Un año después del asesinato a tiros de Marielle Franco, la concejala izquierdista del PSOL en Río de Janeiro y reconocida figura de los movimientos sociales de la ciudad carioca, la detención de los dos principales sospechosos apunta a la implicación del propio entorno familiar de Jair Bolsonaro, en concreto su hijo Flavio.
En julio de 2017, 12 meses después del impeachment que desalojó al PT de la presidencia de Brasil, la impunidad con la que actúan los comandos paramilitares de extrema derecha en Brasil ponía al país carioca en el puesto de cabeza del informe de la ONG Global Witness sobre asesinatos políticos: 57 líderes sindicales, sociales o vinculados a la defensa de los indígenas y el medio ambiente fueron ejecutados ese año en Brasil por escuadrones de la muerte vinculados con las cloacas del Estado (policía, ejército), a los terratenientes o a grupos de extrema derecha.
Pocos meses después, en marzo de 2018, Marielle Franco -“mujer, feminista, negra e hija de la favela”, como ella decía orgullosa-, la carismática concejala del PSOL, era tiroteada junto a su chofer en Río de Janeiro. El crimen, llorado en todo Brasil, dio lugar a una enérgica ola de protestas. Marielle se ha convertido en un símbolo de toda la izquierda carioca, en un icono de resistencia y rebeldía de las clases populares contra todo lo que Bolsonaro representa.
Todos los progresistas de Brasil siempre tuvieron la certeza de que el asesinato de Marielle estaba relacionado con las cloacas del ejército y la ultraderecha. La reciente detención de dos sospechosos -el sargento de la Policía Militar (PM) Roni Lessa, acusado de ser el autor de los disparos, y Elcio Vieira de Queiroz, que había sido expulsado de la PM, sospechoso de conducir el coche desde el que se llevó a cabo el tiroteo- no solo refuerzan esa pesquisa, sino que elevan la acusación hasta la misma presidencia de Brasil. Ambos ex-militares están fuertemente vinculados al entorno familiar del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Uno de ellos era incluso vecino del edificio de lujo donde residió hasta hace poco el propio líder ultraderechista.
En el registro del domicilio del sicario Lessa se ha encontrado el mayor arsenal de armas de la historia de Río: 117 fusiles junto a diverso material bélico. Entre ellas, un fusil M27 de los Fusileros Navales de EEUU.
Los autores materiales del asesinato forman parte de la Oficina del Crimen, un grupo de sicarios vinculado a una milicia del barrio Río das Pedras, de la zona oeste de Río, el mismo donde viven el chofer y testaferro de Flávio Bolsonaro, Fabricio de Queiroz, y otros asesores del hijo del presidente. Su líder -de alias “O Gordinho”, un capitán del ejército- está prófugo desde enero. La madre de este último fue hasta noviembre del año pasado asesora del hijo de Bolsonaro en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, donde el joven senador era diputado provincial.
Tanto la madre como la esposa de «Gordinho» están detenidas por haber montado una red de lavado de dinero de 7 millones de reales en torno a la oficina del diputado Flavio Bolsonaro, de la que el hijo del presidente dice «haberse enterado por la prensa» y que serviría, además de para el enriquecimiento ilícito de los paramilitares y del político, para financiar las actividades criminales del comando que ejecutó a Marielle Franco.
Preguntado por el crimen en su viaje a EEUU por una periodista, Bolsonaro dijo «¿Qué motivación tendría yo para ser el autor intelectual de un asesinato como ese?… Ni siquiera la conocía». Hay encogimientos de hombros realmente delatores.