SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

El destino del Gofo Pérsico en manos chinas

Un país detenta una de las llaves de la crisis nuclear iraní: China. Si la utiliza, en la buena dirección, ganará su plaza de gran potencia responsable en el concierto de naciones; mostrará que toma en serio la lucha contra la proliferación nuclear.Desgraciadamente, no es seguro que China esté decidida a abandonar el egoísmo que ha manifestado hasta ahora. Al terminar este jueves una gira de seis días por los países árabes del Golfo, el primer ministro chino, Wen Jiabao, ha defendido, al menos en público, la línea tradicional de Pekín: no injerencia en los asuntos de Irán.Paradójicamente, los dirigentes chinos, que levantan con orgullo los éxitos económicos de su país, no son proclives a asumir riesgos en la gestión de crisis internacionales. Se puede comprender cuando se trata de Oriente Próximo, una región sembrada, más que nunca, de campos de minas por todas partes.Pero la huida de los problemas no arregla nada: la carrera de Teherán hacia el arma nuclear sigue su curso. Y encierra un potencial de desestabilización de alto rango en la región.Desde luego, si una potencia está en condiciones de ejercer una presión decisiva sobre la República islámica de Irán, ésta es China. EEUU y la Unión Europa solicitan su apoyo, como ha dicho a principios de mes el secretario norteamericano del Tesoro, Timothy Geithner, en Pekín.Norteamericanos y europeos están inquietos. El último informe de la Agencia internacional de la energía atómica no tiene réplica: el programa nuclear iraní, diga lo que diga Teherán, tiene fines militares. Y Washington y la UE han decidido poner en marcha un dispositivo sin precedentes contra Irán: un embargo petrolero.Para que sea efectivo, la colaboración de China es determinante. Comprador del 22% de la producción petrolífera iraní, China es, de lejos, el primer cliente de la República islámica. Ella sola compra más petróleo a Irán que la totalidad de países de la UE.En el curso de su visita a las petro-monarquías del Golfo Pérsico, el señor Wen ha reiterado la oposición de Pekín a un embargo sobre el petróleo iraní. Pero por sí misma, la visita del señor Wen abona la idea de que China toma distancias frente a Teherán. Teme la inestabilidad de la República islámica. Y está preocupada porque también está extendida en otros tres países del Próximo Oriente cercanos a ella: Yemen, Libia, Siria…En la hipótesis de un embargo efectivo, China acabaría siendo el último gran cliente de Irán. Y estaría entonces en condiciones de presionar sobre los precios del bruto iraní y de participar así, indirectamente, en una forma de presión económica sobre Teherán.China depende del petróleo de Oriente Medio. Tiene intereses en la estabilidad de la región. Si no se frena a Irán, Oriente Medio será el teatro de una carrera de armas nucleares, una pesadilla estratégica. En el asunto iraní, China debe tomar partido y escoger su campo.

Deja una respuesta