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El derrumbe del coloso socialista

¿Cómo puede la crisis llevarse por delante a un partido histórico? Hasta hace apenas unos meses el Partido Socialista Panhelénico (Pasok) era la formación preferida de los griegos. Sus organismos controlaban el sindicato de trabajadores públicos y eran una voz respetada y valorada por millones de helenos: desde 1977 nunca se había apeado de las dos primeras posiciones electorales. Hasta tres primeros ministros han aportado los socialdemócratas al país en las últimas cuatro décadas. En 2009 obtuvieron su última victoria: Yorgos Papandreu fue investido como primer ministro tras ganar las elecciones con un 43,9% de los votos. A partir de ahí, el desierto. Su popularidad ha caído en picado a una velocidad inusitada: en las elecciones generales de junio tan sólo consiguieron el 12,28% de los votos, el peor resultado de su historia. La última encuesta de intención de voto, publicada el pasado miércoles, desvelaba un sonrojante 5,1% de apoyo: si las elecciones se hubiesen realizado ese día, habrían estado cerca de abandonar el Parlamento. La mayoría de expertos coinciden en atribuir la caída del partido a su apoyo a los tres planes de austeridad aprobados en Grecia desde 2010: «El gobierno de Papandreu negoció y aprobó duras medidas y sus votantes de izquierda han castigado al partido por ello. El Pasok es visto ahora como una agrupación neoliberal», señala el analista Spyros Marchetos, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Salónica. Sólo unos pocos, sin embargo, se atreven a decirlo desde dentro del partido: «Hemos perdido completamente la orientación y el carácter básico de nuestra política. Si quieres apoyar esas medidas no puedes tener cabida en un partido que se llama socialdemócrata», admite a EL MUNDO Grigoris Zarotiadis, un ex candidato a diputado por el Pasok muy crítico con el partido. «El problema es, además, común en toda la Unión Europea. En España el Partido Socialista está perdiendo votos de una manera similar», añade. Zarotiadis pertenece a un grupo de personas del partido cuyo objetivo es desafiar el liderazgo de Evangelos Venizelos en la agrupación: «Desde que el centro se ha impuesto en el partido en detrimento del socialismo, toda la unidad se ha perdido», señala. En efecto, decenas de políticos han abandonado el Pasok en los últimos meses rumbo a otras organizaciones más a la izquierda. Su grupo parlamentario bajó de los 33 a los 25 miembros el mes pasado tras negarse siete diputados a votar a favor de la austeridad. A principios de diciembre, un alto dirigente y diputado, Andreas Loverdos, fue expulsado del partido por Venizelos tras haber pretendido crear una agrupación de políticos críticos con la gestión socialista. A pesar de la gran división interna del partido, el líder del partido se ha agarrado con uñas y dientes a su cargo. La jefatura del veterano político es cada día más cuestionada pero ahora, ha salvado los muebles. Tampoco han ayudado al Pasok los casos de corrupción imputados a algunas de sus figuras El ex ministro de Defensa Akis Tsochatzopoulos permanece en prisión preventiva acusado de haberse apropiado de varios millones de euros ilegalmente: «La corrupción era endémica en el Pasok y nunca hicieron nada. Con la crisis el pueblo no admite corrupción y ha afectado a sus votos», señala la analista Ioanna Kaftanzoglou. También las grandes figuras del socialismo heleno hacen autocrítica. Theodoros Pangalos, varias veces ministro y el vicepresidente del gobierno por el Pasok, es consciente de los problemas de su partido: «El pueblo ha perdido la confianza en nosotros porque somos los responsables de la creación de un Estado clientelista griego», admite Pangalos con sinceridad.El rebelde Zarotiadis tiene claro lo que necesita el Pasok para salvar los muebles: «Hay que reconducir nuestras políticas al socialismo y cambiar el liderazgo». Él todavía piensa que hay solución. Theodoros Pangalos no está seguro: «Los partidos políticos tienen su propia vida. Se crean y crecen, pero también pueden entrar en decadencia», señala. De momento, la mayoría de sus votantes han volado a la oposición de izquierda radical (Syriza), según la mayoría de expertos.

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