Lieberman se reúne con Clinton

El fariseo recalcitrante

Previsible. El ministro de Asuntos Exteriores israelí­, Avigdor Lieberman, lí­der del ultraderechista partido Isrel Beitenu, ha viajado a Washington para entrevistarse con la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Del encuentro -que ocurre dos dí­as después de que Netanyahu admitiera (con condiciones inaceptables) la creación de un Estado Palestino- no ha salido si un solo acuerdo, sino más bien un diálogo de sordos. Lieberman fue claro: de ninguna manera su gobierno impedirá la ampliación de las colonias judí­as en Cisjordania, si estas se dan por el «crecimiento natural». «En todos los lugares del mundo nacen bebés y la gente se casa», le explicaba Lieberman a Clinton, argumentando porqué Tel Aviv se opone a congelar el crecimiento de los asentamientos. Hablaba con conocimiento de causa: él mismo habita en un asentamiento hebreo en medio de Cisjordania.

"En todos los lugares del mundo nacen bebés y la gente se casa, algunos mueren (&helli;) Dondequiera que nazcas tienes derecho a morir, y no podemos aceptar la visión de poner fin por completo al mantenimiento de las construcciones. Debemos continuar con el crecimiento natural", le dijo Lieberman a la Secretaria de Estado. Lógicamente la Secretaria de Estado tendría cosas más importantes que pensar que en la repugnante hipocresía de las palabras de Lieberman, pero se trata de un curioso argumento, tratándose de territorios conquistados a sangre y fuego por Israel en 1968, o existiendo en el mundo hasta trece millones de refugiados palestinos resultado de la Nakba de 1948, el éxodo masivo por el que los palestinos fueron obligados a dejar la tierra donde nacieron.Lo dice además uno de los que más rabiosamente se oponen a que los refugiados tengan alguna esperanza de volver, aunque sea con nacionalidad israelí, dado que Lieberman y Netanyahu pretenden que los palestinos reconozcan el carácter judío del Estado de Israel. Clinton le replicó diciéndole lo que el otro sabía que le iba a decir: que para los intereses y los proyectos de EEUU en la región –que pasan necesariamente por la pacificación del conflicto palestino-israelí y la creación de los Dos Estados- la congelación total y absoluta de cualquier tipo de ampliación de las colonias israelíes es imprescindible, y que Washington no aceptará otra cosa. Lieberman replicó que la ampliación por motivos de “crecimiento natural” era algo que la administración Bush conocía y asumía, pero la Secretaria de Estado le aclaró que no hay constancia escrita de ningún tipo de acuerdo secreto con los israelíes respecto de la expansión de los asentamientos. "Al analizar la historia de la administración Bush, no hubo acuerdos aplicables informales ni orales", le aclaró.Si bien es cierto que la presión norteamericana ha conseguido hacer retroceder al aparentemente inmovible gobierno de Tel Aviv, las prebendas y condiciones que exigen a cambio son tan inaceptables para los palestinos como para los estadounidenses. Los gobiernos de Washington y Tel Aviv sólo pueden chocar y acabar apartando del camino al otro.

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