Acusaciones de escuchas masivas de Obama

El emperador perseguido por sus propios espí­as

Dos revelaciones consecutivas del diario británico The Guardian y el norteamericano The Washington Post sacaban a la luz los dos programas secretos de vigilancia masiva de las comunicaciones de ciudadanos estadounidenses y del resto del mundo a la que se dedican desde hace años las agencias de inteligencia de EEUU.

Gracias a estos programas, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y el FBI han tenido acceso directo y de manera secreta a los servidores de las mayores compañías telefónicas y de nueve de las más importantes compañías de Internet: Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple.Todo apunta, además, a que todas ellas cooperaron de manera consciente en esta iniciativa que se lleva desarrollando desde 2007. Una comisión bipartidista del Congreso conocía y autorizó el programa secreto, pero sus miembros fueron obligados por juramento a no revelar nada sobre su existencia.«Un poder imperial en su ocaso trata de controlar todo lo que se mueve a su alrededor» Las órdenes secretas, apoyadas en la Patriot Act que se aprobó tras los atentados del 11-S, permiten a las agencias de inteligencia e investigación recopilar tanto las llamadas telefónicas hechas desde EEUU hasta el contenido de los correos electrónicos, los archivos enviados, las conversaciones de chat y los audios, vídeos y fotografías enviados por internet. Un auténtico Gran Hermano Imperial que, en nombre de la lucha contra el terrorismo, sin ningún control y en la más completa impunidad, se autootorga el derecho de intervenir las comunicaciones de la gente, espiar a los periodistas o matar mediante drones (aviones no tripulados) a cualquier persona en cualquier lugar del mundo.Una vez conocidos los hechos, el director nacional de Inteligencia James Clapper, el más alto cargo del espionaje en EEUU, ha afirmado que la revelación del programa por parte de la prensa es un acto “reprobable” que “pone en riesgo” la seguridad de los estadounidenses. Afirmación a la que se sumaba el propio Obama que, en un ejercicio de cinismo insuperable, ha traicionado sus promesas electorales, haciendo suyo un programa secreto de espionaje masivo aprobado por Bush al que ha llevado mucho más lejos de lo que jamás se atrevió su antecesor. Un ejercicio omnímodo del poder, abuso de autoridad y actuación a espaldas de los ciudadanos que no hace sino reflejar la creciente necesidad de un poder imperial en su ocaso de tratar de controlar todo lo que se mueve a su alrededor. Todo esto, sin embargo, no deja de rezumar un cierto aire de hipocresía. ¿Acaso quienes hoy se mesan los cabellos por esta intromisión en la privacidad y la libertad individual desconocían que esta es una practica más que reiterada por las agencias de inteligencia de EEUU? El propio parlamento europeo que ha puesto el grito en el cielo por el espionaje a sus ciudadanos, ¿no denunció hace ya años a la red Echelon que mediante un sistema de satélites militares norteamericanos interceptaba las comunicaciones entre gobiernos, empresas y ciudadanos? Entonces, ¿a qué viene ahora tanto revuelo? ¿Ha tomado en 10 años la UE ni una sola medida para impedir la actividad de la red Echelon?El emperador perseguido por sus espías«Hay que preguntarse qué fuerzas dotadas de suficiente poder hay detrás y qué buscan» En realidad, la novedad más importante de la salida a la luz del espionaje masivo, no reside tanto en la certificación de algo que –como cínicamente ha reconocido el presidente ruso Putin, otro gran aficionado este tipo de actividades ilícitas– todo el mundo ya sabía, sino en las consecuencias políticas de la revelación. El escándalo de las escuchas se suma al reciente del espionaje de los periodistas de Asociated Press, el uso de drones a gran escala, la huelga de hambre de los presos de Guantánamo o el inminente juicio al soldado Mannig, autor de las filtraciones a Wikileaks que permitieron conocer los numerosos crímenes de guerra perpetrados en nombre de la “guerra contra el terrorismo” tanto por la administración Bush como por la de Obama.El encadenamiento de todos estos sucesos no han hecho mas que debilitar la presidencia y el liderazgo de Obama, en una secuencia que empieza a recordar sospechosamente el acoso sufrido pro Cintosn, también unos meses después de iniciado su segundo mandato, con el caso Lewinski. Cómo se recordará, a partir de aquel momento Clinton, cuyo mandato expiraba 3 años después, quedó convertido en un “pato cojo”, sin credibilidad ni liderazgo para acometer ninguna reforma. Entonces, la mayoría pensó que detrás del affaire Lewinsky había poderosos lobbies que buscaban paralizar la reforma de la Seguridad Social, promesa estrella de Clinton durante su campaña por la reelección. Sin embargo lo que de verdad se estaba tramando –como pudimos comprobar después– era abrir la puerta de la Casa Blanca al proyecto de los sectores más reaccionarios, agresivos y militaristas del complejo militar-industrial, encarnado en la presidencia de George W. Bush. Era necesario minar la popularidad de quien hoy sigue siendo todavía uno de los presidentes más apreciados por el pueblo estadounidense para permitir que Bush –aunque fuera con el fraude electoral de Florida y el posterior golpe de Estado jurídico del Supremo– alcanzara la presidencia. De entonces, de la insólita situación de un “emperador perseguido por su propio pene” –como la calificamos en nuestras publicaciones– deberíamos sacar todos al menos una enseñanza. Que el hombre supuestamente más poderoso del mundo vea tambalearse la tierra bajo sus pies, no pude ser, en ningún caso, fruto de la actuación de una becaria, ayer, o de un empleado de la CIA hoy. Cuando esto ocurre, hay que preguntarse siempre qué fuerzas dotadas de suficiente poder hay detrás. Y, sobre todo, que es que lo buscan. El tiempo, a buen seguro, nos dará las respuestas.

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