El escenario de la quiebra

«Los paí­ses de la periferia de la zona del euro padecen hoy sistemas financieros con dificultades, grandes déficit fiscales, rápido aumento de los ratios de deuda en relación al PIB, altas tasas de interés, malas perspectivas para el crecimiento y la falta de un banco central que sea capaz de monetizar la deuda. Si estos indicadores se aplicaran a los paí­ses emergentes normales, la suspensión de pagos parecerí­a inevitable. Esto nos lleva a la segunda cuestión: ¿la zona euro acometerá los cambios necesarios para evitar las quiebras? La respuesta es: probablemente no»

Lo que se anuncia es una mezcla de transferencias fiscales desde aís solventes y de austeridad en los insolventes. Para los primeros será importante, para los segundos doloroso. Esta tensión podría ser manejable si un retorno a la normalidad pudiera ser probable. Este no es el caso. Lo probable es que esta situación continúe. Peor aún, una vez que un país se ha visto obligado a reestructurar su deuda y ha visto una parte sustancial de su sistema financiero evaporarse, los costes adicionales de la restauración de su moneda antigua deben parecer bastante modestos. De eso también son conscientes los inversores. De ahí que estos temores estén aumentando las posibilidades de movimientos de retirada a la vista de las deudas de los países más débiles. (LE MONDE / FINANCIAL TIMES) DEUTSCHE WELLE.- Las expectativas en el euro son inmensas. Y el debate en torno a la asistencia que presta Bruselas a los países en crisis se encendió aún más después que Alemania y Francia enterraron el viernes tanto la posibilidad de emitir bonos soberanos conjuntos o eurobonos como una ampliación del fondo de rescate a los países de la zona del euro que atraviesan dificultades. La canciller germana, Angela Merkel, y el presidente galo, Nicolas Sarkozy, expresaron en la ciudad alemana de Friburgo ese rechazo, pero también su compromiso con el euro, tras el Consejo de Ministros que ambas naciones celebran semestralmente, Francia-R. Unido. Le Monde/Financial Times El escenario de la quiebra Martin Wolff ¿Sobrevivirá la zona euro en su forma actual? Para responder a esta pregunta, debemos examinar tres puntos precisos. Uno: ¿cuál es la probabilidad de una ola de quiebras soberanas? Dos: ¿la zona euro procederá a los cambios necesarios para evitarla? Tres: ¿la zona euro podrá sobrevivir a estos cambios? Lo que acaba de pasar en la periferia de la zona euro, los especialistas de países emergentes lo conocen bien: es un “frenazo brutal”. La financiación se ha agotado, los precios de la vivienda se han hundido, la construcción se ha paralizado, los gobiernos han garantizado las deudas de unos sistemas financieros deteriorados, las economías se han ralentizado y los déficit presupuestarios han explotado Es más sorprendente constatar cómo el riesgo de los bancos está correlacionado con el de los Estados. Si tienen problemas, es en parte debido a que algunos bancos son demasiado grandes para dejarlos caer y demasiado grandes para ser salvados. La cuestión es si estos países pueden evitar una reestructuración de la deuda soberana. En este punto, el profesor Kenneth Rogoff, de Harvard, que una vez fue economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), no es optimista (…) ¿Por qué se tiene derecho a ser tan pesimistas? La característica principal de los préstamos a los Estados es la falta de garantías. La seguridad de los acreedores depende también de su habilidad para vender la deuda a otros a un precio razonable. Si esa confianza desaparece, la liquidez se agota y los Estados se ven llevados a la quiebra. Pero entonces, ¿qué es lo que determina la confianza? En una palabra: la sostenibilidad. Esta a su vez depende de la relación entre el crecimiento económico y la tasa de interés real esperada. Cuanto más bajo el crecimiento y altas las tasas de interés, el superávit primario (antes del pago de intereses) será más alto – y por lo tanto más alto será el precio político a pagar en el futuro. Cuanto mas alto sea este coste, menos confianza tendrán los inversores y más subirán las tasas de interés. Se entra entonces en una espiral infernal. Los países de la periferia de la zona del euro padecen hoy sistemas financieros con dificultades, grandes déficit fiscales, rápido aumento de los ratios de deuda en relación al producto interior bruto (PIB), altas tasas de interés, malas perspectivas para el crecimiento –en parte debido a la pérdida de competitividad– y la falta de un banco central que sea capaz de monetizar la deuda. Si estos indicadores se aplicaran a los países emergentes normales, la suspensión de pagos parecería inevitable. Esto nos lleva a la segunda cuestión: ¿la zona euro acometerá los cambios necesarios para evitar las quiebras? La respuesta es: probablemente no. Una razón para esto es que los acreedores desean estas quiebras. Aunque Alemania ha propuesto que esto sólo se aplique a las deudas futuras. Fondos insuficientes para financiar a los países débiles Pero para los mercados de capitales, el futuro es siempre ahora. Además, los fondos disponibles no son suficientes para financiar a todos los países debilitados durante el suficiente tiempo como para poder evitar la quiebra, especialmente porque estos países deberán pasar por la deflación y la reestructuración antes de volver a la senda del crecimiento. Como ha señalado Desmond Lachman, del American Enterprise Institute, en un artículo que acaba de firmar en nombre del Legatum Institute en Londres, lo esencial es el crecimiento previsible. Pero dada la falta de flexibilidad de los tipos de cambio y el elevado nivel de las tasas de interés, reducir el déficit presupuestario sin tomar otras medidas podría exacerbar las crisis. Lo que nos lleva a mi última pregunta: ¿la zona euro podría sobrevivir a una oleada de reestructuraciones de la deuda? El punto a destacar de inmediato es que una crisis así puede ser de muy gran amplitud, porque es casi seguro que una reestructuración desataría otras. Por otra parte, el sistema bancario podría verse seriamente afectado: al final de 2009, por ejemplo, los préstamos consolidados de los bancos franceses y alemanes en relación con los cuatro miembros más vulnerables de la zona euro representaban el 16% y 15% del PIB francés y alemán. Para todos los bancos europeos, las deudas ascendían al 14% del PIB de la UE. Por lo tanto, cualquier riesgo grave de una reestructuración de la deuda soberana podría generar una retirada masiva de los acreedores y, en el peor de los casos, abrir un nuevo capítulo en la crisis financiera mundial. Sería necesario proceder a nuevas inyecciones de capital público en los bancos. Una crisis así no se traduciría necesariamente, sin embargo, en una disolución de la unión monetaria. La unión monetaria podría sobrevivir las crisis financieras y a la suspensión de pagos del sector público. La cuestión es de voluntad política. Lo que se anuncia es una mezcla de transferencias fiscales desde país solventes y de austeridad en los insolventes. Para los primeros será importante, para los segundos será doloroso. Esta tensión podría ser manejable si un retorno a la normalidad pudiera ser probable. Este no es el caso. Lo probable es que esta situación continúe. Peor aún, una vez que un país se ha visto obligado a reestructurar su deuda y ha visto una parte sustancial de su sistema financiero evaporarse, los costes adicionales de la restauración de su moneda antigua deben parecer bastante modestos. De eso también son conscientes los inversores. De ahí que estos temores estén aumentando las posibilidades de movimientos de retirada a la vista de las deudas de los países más débiles. Para los escépticos, la pregunta siempre ha sido hasta qué punto una unión monetaria entre economías desiguales y dirigida por una débil solidaridad mutua llegaría a ser fuerte. Sólo una crisis podía ser la respuesta a esta pregunta. Por desgracia, la crisis actual es la peor desde hace ochenta años. ¿Las medidas sobre las cuales la zona euro es capaz de llegar a acuerdos serán suficientes para mantener su cohesión? No lo sé. Pero lo sabremos muy pronto. LE MONDE / FINANCIAL TIMES. 13-12-2010 Alemania. Deutsche Welle Una cumbre decisiva para el euro Con enmienda del Tratado de la UE, líderes europeos sentarán bases legales para seguir enfrentando la crisis financiera que golpea a Grecia, Irlanda, Portugal y España durante estos 16 y 17 de diciembre en Bruselas. Las expectativas en el euro son inmensas. Y el debate en torno a la asistencia que presta Bruselas a los países en crisis se encendió aún más después que Alemania y Francia enterraron el viernes tanto la posibilidad de emitir bonos soberanos conjuntos o eurobonos como una ampliación del fondo de rescate a los países de la zona del euro que atraviesan dificultades. La canciller germana, Angela Merkel, y el presidente galo, Nicolas Sarkozy, expresaron en la ciudad alemana de Friburgo ese rechazo, pero también su compromiso con el euro, tras el Consejo de Ministros que ambas naciones celebran semestralmente, Lo que buscarán en concreto los líderes de la UE esta semana será insertar dos incisos en el tratado de la Unión Europea para allanar el camino a la creación del Mecanismo de Estabilidad Europea (MEE), a partir del 2013, como reza el borrador del mismo. Presionar la consolidación de arcas fiscales El MEE abrirá el camino para que inversionistas del sector privado asuman una pérdida en caso de una reestructuración de deuda soberana, lo que pondría presión del mercado sobre los Gobiernos para que desarrollen políticas fiscales sólidas y eviten otra crisis de deuda soberana. El MEE entregaría además apoyo financiero a países de la zona euro que sufren de problemas de liquidez, aunque no de solvencia, mediante un fondo que, probablemente, sea mayor que el actual fondo de rescate por 750.000 millones de euros que la zona euro tiene a su disposición. Pero para crear el MEE, Alemania y Francia insistieron en que la máxima ley de la UE, el tratado, debía ser enmendado para que sus operaciones no sean impugnadas como inconstitucionales por las cortes alemanas. Ayuda financiera con estrictas condiciones Por ello es que los líderes del bloque de 27 naciones acordarían enmendar el tratado mediante la adición de las dos líneas siguientes al actual artículo 136: "Los Estados miembros cuya moneda es el euro podrán establecer un mecanismo de estabilidad para salvaguardar la estabilidad del área euro como un todo. La garantía de ayuda financiera bajo el mecanismo estará sujeta a condiciones estrictas". El MEE se basará en el acuerdo logrado por los ministros de Finanzas de la zona euro el 28 de noviembre. En Alemania la canciller, Angela Merkel, “insiste en que el mecanismo de ayudas sólo podrá ponerse en marcha en caso de que afecta a toda la eurozona”. Además de que una medida de este tipo tendría que ser aprobada por todo el pleno. ¿Y quién defiende el bolsillo de los contribuyentes? En medio de la discusión, bancos e inversionistas alemanes han calculado las cuentas pendientes en los países en crisis llegando a una suma que sobrepasa el medio billón de dólares. El Banco para el Equilibrio de Cuentas (BIZ), con sede en Basilea, Suiza, reporta que en Irlanda, Portugal y España hay personas, empresas e instituciones que le deben a inversionistas alemanes unos 388 mil millones de euros Por país y deuda con Alemania en dólares y al término del año 2010 el BIZ menciona primero a España con 216,6 mil millones de dólares; Irlanda con 186,4, Grecia con 65,4 y, por último, aunque no menos importante, Portugal con 44,3 mil millones de dólares. Merkel invita a polacos y checos a la eurozona Pero a pesar de la alta deuda con Alemania y los actuales problemas con la estabilidad del euro, un diario checo resalta que la canciller alemana, Angela Merkel, les hizo recientemente una propuesta audaz a la República Checa y a Polonia. Merkel le habría dicho al primer ministro checo, Petr Necas, y al primer ministro de Polonia, Donald Tusk, que acogería con agrado a sus países en la zona euro, como reportó hoy el diario Lidove Noviny, de Praga. Como cualquier país que entró al bloque también la República Checa y Polonia estarían obligados a contribuir a su mecanismo de ayuda. Los checos son renuentes a fijar una fecha de entrada al euro, y han dicho que los costos de cambiar a la moneda común son muy altos. En este momento, los checos, como varios miembros que ya integran la zona euro, no cumplen los criterios de entrada fiscal, que exigen un déficit fiscal menor al 3 por ciento del Producto Interno Bruto. Así que también en el Este europeo se mira con gran expectativa hacia la cumbre de Bruselas de los próximos jueves 16 y viernes 17 de diciembre. DEUTSCHE WELLE. 12-12-2010

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