¿Cuál dirían que es el teatro más esencial? ¿El de Els Comediants o el de Lope de Vega? Que se lo pregunten a los alumnos de Ernest Sandín, profesor de teatro en la Escuela de Teatro Joan Alabau.
Ernest Sandín es profesor de teatro en la Escuela de Teatro Joan Alabau de Alaquàs en Valencia. Tienen varios grupos, desde el de los más pequeños “Escoleta”, hasta el grupo de adultos. Pero también trabajan con AMIAR, que es el grupo de alumnos con necesidades educativas especiales. La realidad es que en todos los grupos “hay algún nano con estas necesidades”. Según Ernest, en cada caso valoran si incluirlo en el grupo de necesidades especiales o integrarlo en alguno de los demás grupos.
Trabajan durante un año, primero con dinámicas de dramatización, expresión oral y corporal, y a partir de Navidades empiezan con la preparación de la obra que acabamos representando en l’Auditori d’Alaquàs. “El teatro tiene herramientas que se trabajan de manera transversal, no solo aprendiendo un texto, sino que es muy interdisciplinar, desde trabajar con las luces a aprender a hacerlo en grupo. Aprenden cosas que les sirven individualmente como la capacidad de expresión, la autoestima… pero lo más importante es trabajar en equipo, algo que está abandonado en los colegios”. Ernest argumenta que en los colegios se orienta la educación individual del alumno, con una metodología más individualista. “El teatro te pone a prueba para gestionar tus emociones en el trabajo colectivo”. En la Escuela Joan Alabau no trabajan de forma distinta dependiendo de si es un grupo de necesidades especiales o no. “Adaptamos algunas particularidades y adelante”.
El grupo de AMIAR está formado por 14 personas que ya se conocen, y cuando llega alguien nuevo, normalmente con necesidades absolutamente diferentes a las de los demás (síndrome de Down, algún tipo de páralisis…), el proceso de integración “está muy automatizado”. En el resto de grupos las diferencias no son tan grandes. En un grupo de diversidad funcional hay que saber como moverse para que las diferencias, que son tan grandes, no sean un freno.
¿Qué tipo de obras dirían que trabajan? “Hace años que trabajamos con las obras de Tricicle, porque hemos descubierto que es un código sencillo pero a la vez muy efectivo escénicamente”. Los alumnos son capaces de comprenderlo, y con las adaptaciones necesarias, se convierten en las piezas ideales.
“Como compañía tienen la capacidad, de manera muy sencilla, de llegar de forma efectiva al espectador. Nos aprovechamos mucho de su trabajo por la relación entre efectividad escénica y sencillez”. No son espectáculos con grandes escenografías, lo que permite también gastar pocos recursos, que escasean.
Tricicle extrae el corazón de cada escena y lo deja en su mínima expresión. “Trabajan sobre cosas básicas, lo que permite a los alumnos con necesidades especiales defenderla en el escenario. He visto otros espectáculos muy chulos, pero siempre me he preguntado si los nanos estaban comprendiendo lo que estaban haciendo”.
Ernest insiste mucho en que “son nanos con una capacidad expresiva más alta de lo normal”. Y lo compara con el grupo de adultos, “no cuentan con la capacidad expresiva que tiene el grupo de AMIAR”. “Cuando se suben al escenario todo lo que hacen funciona de por sí, por eso es muy importante que comprendan lo que hacen, si representas a Shakespeare, puede que les sea mucho más difícil comprenderlo”.