Crónica de las movilización feminista del 25N

El despertar de la fuerza

En las calles del centro de Madrid se respiraba un ambiente de lucha y fuerza sin igual. Miles de mujeres de todas las edades, jóvenes, niñas y mayores, se han unido para gritar “Ni una menos, vivas nos queremos” en el Día Internacional contra la Violencia Machista en todas sus formas. Emocionante ver a tantas mujeres juntas irradiando fuerza, gritando por la libertad y con la rabia en la mirada que da la lucha contra la injusticia.

La otra mitad silenciada durante siglos consiguiendo, como nunca, que el mundo se detenga para escucharlas, demostrando que han despertado una fuerza que no se acallará hasta cambiarlo todo, de la violencia más grande a la más pequeña.

Yoya y Ángela, de 58 y 54 años respectivamente, remarcan la importancia de esta unión: “la lucha estaba parada y estos dos últimos años hemos vuelto a revolucionar la sociedad. Se han unido las jóvenes a nosotras, por fin se han concienciado”. A pesar de todo lo que aún queda por avanzar, el cambio en la lucha y la vida de las mujeres es significativo: “hace años apenas teníamos derechos. La educación no era en absoluto feminista y nuestras madres, a la mayoría, no nos educaron en eso. Lo hemos tenido que aprender nosotras, luchando individualmente, discutiendo con nuestro entorno. Nos ha costado mucho ser conscientes del machismo”.

La manifestación estaba convocada en la capital y diversas ciudades del país: en total, unas 200 concentraciones en toda España que han unido a miles de mujeres, además de las reivindicaciones internacionales.

El 25 de Noviembre ha sido un día de lucha con un diferenciador de la exitosa convocatoria del 8 de Marzo, su carácter anticapitalista. Las convocantes, Foro de Madrid contra la Violencia de las Mujeres, por primera vez incluían en su manifiesto la abolición de la prostitución y de la pornografía por ser formas de explotación y violencia contra las mujeres. Durante toda la manifestación se remarcaron estas ideas a través de los cánticos y pancartas con frases como “Mi cuerpo no se vende, mi vientre no se alquila”, apuntando directamente a los proxenetas y la gestación subrogada; y también a la industria que comercializa con la sexualización de las mujeres, al grito de “Todas las manadas ven pornografía”.

Laura y María, de 21 años, tienen claro que “el feminismo tiene que ser anticapitalista, ya que son luchas indivisibles. Para acabar con el machismo hay que ir a la raíz, que es el capitalismo. Luchamos contra una estructura patriarcal que deriva de este sistema”. Un sistema económico que comercializa con las mujeres de todas las formas, a través de la gestación subrogada, la prostitución, la pornografía, la sexualización de los cuerpos… Por lo tanto, “hasta que no se resuelvan las desigualdades de clase nosotras no podremos alcanzar la igualdad realmente.” La explotación laboral y la brecha salarial también tienen origen en este sistema, ya que todas las desigualdades sufridas por las mujeres son fruto de factores económicos. Por ello el feminismo lucha por Juana, por Diana Quer y también por Alicia, una anciana de 65 años que un día después de la marcha se suicidó cuando iba a ser desahuciada.

En la manifestación no quedó ningún títere con cabeza. Señalaron a proxenetas, puteros, violadores, políticos y jueces que llaman abuso a lo que es violación, como el magistrado Ricardo González, quien votó por absolver a “la manada” y en 2015 dejó libre de cargos a un padre acusado de abusar sexualmente de su hija menor en un autobús, alegando que la niña “no mostró signo alguno de sentirse incómoda o perturbada”. También se señalaron problemáticas a raíz de los divorcios, como la custodia, y otras cuestiones de índole social.

Diana y Karina, trabajadoras sociales, ven a diario “mujeres a las que han vulnerado los derechos, que tienen que sufrir cuestiones que no son tan visibilizadas como las que son sometidas a la exclusión social. Mujeres que tienen parejas que ejercen otro tipo de violencias aparte de la de género, por ejemplo, hombres que no pagan la manutención de sus hijos y obligan a las mujeres a someterse a situaciones muy duras para sacarlos adelante. Por ello estamos aquí.” El papel de los padres maltratadores es también un tema importante que hay que solucionar, porque aunque “la visita a padres maltratadores con condena no se da, sin condena sí.” Lo que les permite ejercer de padres si el juez no ha creído a la víctima o aún no ha dictado condena.

Finalmente, Diana recordó el origen de la lucha instando a las mujeres que aún no se declaran feministas “que se acerquen y hablen con nosotras, y se darán cuenta de que lo que han sufrido nos pasa a todas de una manera u otra. El cambio lo tenemos que conseguir nosotras, como lo han hecho muchas mujeres feministas a lo largo de tres siglos, que por eso mismo, gracias a ellas, estamos hoy aquí pudiendo estudiar, trabajar, luchar y ser cada día más libres.”

Se recordó a todas también en la reivindicación, nombrando a las víctimas de la violencia machista en un emotivo manifiesto final. “No estamos todas, faltan las asesinadas”, recordaron cientos de mujeres que no van a olvidar. Durante la marcha se mencionó a otras compañeras como las trabajadoras de la fresa de Huelva, y al grito de “solidaridad con las hermanas trans” se recordó la necesidad de un feminismo inclusivo donde hay hueco para todas. Por todo ello, aunque una parte de la sociedad quiera hacer oídos sordos y pretenda seguir inmutable, las mujeres estamos gritando tanto que ya no pueden ignorarnos y la corriente del cambio es tan potente que los arrastrará irremediablemente.

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