El desafí­o euroamericano

La situación en la que se encuentra la Unión Europea, sin rumbo cierto y paralizada en el ámbito institucional, me preocupa mucho. Como europeí­sta convencido, la derrota de la izquierda democrática en las elecciones europeas, a contracorriente respecto a lo que está ocurriendo en los Estados Unidos de Barack Obama, parece un signo de bastante mal agüero. Va contra los llamados vientos de la historia que, procedentes de EE UU, soplan para vencer la crisis global.

Y ienso sobre todo en España y Portugal. Dados los lazos que los unen a Iberoamérica y a África, y contando ambos con Gobiernos socialistas, estos dos países deben aproximarse al humanismo progresista de Barack Obama. Sólo así podrán vencer una crisis que aún no ha tocado fondo, con políticas sociales y ambientales serias, teniendo primordialmente a la vista la lucha contra el desempleo, las vociferantes desigualdades sociales, las quiebras de las pequeñas y medianas empresas, y la ayuda a las clases medias en vías de empobrecimiento. Es su espacio social y político y deben ocuparlo. ESTRELLA DIGITAL. Cargar contra el más débil de la trama puede ser eficaz, pero no suele ser lo más inteligente. Si sale mal deja malparado a quien promueve esa estrategia de fuga de una realidad incómoda. Trillo y los demás afectados tienen mucha confianza en la benevolencia de jueces amigos que valoren más las consecuencias políticas que los hechos en sí. Hasta ahora no les ha funcionado y van ascendiendo en el calvario con parada en todas las estaciones. De todos, José Tomás ha sido el más decente, el más profesional y el más honrado. Opinión. El País EL DESAFÍO EUROAMERICANO Mario Soares La situación en la que se encuentra la Unión Europea, sin rumbo cierto y paralizada en el ámbito institucional, me preocupa mucho. Como europeísta convencido, la derrota de la izquierda democrática en las elecciones europeas, a contracorriente respecto a lo que está ocurriendo en los Estados Unidos de Barack Obama, parece un signo de bastante mal agüero. Va contra los llamados vientos de la historia que, procedentes de EE UU, soplan para vencer la crisis global. Vientos a favor de las políticas sociales y ambientales, contra el desempleo y por un nuevo paradigma político-económico. Ahora, los Gobiernos y los dirigentes europeos, insistiendo en políticas y rostros del pasado, reconfortados con las recientes elecciones europeas, parecen querer cambiarlo todo lo menos posible para que todo siga igual. Pues bien, algo así es imposible. Cualquier persona con un mínimo de lucidez es capaz de comprenderlo. Cuando las reformas necesarias no se hacen a tiempo, se cosechan revueltas, contestaciones violentas y hasta revoluciones. Es la lección que nos llega de todas partes: de Irán a Honduras, para citar sólo dos ejemplos recientes. Europa, a la que pertenecemos, me preocupa por la incapacidad demostrada en estos complejos tiempos por sus dirigentes políticos para entenderse entre sí y por la ausencia de políticas concertadas y eficaces de lucha contra la crisis. Cada Estado, y son 27, parece centrado en sus propios problemas nacionales, olvidando los valores europeos y transmitiendo la sensación de desconocer que en un mundo multilateral en tan rápido proceso de cambios, en lo que a las relaciones de fuerza entre los grandes se refiere, Europa sólo puede contar como agente global si permanece unida y en convergencia respecto a las políticas que desarrolla y a los valores que siempre fueron suyos. En caso contrario, podrá seguir paralizada o correr incluso el riesgo de disgregación, perdiendo sentido e influencia (…) Las elecciones europeas no representan, con todo, una victoria de la derecha, por mucho que sus partidos hayan obtenido más votos que los socialistas. Se han saldado, más bien, con una derrota de la izquierda, que se vio muy afectada por la abstención, por los votos en blanco y nulos. ¿Por qué razón ha afectado la abstención fundamentalmente a la izquierda? En mi opinión, porque los socialistas no han sido lo suficientemente socialistas y, con frecuencia, al estar en los Gobiernos, se dejaron colonizar por el neoliberalismo, la doctrina de la derecha dominante en época de Bush. ¿No será que los amigos de Bush pueden continuar en Europa ocupando puestos de responsabilidad cuando la Norteamérica de Obama procura encontrar un nuevo paradigma para resolver la crisis y está cambiando su propio estilo de hacer política? No lo creo. Porque la Unión Europea, en la fase que estamos viviendo, si llega a distanciarse de Estados Unidos, entraría probablemente en una deriva muy peligrosa, disgregadora y suicida. En el sector de los Verdes, con el sorprendente resultado de Cohn-Bendit, y de los liberales, después de la reelección en el grupo liberal del Parlamento Europeo del belga Guy Verhofstadt, un europeísta de sólidas convicciones, parece haber una voluntad política real de hacer avanzar la Unión, rehabilitando sus valores, lo que implica una cierta mano tendida a los socialistas -y no a los conservadores- con la que pueden llegar a contar para la consolidación de una mayor convergencia entre Europa y Estados Unidos, dejando atrás los errores y las prácticas políticas del neoliberalismo. Por tanto, los socialistas europeos deben comprender que, en el momento actual, sus adversarios son los conservadores y la derecha y no la izquierda, incluida la radical, a pesar del extremismo irrealista de esta última. Y pienso sobre todo en España y Portugal. Dados los lazos que los unen a Iberoamérica y a África, y contando ambos con Gobiernos socialistas, estos dos países deben aproximarse al humanismo progresista de Barack Obama. Sólo así podrán vencer una crisis que aún no ha tocado fondo, con políticas sociales y ambientales serias, teniendo primordialmente a la vista la lucha contra el desempleo, las vociferantes desigualdades sociales, las quiebras de las pequeñas y medianas empresas, y la ayuda a las clases medias en vías de empobrecimiento. Es su espacio social y político y deben ocuparlo. Pensando como izquierda y movilizando a los partidarios de una Europa política unida, igualitaria, defensora de sus valores y solidaria entre sí. Al contrario de lo que está ocurriendo ahora. EL PAÍS. 17-7-2009 Opinión. Estrella Digital EL SASTRE, LO MEJOR DE LA TRAMA Fernando González Urbaneja En el caso Gürtel casi todo huele mal, el caso en sí mismo y más aun el comportamiento de sus protagonistas una vez puestos en evidencia. Es mayor el descaro y el déficit de dignidad a medida que se asciende en el escalafón. Los actores principales, Correa y demás personajes, se atienen al guión de conseguidores, comisionistas y orestadores de servicios por interés y oportunidad, que siempre acampan en torno a cualquier estructura de poder. Gente espabilada, habilidosa, aduladora y, en su caso, dispuesta a presionar y conseguir sus objetivos sin parar en barras. Casi siempre les ocurre lo mismo, algún decepcionado o insuficientemente recompensado les descubre y les conduce al banquillo. Así pasó con Filesa y con casi todos los casos semejantes. Y cuando estalla el caso los principales implicados del otro lado, los del poder, tratan de salir por piernas y al hacerlo cometen errores irreparables, más graves incluso que aquello por lo que empezó todo. Es el caso de la rama valenciana, que tiene al presidente de la comunidad y al secretario general del PP valenciano en ascuas, y a todo el PP en máxima e incómoda alerta y desazón. Quizá han cometido más errores ocultando que con los propios hechos investigados. El regalo de los trajes, que es bastante evidente, puede ser menos grave que las maniobras de disimulo. Estas historias arrastran personajes secundarios que salen bien o mal del asunto según su propia habilidad y fortuna. Entre lo secundario destaca el llamado sastre de Milano, que en realidad es un vendedor calificado, llamado José Tomás. Tanto en el incriminatorio auto del juez valenciano, como en la sentencia de magistratura sobre el despido del tal José Tomás, este sale muy bien parado por méritos propios. Las dos conclusiones judiciales son muy favorables para este hombre que solo ha cumplido con su trabajo, con diligencia y esmero. El gabinete jurídico del PP que tan mal dirige Federico Trillo, quiso convertir a José Tomás en el malo de la película y limitar así las responsabilidades de los dirigentes populares. El intento era bastante trapacero, inmoral, y ha salido mal. Ha empeorado la situación de los implicados y ha acreditado una inquietante falta de escrúpulos del expresidente del Congreso. Cargar contra el más débil de la trama puede ser eficaz, pero no suele ser lo más inteligente. Si sale mal deja malparado a quien promueve esa estrategia de fuga de una realidad incómoda. Trillo y los demás afectados tienen mucha confianza en la benevolencia de jueces amigos que valoren más las consecuencias políticas que los hechos en sí. Hasta ahora no les ha funcionado y van ascendiendo en el calvario con parada en todas las estaciones. De todos, José Tomás ha sido el más decente, el más profesional y el más honrado. ESTRELLA DIGITAL. 16-7-2009

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