SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El FMI, ese bombero pirómano

Resulta estremecedor leer las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional relativas al crecimiento económico global. El FMI, al igual que la inmensa mayoría de los “think tanks”, académicos y asesores económicos, ha hecho un diagnostico absolutamente erróneo de lo que está pasando en el mundo. Como consecuencia, las recetas económicas ofrecidas por este organismo multilateral para afrontar los problemas actuales han fracasado, y, como corolario, van a empezar a revisar de manera continuada y adaptativa sus previsiones económicas. Sí, el FMI, como la Comisión Europea, o la Troika, se han convertido en auténticos bomberos pirómanos, muy peligrosos para nuestra salud.

En este blog, el 18 de agosto publicamos “La Recesión Global en Ciernes”, donde detallábamos el deterioro de distintos indicadores económicos globales, y, en base a nuestros modelos, anticipábamos una recesión global a finales de 2012. Ni que decir tiene que para el caso de España la situación se complicará aún todavía más. Ya saben nuestro diagnóstico, España se encamina a un rescate completo o una quita por default o quiebra.

Un alegato contra el Consenso de Washington

Lo que pone de manifiesto las continuas revisiones del FMI es el fracaso de las distintas escuelas económicas dominantes, los nuevos clásicos y monetaristas trasnochados, donde, por cierto, se encuadran también los keynesianos de la síntesis. No todos los keynesianos, como luego veremos, son iguales.

Dichas escuelas aún no han pedido disculpas a la ciudadanía por la falsedad de las hipótesis básicas a partir de las cuales se elaboran sus teorías y recetas, y que nos han llevado a la actual crisis sistémica. Desde los mercados financieros hace ya mucho tiempo que se especula contra la hipótesis de mercados eficientes, las expectativas racionales, la exogeneidad del dinero y la ecuación monetaria de Milton, y un largo etcétera de falsedades ortodoxas.

Todas estas escuelas económicas dominantes forman lo que se denomina el “pensamiento único” o “consenso de Washington”. Básicamente propugnan políticas económicas basadas en la austeridad, liberalizaciones, y privatizaciones, con el fin de eliminar la inflación, preservar el tipo de cambio, incrementar la tasa de crecimiento de la productividad, y crear puestos de trabajo estables. Si bien los fines u objetivos pueden ser idóneos, no así los medios.

La ortodoxia dominante siempre ha presentado sus recetas económicas como si fueran un conjunto de “verdades indiscutibles”, cuando en realidad no representan nada más que juicios metodológicos previos, de carácter ideológico. En el caso español las recetas ofrecidas por el FMI y las escuelas neoclásicas, seguidas a pie y puntillas por Rajoy y sus muchachos, no han hecho sino ahondar aún más el empobrecimiento de nuestro país.

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