El Observatorio

El Estado fragmentado

Escrito a lo largo de la primera legislatura de Zapatero (cuando éste trató de implantar, ví­a Estatut de Cataluña y ví­a negociaciones con ETA, un modelo de Estado confederal, sin que los españoles se dieran cuenta y sin consultarlos sobre ello), «El Estado fragmentado» (Editorial Trotta, 2006), de Francisco Sosa Wagner, fue prácticamente la única propuesta de reflexión teórica y polí­tica de cierto peso que se publicó en España contra aquella «aventura polí­tica» taimada, oculta y desvertebradora, llevada a cabo sin el menor debate público, y que, pese a todo, acabó levantado un viento contrario de unidad, que se ha ido haciendo cada vez más fuerte.

Ante ese viento, Zaatero se vio obligado a “replegar velas” y a guardar en el cajón el proyecto, a fin de no de perder las elecciones. Pero, sin embargo, de aquella “aventura” aún quedan notables secuelas (empezando por la sentencia del TC sobre el Estatut, que lleva ya tres años de retraso, y se acaba de aplazar de nuevo; y terminando con la reciente negociación sobre la financiación autonómica, que ha puesto fin al criterio de solidaridad interregional vigente en España desde la Constitución del 78) y, de forma larvada, el empeño de Zapatero de persistir en ese modelo, maniobrando para que el TC no dé una sentencia negativa, tolerando que Cataluña “funcione” en todos los sentidos como una “nación” aparte (la reciente ley de educación “sólo en catalán” es un caso obvio, como lo son también las “embajadas” de Carod) y asumiendo “con toda naturalidad” el chantaje de la financiación. O socavando, como está socavando, el pacto PSOE-PP en Euskadi, con vistas a retornar lo más pronto posible a un nuevo entendimiento con el PNV, una vez difuminada la sombra de Ibarretxe.Continúa pues activa la “pulsión confederal” (de la que Zapatero hizo un nuevo canto en el último Comité Federal del PSOE) y el proyecto disgregador e insolidario que representa, y, en consecuencia, continúa en vigor el interés del libro de Sosa Wagner, cuyo compromiso teórico ha pasado, mientras tanto, a ser también político, al incorporarse a UPyD, cuya candidatura a las elecciones europeas encabezó con un éxito verdaderamente espectacular.El libro (escrito en colaboración con su hijo Igor) consta de tres “cuadernos” unidos por un hilo perfectamente perceptible. El primero (y sin duda el más interesante) se ocupa de estudiar con notable detalle el modelo “dual” (hoy lo llamaríamos “confederal”) de la Monarquía austro-húngara, un modelo que ha estado presente en el debate político español desde la emergencia, a finales del siglo XIX y principios del XX, de los nacionalismos vasco, catalán y gallego, que se reavivó en el último tercio del siglo pasado con motivo de la construcción del actual Estado Autonómico y que ha seguido proporcionando munición teórica en las últimas reformas estatutarias (sobre todo, la del Estatuto catalán) con fórmulas tales como “nación de naciones”, “Estado plurinacional”,”lengua propia”, etc.El libro radiografía históricamente aquel “modelo” y, sobre todo, explicita las querellas intestinas que paso a paso acabaron dando al traste con él, disolviendo aquella unidad de nacionalidades diversas en una pléyada de pequeños Estados independientes, incapaces de dotarse de un proyecto propio, y que acabarían siendo juguetes rotos en manos de las potencias que acabarían protagonizando el turbulento siglo XX en Europa (Alemania, Rusia…). Una breve historia del trágico destino de naciones como Hungría o la República Checa desde su “emancipación” en 1919 hasta, por ejemplo, 1989 (fecha de caída del muro de Berlín) podría haber completado este estudio, dando así cumplidas espectativas al lector sobre adónde fue a parar realmente aquel experimento de la “nación de naciones” o del “Estado plurinacional”.Pero este déficit no le merma interés al libro, sobre todo porque el lector puede percibir rápidamente las similitudes existentes, por ejemplo, entre la ideología y las reivindicaciones de las castas políticas nacionalistas de entonces (en especial de la húngara) y la ideología y las demandas de, por ejemplo, los nacionalistas catalanes. De especial interés es el desarrollo que Wagner hace sobre la utilización de la “lengua propia” en la estrategia nacionalista, así como del afán de una parte del territorio de tener una relación privilegiada (el caso de Hungría entonces, el caso de Cataluña hoy) y de cómo las concesiones en uno y otro terreno acabaron dando pie al desmoronamiento general del sistema y su disgregación final.En el segundo “cuaderno” del libro, los autores pasan del “relato histórico” al “combate político”, denunciando con toda claridad y sin ninguna retórica el disparate que representa la nostalgia o añoranza de un modelo, el austro-húngaro, que condujo a la disgregación y al desastre. ¿Para qué repetir una historia cuyo desenlace trágico ya conocemos?Pero el nacionalismo no atiende a razones. Como recuerdan oportunamente los Wagner, fue el gran escritor Joseph Roth (nativo del Imperio austro-húngaro) quien, en su célebre novela “La marcha Radetzky” (verdadera obra maestra sobre el fin de aquel imperio), hace decir a un aristócrata: “los pueblos ya no van a la iglesia porque la nueva religión es el nacionalismo”. ¿Adónde vamos con esta fe a comienzos del siglo XXI, señor Zapatero?

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