26-10-17
El norte de Italia nos dice estos días cosas interesantes sobre Catalunya. Nos vamos a Turín, la ciudad de la Fiat, de Antonio Gramsci, de los salesianos y de la Sábana Santa. Desde hace 150 años, el gran diario de Turín es La Stampa, vinculado a la familia Agnelli. Diario señor. Laico, serio, austero, con mucha crónica local y potente información internacional. Su actual director es Maurizio Molinari, formado académicamente en Oxford y Jerusalén, excorresponsal en Estados Unidos, Bruselas e Israel.
Citando fuentes reservadas de la Administración norteamericana, explicaba anteayer la posición de Washington sobre la cuestión de Catalunya, más allá de las frases de rigor y los comunicados oficiales. “Los asesores de Donald Trump le han convencido –escribe el corresponsal Paolo Mastrolilli– que la desestabilización de un aliado como España, puede afectar negativamente a la Unión Europea y a la OTAN, perjudicando los intereses de Estados Unidos en beneficio de Rusia”. Los citados asesores consideran que el Kremlin ha vuelto a movilizar sus eficaces servicios de propaganda en internet para zarandear a la Unión Europea. “La independencia de Catalunya podría tener un efecto contagio en otros países europeos, entre ellos Italia: el norte de Italia. Vladímir Putin aprovecharía la ocasión para intentar legitimar la secesión de la península de Crimea y el Donbass [cuenca del Donets, en el este de Ucrania, de mayoría rusófila]. Añade el diario turinés: “El Gobierno de Estados Unidos apoya al ciento por ciento la línea de Mariano Rajoy, con una única duda: tenía que haber actuado antes. Consideran [los asesores de Trump] que se tenía que haber intentado dividir a los independentistas. Ahora habrá que ir a una elecciones”. Y atención a lo que sigue: “Con la esperanza de que los tribunales prohíban a los partidos con plataforma independentista”.
La crónica concluye con el temor de los norteamericanos de que Rusia quiera influir en las elecciones legislativas italianas de la próxima primavera.
Mapas, mapas, mapas. Vistas desde los despachos de Washington, Catalunya y el norte de Italia están muy cerca, casi juntas. Dibujan una posible línea de ruptura del orden europeo existente. Y han llegado a la conclusión de que esa ruptura hoy no les interesa. La clave que nos aportaLa Stampa es la siguiente: la Administración norteamericana va a ser beligerante.
La propaganda soberanista ha hecho creer a su gente –gente de muy buena fe– que los norteamericanos quizá se pondrían de perfil. Y que Israel, el Israel de Beniamin Netanyahu, con tan buenos amigos en el Washington republicano, podría ser el gran punto de apoyo de una Catalunya independiente. Hace unos meses, hubo tentación trumpista en el ala derecha del soberanismo. El 10 de noviembre del 2016, Artur Mas colgó un vídeo en internet que sorprendió a mucha gente. No felicitaba a Donald Trump por su elección, pero casi. Se felicitaba de la disrupción que suponía su victoria. “Lo que parece imposible a veces se convierte en posible”, decía el expresidente.
Mas y personas de su entorno figuran estos días entre los partidarios de reconducir el proyecto soberanista con la inmediata convocatoria de elecciones.
Alguien les engañó. O se autoengañaron.