Reajuste del orden mundial y convulsiones geopolí­ticas

El flanco débil del dragón

Para cualquier observador mí­nimamente atento a los movimientos de fondo del tablero internacional, los disturbios de la región china de Xinjiang son bastante más que una simple revuelta popular contra la supuesta discriminación de una minorí­a étnica. En ellos confluyen una serie de factores de hondo calado que le otorgan una categorí­a superior. La de una convulsión geopolí­tica en uno de los centros nodulares donde se está decidiendo el futuro orden mundial que de forma inevitable va a surgir tras una crisis sistémica que está acentuando aceleradamente el declive de EEUU y su viejo orden unipolar. Esta fuera de toda duda que el estallido de los violentos disturbios del Xinjiang no han sido el fruto espontáneo de una rebelión popular, sino algo preparado y planificado. La cuestión es por quién y para qué.

La dimensión geoolítica de los disturbios de Xinjiang viene determinada en primer lugar por su localización geográfica, en el extremo suroriental de la región conocida históricamente como el Turkestán, un amplio espacio que comprende la mayor parte del Asia Central. La llegada de EEUU a esta región central de Eurasia, tras la caída de la URSS y la guerra de Afganistán, lleva camino de convertir a esta inmensa zona en el escenario de un nuevo “gran juego” como el que a finales del XIX protagonizaron el Imperio británico y el ruso, sólo que esta vez con actores distintos, EEUU y China. El área pivote euroasiática Una inmensa región que, al igual que entonces, la abundancia de materias primas y su localización en el corazón del continente euroasiático la convierten en un punto vital de disputa. Algo que ya Harold Mackinder, uno de los padres de la geopolítica moderna, había establecido a principios del siglo XX con su concepto sobre el “área pivote” euroasiática (que incluía toda Siberia y gran parte de Asia Central) como uno de los trampolines vitales para la obtención del dominio continental de Eurasia, requisito previo imprescindible para el dominio mundial. El Turkestán ocupa el centro de una serie de círculos concéntricos que se extienden desde el canal de Suez hasta las fronteras de China. En ese perímetro están los focos de conflictos étnicos más peligrosos, las confrontaciones religiosas más intensas y se concentran la mayoría de jugadores activos capaces, en el futuro, de cuestionar la supremacía global norteamericana. También allí se encuentran muchos de los otros desafíos a su orden mundial: las fuentes de aprovisionamiento energético, la mayor cantidad de Estados en posesión de armas de destrucción masiva, los pivotes geopolíticos claves, la fuente del terrorismo fundamentalista,… Al desatar la guerra de Afganistán, en octubre de 2001, EEUU manifestó su voluntad de penetración en esta área –de la que durante toda la Guerra Fría había estado excluido– a la que se ha denominado a menudo como los “Balcanes euroasiáticos”, dada la laberíntica complejidad de su fragmentación étnica, nacional y religiosa. Desde entonces, el comando militar de EEUU, junto a sus aliados de la OTAN, buscan expandirse en toda la región dondequiera que les sea posible. El otro océano energético Pero además de por su colocación geopolítica, Xinjiang es un enclave vital para China, en tanto que representa el tránsito obligado para el aprovisionamiento energético que su fulgurante desarrollo económico reclama con creciente intensidad. Xinjiang no sólo es la mayor región productora de petróleo y gas de China, sino que constituye el obligado lugar de paso de los oleoductos que transportan el petróleo y el gas natural desde las inmensas reservas de las repúblicas centroasiáticas, lo que la hace todavía más importante, ya que Pekín precisa importar el 50% de la energía que consume, proporción que aumentará a medida que siga desarrollándose económicamente. Muchos de los más importantes oleoductos y gasoductos chinos pasan directamente a través de la provincia de Xinjiang. En particular los procedentes de Kazajstán –mayor productor de petróleo del mundo no perteneciente a la OPEP y el único, junto con Rusia, capaz de exportar directamente a China–, de una enorme importancia estratégica porque permiten a Pekín ser menos dependiente de fuentes y rutas de aprovisionamiento de petróleo que pueden ser interrumpidas por EEUU si la confrontación entre Washington y Pekín llegara a un punto extremo. Tras la recientísima visita de Estado del presidente kazajo Nursultán Nazarbayev a Pekín en abril de 2009, en la que se negoció la profundización de la cooperación en el ámbito energético, los principales medios de comunicación chinos anunciaban con grandes titulares que “Kazajstán llenará de petróleo el oleoducto de la Gran China”. Por el momento, para este mismo año se espera la finalización del oleoducto Atasu-Alashankou que transportará a lo largo de 980 kilómetros gas y petróleo desde la región kazaja de Atyrau, en la orilla norte del mar Caspio, donde está situado el mayor yacimiento de petróleo fuera de Oriente Medio y el quinto más grande del mundo en términos de reservas, a China a través de Xinjiang. El oleoducto es una empresa conjunta de la Compañía Nacional de Petróleo de China y Kaztransoil de Kazkhstan. PetroChina y ChinaOil son los compradores exclusivos de los 85.000 barriles diarios de petróleo crudo que desde 2007 fluyen a través de la tubería. CNPC de China también participa en otros importantes proyectos de energía con Kazajstán, como la construcción de la planta de procesamiento de gas de Zhanazholskiy, de la planta de electrolisis de Pavlodar y de la estación hidroeléctrica de Moynakskaya, todos los cuales atraviesan la región china de Xinjiang. Pero no es sólo Kazajstán. En 2007, la CNPC firmó un acuerdo de inversión de más de 2 mil millones de dólares para construir un gasoducto de gas natural desde Turkmenistán a través de Uzbekistán y Kazajstán a China. Gasoducto que comenzaría en la frontera de Turkmenistán –quien ha firmado un acuerdo de 30 años de suministro para llenar de gas la tubería– y se extendería a lo largo de más de 1.750 kilómetros a través de Uzbekistán y Kazajstán hasta Khorgos en la región de Xinjiang. Existen otros múltiples proyectos de transporte de gas y petróleo entre Asia central y China. Un segundo gasoducto ya en marcha, enclavado aguas arriba del río Sir Daria, en el estratégico enclave donde confluyen las fronteras de Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán, está previsto que cruce China desde la región de Xinjiang hasta el sureste del país, recorriéndolo de arriba abajo. Además, Moscú y Pekín negocian en la actualidad la construcción de importantes gasoductos de gas natural desde Siberia oriental –que posee unos 135 billones de pies cúbicos de reservas de gas natural probadas más las probables– a través de Xinjiang, lo que daría a China el gas natural que necesitará en la próxima década. A través de la creciente cooperación de los países de la Organización de Cooperación de Sanghai –a la que pertenecen las repúblicas centroasiáticas más Rusia y China, y en la que tienen el rango de observadores oficiales la India, Irán, Pakistán y Mongolia– el oleoducto Atasu-Alashankou y el gasoducto entre China y el Asia central, se están convirtiendo en instrumentos estratégicos de vinculación de los países de Asia central a la economía china. Esta grado de vinculación y cohesión estratégica del corazón de Eurasia, desde Rusia a China a través de los países de Asia central, es la unidad geopolítica que más recelos políticos y mayores temores estratégicos despierta en Washington. Aunque esto no pueda jamás expresarse en términos de opinión pública, el azuzamiento de un permanente inestabilidad en Xinjiang cumple un doble objetivo ideal para Washington: debilitar la creciente cohesión de las naciones de la Organización de Cooperación de Shangai y frenar o trabar el ascenso y la emergencia de China al rango de gran potencia global. Cuál es la capacidad de intervención de la que en la actualidad dispone Washington para tratar de desestabilizar la región, hasta donde llega su influencia y a través de qué contradicciones internas actúa serán las cuestiones que trataremos en la próxima entrega.

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