El tribunal militar israelí­ concluye que no hubieron crí­menes de guerra en Gaza

«El ejército más ético del mundo»

No sólo han desatado una tormenta de muerte y fuego sobre la franja de Gaza, sino que se jactan de ser «uno de los ejércitos más éticos del mundo». Con una pasmosa complacencia goebblesiana, el ministro de Defensa Ehud Barak -titular también durante la ofensiva del gobierno Olmert- se mostró complacido por la sentencia del tribunal militar del Tsahal, que no encontró «ni un sólo caso en el que un soldado haya disparado contra civiles de forma premeditada para matarlos», ni una sola evidencia de crí­menes de guerra. Barak se jactó de que la sentencia probara que las fuerzas armadas israelí­es tienen un comportamiento impecable y de que «no tiene miedo a investigarse a si mismo». La OLP respondió en un comunicado con amarga ironí­a: «si los criminales tuviesen la oportunidad de juzgarse a si mismos, las cárceles de todo el mundo estarí­an vací­as».

Todo se destaó a principios de febrero, en la Escuela militar de Tivón, cuyos quintos creían haber acudido a escuchar las hazañas bélicas de los veteranos de la operación `Plomo Fundido´. "En Gaza hicimos cosas que diez días antes nos hubieran parecido horribles y que en aquellos momentos, con los bombardeos y viendo a los compañeros heridos, nos parecían normales", confesó un soldado días después del final de la masacre ante el público atónito. "Cuando entrábamos en una casa debíamos tirar la puerta y empezar a disparar dentro y subir piso a piso. Yo a eso le llamo asesinato. En cada piso, identificábamos a una persona y le disparábamos, yo me preguntaba: ¿cómo puede esto tener sentido?", relató entonces. Otro jefe de escuadrón confesó cómo el comandante de la compañía "ordenó que se disparase y matase a una anciana palestina que caminaba por una carretera a unos cien metros de la vivienda que la compañía se había incautado". "Fue un asesinato a sangre fría". Otra confesión detalló el asalto a una vivienda para tomar posiciones elevadas en la ocupación de un barrio. Después de tomar una vivienda con una familia entera dentro, "Dejó a la familia irse y les dijo que salieran por la derecha. La madre y sus dos hijos no entendieron y se fueron por la izquierda. El francotirador que estaba apostado en el tejado no había recibido la orden de dejarlos ir, e hizo lo que se supone que tenía que hacer". Como éstas, otros muchos testimonios de las propias tropas detallan los crímenes de guerra cometidos por el Tsahal contra la población civil palestina. Uno a uno han sido desestimados, obviados, en las investigaciones, dirigidas por cinco oficiales con el rango de coronel. Su veredicto concluye que soldados israelíes no mataron de forma deliberada a ningún civil palestino. "No hemos encontrado un sólo caso en el que un soldado haya disparado contra civiles de forma premeditada para matarlos", declaraba ayer el subjefe del Ejército, Dan Harel. Caso cerrado. El uso de fósforo blanco –material incendiario que provoca que los órganos vitales se quemen por dentro- totalmente detallado con todo tipo de pruebas de cientos de informes médicos, ha sido despachado con la misma celeridad. “Sólo unos pocos proyectiles de fósforo han sido disparados”, concluye el informe, a pesar de que los medios de comunicación de todo el planeta recogieron su uso profuso y casi diario durante las tres semanas de ofensiva. En todo caso su uso fue “para crear cortinas de humo, de forma legal”. Han bombardeado escuelas, hospitales, almacenes humanitarios, viviendas, mercados. Más de la mitad de las 1400 víctimas de la masacre de Gaza son civiles, de ellos 300 niños. Y los carniceros todavía se jactan de ser uno de los ejércitos “más éticos del mundo”. Han de responder por sus crímenes. Es un clamor en la opinión pública mundial.

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