inversión extranjeros pretenden darnos es el sistema público de pensiones.

La discusión sobre la rebaja “encubierta” de las pensiones, con la propuesta de Rajoy de subirlas un 1%, frente al 3,5% que va a subir el coste de la vida este año lleva camino de no ser nada comparado con lo que quieren Bruselas y Merkel.

Quieren aplicar ya la edad de jubilación a los 67 y seguir aumentándola hasta los 70. Quieren que menos gente llegue a tener derecho a la pensión contributiva aumentando los años necesarios de cotización. Y quieren acabar definitivamente con el aumento automático de las pensiones según el IPC. Con todas estas medidas, las pensiones en los próximos años serán la mitad que las de ahora.

Y ahí no acaba todo. Su estrategia es degradar el sistema público de pensiones hasta hacerlo inviable, y privatizarlo para controlar los 110.000 millones de euros que cada año, incluso en la crisis, recauda la Seguridad Social de los salarios de los trabajadores.

Levantar un amplio movimiento, por abajo y por arriba, que exija un referéndum que blinde las pensiones en la Constitución es la batalla donde ahora hay que concentrar las fuerzas. Nosotros, por nuestra parte, vamos a iniciarlo ya mismo con la realización de concentraciones ante los ayuntamientos de toda España exigiendo que las pensiones no se tocan. Y no vamos a parar hasta que el pueblo podamos decidirlo en referéndum.

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