Brasil, Lula sin Oposición

El éxito de los programas sociales de Lula

Cuando falta todaví­a un año y medio para las elecciones presidenciales en Brasil, los posibles sucesores de Luiz Inacio Lula da Silva saben que el verdadero rival para batir es, precisamente, ese aura que envuelve al mandatario: el lulismo, un daguerrotipo perfecto del espí­ritu popular brasileño. Sustituir al hombre que representa al espí­ritu del pueblo brasileño, ese que viaja en un pau-de-arara, el camión informal que traslada, como si fueran en un gallinero, a los empobrecidos trabajadores del Nordeste hacia el próspero sur.

Pese a las amenazas de una rofunda crisis financiera y los nuevos números en baja respecto de la producción económica del gigante sudamericano, con el 84 % de su aprobación el mandatario brasileño logró el nivel más alto para un gobernante en nueve años, mientras su gestión de gobierno llegó al 72,5 % en una consulta realizada a 2000 ciudadanos en 24 de los 27 estados brasileños por la consultora Sensus.Se trata de un respaldo histórico que supera el alcanzado en enero de 2003, cuando Lula acababa de asumir la presidencia en su primer Gobierno con un 83,6 por ciento de respaldo popular en la misma encuesta.La imagen del lí­der brasileño se vio golpeada en su primer mandato (2003-2006) por una ola de escándalos entre altos miembros de su gobierno y de su partido PT, aunque no lo involucraron a él personalmente. Sin embargo, logró recuperarse gracias a los éxitos económicos de su gestión. Esta tuvo dos partes bien diferenciadas: en la primera presidencia Lula puso el acento en la ortodoxia y la buena relación con los mercados internacionales. En la segunda, con el buen crédito internacional asegurado, dio más espacio a los programas sociales pero sin dejar de cuidar al sector privado.Lula tiene apoyo ampliamente mayoritario en todos los sectores de la población: ya sea por nivel de renta, por regiones, por nivel educacional o por edad. Pero en el nordeste y entre los más pobres, su apoyo es todaví­a más abrumador.En sus primeros cuatro años de gobierno, Lula gastó unos 13.000 millones de dólares en planes de atención a un total de 44 millones de pobres, cuyo puntal es el Bolsa Familia, destinada en gran parte a las regiones más desfavorecidas del noroeste. «Bolsa Familia» es el exitoso programa de transferencia de renta creado en el gobierno anterior pero ampliado – y mucho – por Lula. Atiende 11 millones de familias y establece ciertos condicionantes. O sea, las familias que lo reciben tienen que mantener los hijos en la escuela y seguir un programa de vacunación. La Bolsa Familia distribuye mensualmente unos 350 millones de dólares entre 11 millones de hogares pobres.Lula consiguió ampliarlos pese a las restricciones presupuestales del ministerio de Economí­a y las débiles tasas de crecimiento económico de Brasil. Los gastos del Bolsa Familia equivalen al 0,5% del PIB y organismos internacionales tendieron una mano para brindar asistencia. El Banco Mundial le abrió a Brasil una lí­nea de crédito de 572 millones de dólares para apoyar el Bolsa Familia. El programa ha sido elogiado internacionalmente y muchos paí­ses estudian su implantación.El Banco Mundial destacó que, «aunque joven», el programa ya ha dado «algunos resultados», y mencionó entre ellos mejoras en las economí­as locales, fuerte implantación entre los más pobres y beneficios en la atención educativa y alimentaria de los niños.Ya en el 2006 el estudio, dirigido por el jefe del Centro de Polí­ticas Sociales de la Fundación, Marcelo Neri, subrayó que la disminución de las desigualdades registrada bajo el mandato de Lula y parte del perí­odo de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, determinó que Brasil cumpliese las metas del milenio acordadas por los miembros de Naciones Unidas que debí­an ser alcanzadas en el perí­odo de 1990 a 2015 para elevar el nivel de vida de quienes viven con el equivalente a un dólar por dí­a o menos.En el Gobierno de Lula, ‘los pobres fueron los que más ganaron, pues la renta de ellos creció a un ritmo anual del 8,4%, casi el doble del 3,7% del de los ricos’, explicó Neri al entregar su estudio. El fenómeno, según el economista, tiene el nombre de Bolsa Familia, el programa social lí­der que ha marcado al Gobierno de Lula.La conclusión confirma un estudio divulgado por Datafolha, el centro de investigaciones del diario ‘Folha de Sao Paulo’, que estimó que en los años de Gobierno de Lula más de seis millones de personas habí­an roto los techos de pobreza e ingresado a los niveles de clase media.El estudio destaca que bajo Lula y sus programas sociales la pobreza disminuyó del 28,1% de la población total brasileña al 22,7%. Este porcentaje significa un total de 42 millones de brasileños. Pero la diferencia con el porcentaje anterior es de unos 10 millones de personas: casi toda la población de Ecuador (13 millones) o más que la de Bolivia (8,5 millones).Además de eso, otros programas sociales también sirvieron para crear la imagen de Lula como el presidente de los pobres. Programas de inclusión social como el Prouni, que distribuye becas de estudio en la universidad para alumnos que provienen de la red pública de enseñanza y el polémico sistema de cuotas raciales para el ingreso de negros e indios en las universidades, dieron al gobierno de Lula una fuerte marca de compromiso con los excluidos. Otros programas como los de créditos a intereses bajos en los bancos estatales y los de estí­mulo de la agricultura familiar, y otros menos imponentes como la distribución gratuita de libros didácticos y de merienda escolar y la implantación de la red eléctrica en regiones muy pobres, sirvieron para consolidar esa marca de Lula.El plan más ambicioso lanzado este año, un programa para la construcción de un millón de casas que apunta a reducir un inmenso déficit de viviendas y atajar la crisis global, dando fuerza a la actividad económica. El objetivo del plan serán las familias de renta baja y media, que tienen ingresos de hasta diez veces el salario mí­nimo, que hoy es de 465 reales (186 dólares).Según un estudio todaví­a no publicado y realizado por la cientí­fico polí­tica Lúcia Avelar, directora del instituto de Ciencias Polí­ticas de la Universidad de Brasilia, con los programas de transferencia de renta muchas oligarquí­as regionales de la derecha perdieron un canal de negociación con los electores. O sea, los estratos más pobres de la población superaron la dependencia del clientelismo de los grupos polí­ticos y comenzaron a encarar los programas sociales más como un derecho de ellos que como un favor del Estado. El mayor y más prestigioso partido de la oposición, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), fundado por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, que gobernó el paí­s durante ocho años antes de llegar el huracán del fenómeno Lula, se ha rendido ante los programas sociales del actual Gobierno. Con miedo a oponerse frontalmente al proyecto social de la Bolsa Familia, que ha dado a Lula su gran popularidad nacional, sobre todo entre los más necesitados, el presidente nacional del PSDB, Sergio Guerra, recordó que el famoso programa social ha sido sólo una continuación y una ampliación de un programa similar creado por el Gobierno del PSDB de Cardoso y que el partido, si llega de nuevo al poder en 2010, intentará mantenerlo y perfeccionarlo.Y eso que las crí­ticas anteriores hechas hacia la Bolsa Familia, acusada de ser un programa «asistencialista» y» un voto cautivo». El próximo Gobierno, si gana el PSDB, no irá contra los logros sociales de Lula, ahora se quieren apuntar los grandes logros de la polí­tica social de lula como precursores y ahora pasaran ser más Papistas que el Papa. Sea quien sea el ganador de las próximas elecciones no podrá tirar atrás los avances exitosos y consolidados del único presidente que ha conseguido darle la vuelta a generaciones de pobreza y exclusión social.

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