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El débil consumo alarga la recesión

A falta de que el INE confirme la semana próxima el dato facilitado ayer por el Banco de España, el Gobierno tendrá que esperar al menos a septiembre para anunciar que la economía sale de esta segunda recesión. Según la entidad, el PIB decreció en este segundo trimestre una décima frente al -0,5% del trimestre precedente. En tasa anual, la contracción se sitúa en el -1,8%, dos décimas menos que en marzo. Y, aunque reconoce la mejora de algunos indicadores coyunturales, que apuntan hacia una evolución de corto plazo «algo más favorable» que la proyectada hace unos meses, también señala que «la persistencia» de las dudas sobre la demanda interna (consumo e inversión) sugiere que las perspectivas de medio plazo para la economía «no han cambiado sustancialmente».

El caso es que a algunos miembros del Ejecutivo ya le salían las cuentas de un PIB intertrimestral positivo entre abril y junio, o incluso próximo a cero para los menos optimistas. Por ejemplo, Montoro anunció que ya había crecimiento en este periodo porque los ingresos crecían un 3,5% en términos homogéneos. «Este crecimiento de la recaudación se corresponde con una evolución económica que nos dice que estamos al final de la recesión y que, con toda probabilidad, el segundo trimestre ha sido el último de recesión», señaló en el Senado hace unos días.

Es la castigada demanda interna, como consecuencia de la inestabilidad laboral, el alza de impuestos y la falta de crédito, quien está retrasando la salida y sigue manteniendo el PIB en negativo después de ocho trimestres consecutivos. Mientras, el sector exterior, que computa también el turismo, es el que está evitando, también gracias a la caída de importaciones por la falta de demanda interna, una mayor contracción de la economía.

Según el Banco de España, la demanda interna registró en este periodo una caída intertrimestral del 0,6%, «similar a la del primer trimestre», en un entorno en que el gasto de familias y empresas habría seguido acusando «los efectos contractivos» del desendeudamiento y de la consolidación presupuestaria. Y reconoce que «no acaba de disiparse la incertidumbre» que afecta a ámbitos relevantes para las decisiones de consumo e inversión como el mercado de trabajo o a las condiciones de financiación.

Así, el consumo de los hogares prolongó «su tónica de debilidad», con un descenso del 0,4%, el mismo que en el primer trimestre. Todo ello a pesar de que los indicadores cualitativos (confianza de consumidores o comercio minorista), como cuantitativos (matriculación de coches por el Plan PIVE o el indicador de ventas de las grandes empresas) moderaron su retroceso. Sin embargo, el gasto en consumo de las administraciones públicas, sigue su reducción «pero menos intensa que en el primer trimestre».

En cuanto a la inversión, bajó un 0,9%, una caída similar también a la del trimestre precedente. La de bienes de equipo, que es la que permite averiguar si la inversión se mueve ante un cambio de tendencia, el banco señala que los indicadores apuntan «a una cierta suavización» del ritmo de descenso.

En cuanto a la demanda externa, la contribución al PIB fue positiva en un 0,4%, tres décimas más que en el anterior trimestre, gracias «al dinamismo de las exportaciones».

En cualquier caso, la entidad advierte de que en la eurozona, los principales clientes de las empresas exportadoras españolas, persisten riesgos como una posible evolución más desfavorable de la demanda exterior. A ello se añaden factores internos como una intensificación de la crisis financiera, las dificultades en el proceso de reducción de deuda pública y privada, y la debilidad del mercado laboral.

En tasa interanual la demanda interna bajó un 4,3%, seis décimas mejor que en el último trimestre, y la externa se situó en el 2,5%, cuadro décimas peor que en marzo.

En cuanto a la evolución del empleo, la entidad destaca que se ha registrado una moderación en el ritmo de descenso y que los costes laborales han prolongado «la trayectoria de la moderación» por el comportamiento de la moderación salarial y la evolución de la productividad. En términos anuales, dice que el retroceso del empleo se ha atenuado en este trimestre hasta una caída del 4% frente al -4,5% del anterior. La entidad se hace eco de la moderación salarial en los convenios de nueva firma y manifiesta que podría intensificarse por los efectos de la reforma laboral sobre la ultraactividad.

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