Los beneficiarios extranjeros anteriores incluyen el Papa Juan Pablo II, quien defendió la libertad de Europa del Este, Nelson Mandela, quien triunfó sobre el apartheid en Sudáfrica, y Helmut Kohl, que reunificó Alemania . Pese a todas sus buenas cualidades, ¿Merkel cabe realmente en ese grupo? «¿Por qué desplegar la alfombra roja y presentar este honor a alguien que ha sido un socio reticente en el mejor de los casos?», pregunta Stephen Szabo, que dirige la Academia Transatlántica de la Fundación Alemana Marshall en Washington.»
La visita de Merkel ha uesto de relieve un interesante problema para Obama, que yo describiría como su "déficit de colaboración." Es una paradoja que este gobierno genuinamente multilateralista, deseoso de romper con las políticas unilaterales de George W. Bush, haya tenido problemas para encontrar socios de confianza. Merkel es un ejemplo de ello, a pesar de todas las buenas palabras que Obama le dedicó en la cena de la semana pasada. El secretario de Defensa Bob Gates puso el punto sobre las íes en un discurso el viernes en Berlín, donde dijo que Estados Unidos está cansado de luchar por unos europeos que "no quieren compartir los riesgos y los costos." (THE WASHINGTON POST) DIARIO DEL PUEBLO.- Robert Gates, hizo una declaración sumamente llamativa, cuando dijo que su país no disminuirá sus compromisos de seguridad con sus socios asiáticos, aún cuando reduzca sus gastos militares y cargue con las guerras en Afganistán e Irak. Tras el término de la Segunda Guerra Mundial, la fuerza armada estadounidense ha sido la mayor presencia castrense en la región de Asia y el Pacífico. A pesar de la difícil situación económica por la que hoy atraviesa EEUU, nadie discute su liderazgo militar en esa zona. Queda claro, por otra parte, además, que al desplegar sus poderes coercitivo y de atracción con vistas a regresar a Asia, EEUU se ubicará una vez más en el sendero que le puede conducir a ejercer el hegemonismo, lo cual, dicho sea de paso, está en sus manos evitar EEUU. The Washington Post El déficit de aliados de Obama David Ignatius Hubo algo de traído por los pelos en Washington la semana pasada en la concesión de la Medalla de la Libertad a la canciller alemana, Angela Merkel. Los beneficiarios extranjeros anteriores incluyen el Papa Juan Pablo II, quien defendió la libertad de Europa del Este, Nelson Mandela, quien triunfó sobre el apartheid en Sudáfrica, y Helmut Kohl, que reunificó Alemania. Pese a todas sus buenas cualidades, ¿Merkel cabe realmente en ese grupo? "¿Por qué desplegar la alfombra roja y presentar este honor a alguien que ha sido un socio reticente en el mejor de los casos?", pregunta Stephen Szabo, que dirige la Academia Transatlántica de la Fundación Alemana Marshall en Washington. La verdad es que la medalla a Merkel es un premio “aspiracional”, similar en muchos aspectos al prematuro Premio Nobel de la Paz en 2009 para el presidente Obama. Se premiaron esperanzas para el futuro, en lugar de resultados reales. Como dice Szabo, la administración decidió "celebrar el socio que quiere, no el socio que tiene." La visita de Merkel ha puesto de relieve un interesante problema para Obama, que yo describiría como su "déficit de colaboración." Es una paradoja que este gobierno genuinamente multilateralista, deseoso de romper con las políticas unilaterales de George W. Bush, haya tenido problemas para encontrar socios de confianza. Merkel es un ejemplo de ello, a pesar de todas las buenas palabras que Obama le dedicó en la cena de la semana pasada. El secretario de Defensa Bob Gates puso el punto sobre las íes en un discurso el viernes en Berlín, donde dijo que Estados Unidos está cansado de luchar por unos europeos que "no quieren compartir los riesgos y los costos." Este es un mundo que se resiente de la dominación norteamericana, pero también tiene cuidado de compartir la carga. Nuestros aliados no quieren ser seguidores, sin duda, pero no quieren compartir el liderazgo tampoco. Este déficit existe en todas las regiones, y complica el deseo de Obama para descargar algunas de las responsabilidades en un momento en que los recursos financieros de EEUU se estrechan. Vamos a empezar con Europa: Los funcionarios del gobierno quieren la alianza con Europa para ser "catalizadores del cambio global." Pero en realidad, este ha sido un período relativamente moribundo de la relación transatlántica. Europa está preocupada por sus propios problemas. Habla en Bruselas acerca de la acción colectiva a través de la Unión Europea, pero las decisiones políticas siguen estando centradas casi exclusivamente en las capitales nacionales. Hoy la Unión Europea es más un proyecto frustrado que un catalizador. La misión de Libia ilustra los pros y contras mixtos de la responsabilidad compartida. Francia y Gran Bretaña lideran el esfuerzo militar de la OTAN, con Estados Unidos deliberadamente a un segundo plano después de la primera semana. Pero el curso irregular de la campaña tiene a muchos analistas preguntándose si una exitosa operación de la OTAN es posible si Estados Unidos no está al volante. La falta de apoyo de Alemania pone de relieve la fragilidad de la respuesta colectiva de la OTAN. A continuación, vamos a China, que es una manifestación recurrente de la dificultad de asociación en materia de seguridad. La administración Obama ha dicho en repetidas ocasiones que quiere ayudar a Beijing a hacer frente a la errática amenaza con armas nucleares que es Corea del Norte. Los chinos hablan el idioma de la responsabilidad compartida en las reuniones entre China y América, pero nunca pasan a la tarea de resolver de forma conjunta los problemas. Parece que prefieren dejar que las cosas se pudran en lugar de tomar una acción decisiva. Henry Kissinger sostiene en su nuevo libro, "En China," que los chinos culturalmente no están familiarizados con la experiencia de ser aliados. Consideraron a las otras naciones sobre todo como fuente de pago de tributos durante el Reino del Centro, y China ni siquiera tuvo un ministerio de Relaciones Exteriores hasta el siglo XIX, dice Kissinger. El gobierno de Obama puede estar pidiendo un tipo de cooperación que China todavía no sabe cómo dar. Ese mismo déficit de asociación ha existido con la India, otra potencia asiática en ascenso. Una gran prueba para Obama será si es capaz de animar a la India a dar un paso adelante y unirse a un marco regional para la estabilización de Afganistán, cuando Estados Unidos retire las tropas. Estados Unidos cerró multitud de alianzas durante la Guerra Fría, pero Fred Kempe, presidente del Consejo Atlántico, señala que las asociaciones eran a menudo polémicas. En su libro recién publicado, "Berlín 1961", señala Kempe que el presidente John F. Kennedy tuvo que hacer frente a un primer ministro británico que hablaba de conciliación, un presidente francés que hablaba de beligerancia y un canciller alemán que desconfiaba del nuevo presidente norteamericano. La lección, dice Kempe, es que "cuando se trata de momentos de inflexión histórica, América ha de dirigir." Obama llegó al poder convencido, con razón, de que Estados Unidos necesita ejercer el poder a través de instituciones y alianzas globales, y no de manera unilateral. Pero ha descubierto que es más fácil dar medallas que obtener resultados. "Liderar desde atrás," como un funcionario de la Casa Blanca describió para el New Yorker el estilo de reticencia estratégica de Obama, no es necesariamente una mala idea. Simplemente no funciona en el mundo de hoy. THE WASHINGTON POST. 10-6-2011 China. Diario del Pueblo Desafíos para la presencia de EEUU en Asia Ding Gang En el Diálogo de Shangri-la, el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, hizo una declaración sumamente llamativa, cuando dijo que su país no disminuirá sus compromisos de seguridad con sus socios asiáticos, aún cuando reduzca sus gastos militares y cargue con las guerras en Afganistán e Irak. Todo apunta a que sus palabras van dirigidas a algunos de sus socios que han puesto en duda la capacidad estadounidense de “regresar a Asia”. Tras el término de la Segunda Guerra Mundial, la fuerza armada estadounidense ha sido la mayor presencia castrense en la región de Asia y el Pacífico. A pesar de la difícil situación económica por la que hoy atraviesa EEUU, nadie discute su liderazgo militar en esa zona. Queda claro, por otra parte, además, que al desplegar sus poderes coercitivo y de atracción con vistas a regresar a Asia, EEUU se ubicará una vez más en el sendero que le puede conducir a ejercer el hegemonismo, lo cual, dicho sea de paso, está en sus manos evitar. La clave para evitarlo radica en desechar sus estrategias de antaño. Asia ya no es aquella región débil y atomizada por la Guerra Fría. Hoy vive un próspero desarrollo y p`romueve una cooperación sin precedentes. Sus mercados emergentes han demostrado capacidad para enfrentar la crisis financiera, haciendo de esa zona geográfica un importante motor de la economía mundial, con un nuevo papel en la escena internacional. La balanza ha comenzado a inclinarse a favor de Asia. La participación estadounidense en los asuntos regionales depende más del desarrollo asiático que de la estrategia global de Washington, a diferencia del pasado. Es decir, la clave reside en definir qué tipo de EEUU necesita Asia. En otros tiempos, EEUU “moldeaba” a Asia aplicándole su estrategia; de cara al futuro, deberá ser Asia la que “moldee” la estrategia estadounidense. El desarrollo de EEUU depende cada vez más de un Asia en acelerado desarrollo. Y ésta necesita un EEUU capaz de participar activamente en el desarrollo pacífico de la zona y hacer más contribuciones y crear más oportunidades de beneficio recíproco, en lugar de una potencia dedicada a conformar bloques agresivos contras terceras partes. EEUU también debe aprender a tratar a China, si desea conseguir una firme posición en Asia. El desarrollo pacífico de China constituye una de las más sobresalientes características del desarrollo asiático en el siglo XXI. China está convirtiéndose en una importante fuerza motriz para el desarrollo de la zona de Asia y el Pacífico, creando oportunidades sin precedentes de beneficio mutuo para los países asiáticos. China ocupa hoy una posición importante. Quien la trate acudiendo a moldes desfasados inevitablemente cometerá errores estratégicos. EEUU debe respetar los intereses básicos de China y resolver cautelosamente los problemas concernientes a estos intereses. Cualquier actividad que perjudique los intereses de base chinos socavará el desarrollo de las relaciones chino-estadounidenses y perjudicará la seguridad y estabilidad regionales, además de sabotear la positiva situación de desarrollo común de la zona, tan arduamente creada. El más grave desafío que enfrentará EEUU en Asia será cómo desempeñar un mejor papel en la cooperación y desarrollo asiáticos, más que la posibilidad de quedar excluido de la zona. EEUU debe crear más oportunidades para el desarrollo asiático y establecer un nuevo sistema de seguridad junto con los países regionales. De no hacerlo facasará en sus intentos de prolongar su influencia en la zona recurriendo exclusivamente a su fuerza militar. Recientemente, un dignatario estadounidense alertó a China sobre la bancarrota económica que generó a la antigua Unión Soviética su carrera armamentista con EEUU, lo que a ojos de este funcionario debe constituir una lección. Pero China nunca ha procurado la hegemonia, y toca a EEUU tener bien presente esta lección. DIARIO DEL PUEBLO. 7-6-2011