«El restablecimiento de su competitividad puede necesitar grandes sacrificios, como una baja de los salarios», ha advertido hoy el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, en una entrevista publicada hoy por el diario económico francés Les Echos. «Ahora con la crisis, Portugal, España y Grecia tienen serias dificultades» que «implican ajustes muy penosos. Sobre todo cuando el entorno inflacionista es muy bajo», explica.
Preguntado sobre si hay riesgo de imlosión de la zona euro, el economista jefe del FMI ha contestado que cree que no, pero ha matizado que "eso no impide que haya un problema presupuestario en Europa" y que Grecia haya sido el primero en sufrir la sanción de los mercados. (EL PAÍS) EXPANSIÓN.- Al plantear así, sin anestesia, retrasar la edad de jubilación –algo a lo que en algún momento habrá que llegar–, el Gobierno ha empezado la casa por el tejado. A saber: aunque no se puede decir que las pensiones en España son elevadas, sí lo son en relación con las aportaciones realizadas al sistema, es decir, no existe proporcionalidad entre lo aportado y lo recibido. La solución más racional posible pasa por aumentar ya a toda la vida laboral el periodo para calcular la jubilación. Eso obviamente provocará un ajuste en las prestaciones EL MUNDO.- Las manifestaciones de Aznar responsabilizando a Zapatero de la desastrosa situación de la economía española y su pronóstico de que se avecinan tiempos difíciles para el país suponen uno de los mayores ataques a la política del Gobierno en esta legislatura, tanto por el contenido como por la forma lapidaria en las que están hechas. Cuando Aznar subraya que «nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo» está describiendo una realidad, por dura que sea de asimilar para algunos Agencias. El País El FMI advierte a España que tendrá que bajar los salarios España, Portugal y Grecia, que afrontan serias dificultades por la evolución de sus finanzas públicas y no pueden recurrir a la devaluación de su moneda al formar parte de la zona euro tendrán que asumir sacrificios, como una baja de salarios, según el FMI. Con esta opinión, el fondo se suma a la corriente de analistas y organismos internacionales que han abogado en los últimos días por esta medida, ya que la consideran como la mejor posibilidad para recuperar competitividad, reactivar el empleo y hacer posible la recuperación. "El restablecimiento de su competitividad puede necesitar grandes sacrificios, como una baja de los salarios", ha advertido hoy el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, en una entrevista publicada hoy por el diario económico francés Les Echos. "Ahora con la crisis, Portugal, España y Grecia tienen serias dificultades" que "implican ajustes muy penosos. Sobre todo cuando el entorno inflacionista es muy bajo", explica. A partir de este argumento, Blanchard defiende que la unión monetaria "tiene un costo en el momento de choques asimétricos" aunque, por otra parte, ha admitido que Europa ha salido mejor de la crisis gracias a la moneda única. En este punto, preguntado sobre si hay riesgo de implosión de la zona euro, el economista jefe del FMI ha contestado que cree que no, pero ha matizado que "eso no impide que haya un problema presupuestario en Europa" y que Grecia haya sido el primero en sufrir la sanción de los mercados. Sobre la evolución de los tipos de interés, Blanchard ha considerado "indispensable" que los bancos centrales mantengan el precio del dinero a un nivel muy bajo como el actual -en la eurozona está en el mínimo del 1%- "tanto tiempo como sea necesario". "Mientras no haya una recuperación sólida de la demanda privada, es absolutamente vital, tal vez más allá de 2010", ha señalado antes de precisar que si eso genera burbujas especulativas "habrá que actuar por diferentes medios, pero lo esencial que la actividad vuelva a ponerse en marcha". Por otra parte, el responsable del FMI ha admitido que la evaluación del yuan contribuiría a reabsorber los desequilibrios financieros internacionales, pero ha puntualizado que "no es suficiente para mantener un crecimiento fuerte en los países ricos", donde hay que incrementar la demanda interior, aunque en el caso de Estados Unidos otra necesidad es elevar la tasa de ahorro. EL PAÍS. 2-2-2010 Editorial. Expansión Pensiones, la casa por el tejado Que el sistema público de pensiones español precisa una profunda reforma que garantice su viabilidad en el futuro es una evidencia. Y las dos grandes recetas que podrían actuar como bálsamo racionalizador del sistema –como recomiendan los expertos, elevar el periodo de cálculo para calcular la jubilación a treinta años, o incluso toda la vida laboral, y ampliar la edad de jubilación– son difíciles de refutar si realmente queremos preservar la salud de un sistema de reparto, financiado con las cotizaciones sociales, como es el español. Pero resulta comprensible el rechazo que el planteamiento del Gobierno ha provocado entre la ciudadanía, cuando, al contrario de la transición reformista que han emprendido otros países europeos, aquí se ha pasado de la nada al todo, de las engañosas soflamas de Rodiezmo a la supuesta ortodoxia económica, del irresponsable mensaje de que el dinero público alcanza para todo a advertir de que la caja se vacía. Al plantear así, sin anestesia, retrasar la edad de jubilación –algo a lo que en algún momento habrá que llegar–, el Gobierno ha empezado la casa por el tejado. A saber: aunque no se puede decir que las pensiones en España son elevadas, sí lo son en relación con las aportaciones realizadas al sistema, es decir, no existe proporcionalidad entre lo aportado y lo recibido. La solución más racional posible pasa por aumentar ya a toda la vida laboral el periodo para calcular la jubilación. Eso obviamente provocará un ajuste en las prestaciones, lo que nos lleva a recordar que en España no acaba de calar el proceso de otros países de nuestro entorno donde cada vez la cobertura privada tiene más peso en la rentas de los pensionistas. Un hecho que hay que poner en el debe del Gobierno, que quizás no ha sabido incentivar como debiera los planes de pensiones privados, y también de los agentes sociales –patronal y sindicatos–, incapaces de ponerse de acuerdo para usar importantes elementos que el Ejecutivo ha proporcionado a la negociación colectiva, como el salario diferido –prestación al final de la vida laboral–, un instrumento de planificación que permitirá a los trabajadores destinar parte de sus salarios a generar a lo largo de toda la vida laboral una cobertura complementaria a la pensión pública. Pero el asunto inmediato más clamoroso en un sistema de reparto –muy sensible a la demografía pero también al nivel de empleo– es cómo hacemos para equiparar nuestro mercado laboral, con un 40% de paro juvenil, al de los países de nuestro entorno y convertir en cotizaciones a los 4,5 millones de parados. El problema de las pensiones no depende sólo de una medida puntual como alargar la jubilación y obtener así dos años más de cotización de cada trabajador. De poco servirá si no se acaba con un modelo económico excesivamente subsidiado que inhibe la iniciativa del trabajador y del que el PER andaluz es su máximo exponente; si no se pone coto a la irracionalidad de las prejubilaciones; si no se emprende una profunda reforma laboral que acabe con la dualidad entre blindados y parados, y si no se procura una mejora en la enseñanza para evitar la exclusión de los jóvenes que no puedan acceder a un trabajo por falta de formación. En definitiva de lo que se trata es de afrontar una hoja de ruta integral, y no ir a salto de mata. EXPANSIÓN. 2-12-2010 Editorial. El Mundo Aznar ‘vuelve’ en su mayor ataque a Zapatero LAS MANIFESTACIONES de Aznar responsabilizando a Zapatero de la desastrosa situación de la economía española y su pronóstico de que se avecinan tiempos difíciles para el país suponen uno de los mayores ataques a la política del Gobierno en esta legislatura, tanto por el contenido como por la forma lapidaria en las que están hechas. Cuando Aznar subraya que «nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo» está describiendo una realidad, por dura que sea de asimilar para algunos: en poco más de cinco años, Zapatero ha pasado de gobernar uno de los países de referencia del continente a ser mirado de reojo porque España empieza a estar considerada un lastre para el futuro de Europa. Habrá quien trate de deslegitimar hoy los argumentos del ex presidente jugando a alimentar esa caricatura de extremista y de personaje antipático con la que la izquierda ha pretendido sacarle siempre del debate político. Es cierto que sus palabras no son nada tranquilizadoras, que reconforta más oír otro tipo de diagnósticos y otro tono más amable, pero cuando un país tiene 4,3 millones de parados y no deja de crecer el desempleo, cuando la sombra de la recesión marca los años venideros -la previsión es que el PIB caiga de nuevo en 2010-, cuando las arcas del Estado se desangran y se buscan recursos debajo de las piedras para sostener el sistema de pensiones y para intentar pagar los intereses de la deuda, lo responsable no es sonreír, sino decirlo. Las palabras de Aznar no nacen del rencor; están, cargadas de amargura, la de quien es consciente de que «España ha vuelto dramáticamente a la segunda división». Suponen ante todo un baño de realidad que se abre paso entre los cantos de sirena de un Gobierno al que la situación se le ha escapado de las manos y el aparente sesteo oficial de una oposición que parece guardar sus fuerzas para acelerar hacia la meta sólo en el sprint final de la legislatura. Hay que empezar a ser conscientes de que España inicia una dura travesía que puede durar años y que va a dejar cicatrices en la sociedad. No es antipatriota quien denuncia que no se están tomando las decisiones oportunas. Tampoco lo es Aznar cuando pone el dedo en la llaga y avisa de que la credibilidad de nuestra economía «ha quedado pulverizada» y constata que crecen las dudas en cuanto a que el país «pueda financiar su deuda en el futuro», aunque tal vez no sea prudente que un ex presidente diga esto. En todo caso, la virtud del discurso de Aznar es la de poner al descubierto la pésima gestión económica del Gobierno en un momento clave en el que España se juega su futuro y su prestigio en Europa. En su ingenuidad, Zapatero pretendía hacer de este semestre de la presidencia española de la UE una exhibición del éxito de su política, pero en cuanto se ha puesto el foco sobre nuestro país se han iluminado todas las carencias de su gestión. De ahí las prisas por ganar credibilidad presentando un plan de ajustes y recortes del que había abominado. Pero chirría por su incongruencia que quien negaba hasta hace cuatro días la propia existencia de la crisis y se oponía a propiciar un pacto de Estado alegando aversión ideológica hacia la oposición se descuelgue de la noche a la mañana con la propuesta de reformar el sistema de pensiones a la manera en que lo plantearía cualquier político del ala liberal. Es esa falta de coherencia de Zapatero y el contraste entre su buenismo y la cruda realidad en que han desembocado sus ocurrencias en materia económica lo que le hace tan vulnerable. Por eso Aznar fue ayer tan duro con el presidente, y porque el tiempo ya está empezando a demostrar que el legado del actual inquilino de La Moncloa no se parecerá en nada al de su antecesor. EL MUNDO. 2-2-2010