Obama ante la reforma migratoria en EEUU

El «diablo» está en los detalles

Los inmigrantes han sido claves en el triunfo de Obama, ahora, le piden que reforme las duras leyes migratorias. Actualmente en los EEUU hay 37.9 millones de inmigrantes (incluyendo legales y sin papeles). Los hispanos son ya el 15% de la población, la «minorí­a» más grande del paí­s. Barak Obama encara este reto en plena crisis económica.

Bush deja como legado una de las olíticas migratorias más restrictivas y policiales de toda la historia norteamericana. En el 2008 las deportaciones de mexicanos y centroamericanos llegaron a más de 154 mil. Nada menos que un 46 por ciento más de expulsiones que en el 2007.Hay más de100.000 niños inmigrantes “huérfanos” por las deportaciones de sus padres. “A menudo estas familias destrozadas siguen luchando duramente para su reunificación, en una muestra de su fortaleza para lograr el éxito, de la misma manera en que usted lo ha hecho Señor Presidente”. Es un extracto de una de las 10 mil cartas que Obama recibe estos días. Forma parte de la campaña de dos organizaciones de inmigrantes para pedirle al nuevo presidente que cambie la ley.La brutal política migratoria de Bush se salda, además, con el aumento de los crímenes contra los inmigrantes de grupos fascistas y un clima de enfrentamiento, agudizado por la crisis, entre parte de la sociedad norteamericana y los inmigrantes. En EEUU se calcula que hay unos 12 millones de inmigrantes sin papeles (el 4% de la población). Mano de obra barata, carne de la superexplotación. Y aunque ellos no han podido votar, sí lo han hecho otros inmigrantes en su nombre.El voto hispano de apoyo a Obama ha sido clave: más de uno de cada dos le han votado y su triunfo en estados como Nuevo México, Colorado y Nevada, habría sido imposible sin este apoyo.Ahora los inmigrantes reclaman el sitio que les corresponde en la sociedad norteamericana.Hay tres cuestiones urgentes a ser reformadas: el fin de las cruentas redadas y deportaciones; que deje de ser delito dar empleo a indocumentados, y acabar con el aumento de personal, infraestructura y tecnología en el muro de la ignominia que separa a México de EEUU.Mientras se aprueba cualquier tipo de reforma, es vital una moratoria contra las redadas que aterrorizan a los sin papeles.Pero en cuanto a reformas de leyes “el diablo está en los detalles”, como dice Jorge Mario Cabrera, portavoz de CHIRLA (organización de inmigrantes de Los Ángeles). Al tiempo que Obama hace renacer la esperanza, hay que esperar la propuesta de cambios concretos. Luces y sombras aparecen en la nueva política para la inmigración.Uno de los puntos que más preocupa a las organizaciones es que la reforma se limite a una “concesión” que permita a los indocumentados sin antecedentes penales pagar una multa y solicitar la ciudadanía, sin reconocimiento del tiempo que haya estado en el país.Algo que puede significar 20 años más de espera, afirma Gloria Saucedo, directora de la Hermandad Mexicana Transnacional.Para muchas organizaciones la propuesta de Obama es, básicamente, la misma insuficiente reforma propuesta por Kennedy y McCain en el 2007 y rechazada por la Cámara de Representantes.Las organizaciones advierten que de no ver cambios hasta marzo convocarán una gran manifestación para el 1 de Mayo. Además de las conferencias y concentraciones ya convocadas por todo el país en pro de las nuevas medidas.No hay que olvidar que estos años la organización inmigrante se ha fortalecido y convertido en un auténtico revulsivo en la sociedad norteamericana.Obama se enfrenta a un duro reto. Como él, millones de personas de origen inmigrante en EEUU esperan un cambio en sus condiciones de vida y trabajo.No hay nada aún “en la mano”. Pero si los inmigrantes han sido capaces de soportar las durezas a las que les ha sometido la administración Bush, fortaleciéndose, también están preparados para dar la siguiente batalla.Han demostrado ser una potente fuerza (social, política, económica e, incluso, ideológica) motor de cambio y trasformación en el corazón del imperio.

Deja una respuesta