Nuñez Feijoo, futuro presidente gallego por el PP, propone un "plan de austeridad"

El «estilo» Feijoo

«Con el Audi de Touriño se podrí­an comprar 24 ambulancias». Esta frase de Alberto Núñez Feijoo sintetiza uno de los ejes de la victoriosa campaña del PP, hurgando en los «excesos de nuevos ricos» y el «despilfarro burocrático» que han presidido la gestión del bipartito al frente de la Xunta. Feijoo ha anunciado que, como presidente de la Xunta, reducirá un 25% el número de consejerí­as, un 40% los altos cargos y asesores, e impondrá un «plan de austeridad» en la administración. Algunos medios califican ese tijeretazo a los presupuestos públicos como expresión de una «polí­tica liberal y de derechas». ¿Pero por qué es de derechas la «austeridad», y de izquierdas el abuso, siempre para alimentar el monstruo burocrático, del dinero de todos?

Feijoo es un extraño caso de heterodoxia en el seno del PP. Votó a Felie González en el 82, se vió obligado a buscar trabajo cuando, en plena crisis de los ochenta, su padre pasó a engrosar las filas del paro, y, aunque es profundamente católico, considera que "el matrimonio es la institución menos democrática que hay", y predica con el ejemplo viviendo con su novia sin pasar por la vicaría.Feijóo, al que es difícil encuadrar en la "derecha tradicional y casposa", pertenece al clan "del birrete" del PP gallego -representando a los sectores urbanos-, enfrentado virulentamente al clan "de la boina" -integrado por los sectores caciquiles rurales"-. Y fue el hombre elegido por Rajoy para "centrar" al partido en su patria chica.Es evidente por qué PSG y BNG han perdido las elecciones. La deriva disgregadora y excluyente impuesta por el tándem Touriño-Quintana, y los excesos suntuarios de ambos en plena crisis han causado un efecto electoral devastador.Feijoo ha anunciando la supresión de la red de Galaescolas -escuelas infantiles íntegramente en gallego, que excluían la posibilidad de escolarización en castellano-, punta de lanza de la política lingüística excluyente. Garantizando la libertad de elección de los padres de la lengua en que estudien sus hijos.Pero también propone medidas económicas que han contado con la aprobación mayoritaria de los gallegos.Touriño le ha puesto muy fácil algunas. Como el compromiso de vender el Audi presidencial -150.000 euros más caro que el cadillac de Obama-, y devolver el suntuario mobiliario -valorado en cuatro millones de euros- adquirido por Touriño para despacho oficiales.Más importante, y estructural, es su anunciado plan de austeridad en la administración pública. Feijoo va a rescindir por decreto los contratos de 47 altos cargos -con coche oficial y un salario de 50.000 euros-; reducir drásticamente el número de delegados provinciales de la Xunta desde 52 a 5; y limitar el ejército de asesores de las diferentes consellerias, de los que muchas veces ni siquiera hay constancia, contra lo regulado en la Ley de Transparencia.Estas simples medidas van a supone una reducción del 40% en los altos cargo y asesores, con un ahorro para las arcas públicas de 100 millones de euros.Pero eso no es todo. El nuevo presidente de la Xunta aplicará recortes en la denominada "administración paralela", entes adscritos a la Xunta y cuestionados por el Consejo de Cuentas de Galicia por escapar al control directo y constituir un foco de clientelismo.Con estas medidas se ahorrarán 120 millones de euros de los presupuestos públicos.Estos datos dan una idea del agujero negro que para las arcas pública supone el mantenimiento de un gigantesco aparato burocrático. Si el gobierno gallego sigue funcionando con normalidad suprimiendo casi la mitad de asesores y organismos paralelos, ¿entonces para qué estaban?, ¿para alimentar una red clientelar pública con cargo al dinero de todos?Algunos medios se han lanzado a fulminar estas medidas tachándolas de "liberales" y "derechistas", y anuncian una reducción de las prestaciones sociales.Esto no es más que demagogia burocrática, expresión del temor cerval a perder los presupuestos públicos como granero de prebendas, privilegios, control social a través de generosas subvenciones… dilapidando recursos públicos que deberían estar destinados a impulsar la economía productiva o ampliar los gastos sociales.Lo que puede criticarse a las medidas de Feijoo es su tibieza. Sólo con dos sencillas medidas se han ahorrado 220 millones de euros. ¿Cuántos parados, que ahora no cobran prestación alguna, pueden pasar a recibir subsidio con ese dinero?Feijoo tiene el límite de la gigantesca trama burocrática y clientelar anidada en su propio partido, el PP gallego, a la que el aparto del partido no está dispuesto a a renunciar.Lo que debe exigirse es un drástico y radical corte en los focos de infección burocrática, elevados a la máxima potencia en las administraciones autonómicas, auténticos agujeros negros que devoran el dinero de todos. Y financiar con ese ahorro un plan de choque contra la crisis.

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