«El copago sanitario es una fórmula de contención del gasto que aplican varios países europeos. Una vez más, ha sido objeto de controversia en España a raíz de las declaraciones que Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda, realizó a este periódico a principios de semana. En un contexto de grave déficit presupuestario de las comunidades autónomas, principales prestadoras de los servicios sanitarios, y de reformas económicas necesarias para contener el gasto público, Ocaña recomienda una gestión más racional de la sanidad y la posibilidad de reconsiderar el copago en el futuro»
La resolución de tales deficiencias, una mejor gestión como la que señala Ocaña y la alicación de las medidas de ahorro acordadas en marzo pasado en el pacto sanitario deberían ser la prioridad. Es desalentador que un año después se hayan aplicado tímidamente algunas medidas pero el grueso siga siendo una asignatura pendiente. Cabe exigir a los responsables políticos que se apliquen a ello, pero no rehúyan el debate sobre el eventual establecimiento de un sistema de copago, algo que habrá que hacer si sirve, precisamente, para salvaguardar en el futuro el sistema universal de salud. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Cuando alguien asegura que esto de la economía es una ciencia exacta con recetas infalibles y criterios completamente definidos, mejor mantener una reserva de escepticismo. Un caso de esta misma semana puede ilustrar sobre el asunto. Los dos grandes banqueros españoles, Emilio Botín (Santander) y Francisco González (BBVA) presentan las cuentas del año 2010. Es su momento estelar del año, además de las juntas de accionistas, para disponer de una tribuna desde la que dar su punto de vista sobre la situación económica. Ambos operan en el mismo sector, ocupa posiciones similares y los dos presiden sus respectivas entidades. Sería razonable esperar un diagnóstico común. Pues, no. Justamente lo contrario. PÚBLICO.- Un dicho común entre los expertos es que el miedo al Islam radical necesita de la (reticente) oposición a la democracia desde un punto de vista pragmático. La formulación es errónea. La amenaza general ha sido siempre la independencia. En el mundo árabe, EEUU y sus aliados han apoyado regularmente a islamistas, en ocasiones para prevenir la amenaza del nacionalismo laico. Un ejemplo muy familiar es Arabia Saudí, el centro ideológico del Islam radical (y del terrorismo islamista). Otro de una larga lista es Zia ul-Haq, el dictador más brutal de Pakistán y el favorito del presidente Reagan, quien llevó a cabo un programa de islamización radical (con fondos saudíes). Editoria., El País El copago a debate El copago sanitario es una fórmula de contención del gasto que aplican varios países europeos. Una vez más, ha sido objeto de controversia en España a raíz de las declaraciones que Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda, realizó a este periódico a principios de semana. En un contexto de grave déficit presupuestario de las comunidades autónomas, principales prestadoras de los servicios sanitarios, y de reformas económicas necesarias para contener el gasto público, Ocaña recomienda una gestión más racional de la sanidad y la posibilidad de reconsiderar el copago en el futuro. El presidente del Gobierno ha zanjado el debate de momento, asegurando que no merece la pena establecerlo por el escaso ahorro que supondría y, sobre todo, por la inequidad que generaría. Hace ya 20 años que el llamado informe Abril apuntó la posibilidad de introducir un canon que obligara a los usuarios a pagar una cantidad simbólica de carácter disuasorio por cada acto médico. También entonces se rechazó, pero lo cierto es que gran parte de las propuestas (como la de presentar facturas informativas a los usuarios) se han ido adoptado con el tiempo. Ciertamente, el copago representaría un riesgo si, tal como dicen algunos de quienes lo critican, rompiera el alto nivel de equidad del sistema español al penalizar a los ciudadanos de menores ingresos o con mayores problemas de salud. Sería aceptable, por tanto, si se pudiera aplicar sin excesivos costes administrativos adicionales y generara más equidad en vez de erosionarla. Aunque el sistema español es de una gran eficiencia y se distingue de otros por ser de cobertura universal, las listas de espera o la gratuidad de los fármacos a pensionistas y enfermos crónicos al margen de su renta ya penalizan, de hecho, a los usuarios de menor poder adquisitivo. La resolución de tales deficiencias, una mejor gestión como la que señala Ocaña y la aplicación de las medidas de ahorro acordadas en marzo pasado en el pacto sanitario deberían ser la prioridad. Es desalentador que un año después se hayan aplicado tímidamente algunas medidas pero el grueso siga siendo una asignatura pendiente. Cabe exigir a los responsables políticos que se apliquen a ello, pero no rehúyan el debate sobre el eventual establecimiento de un sistema de copago, algo que habrá que hacer si sirve, precisamente, para salvaguardar en el futuro el sistema universal de salud. EL PAÍS. 6-2-2011 Economía. La Vanguardia ¿Pero qué pasa con el decreto de las cajas? Manel Pérez Cuando alguien asegura que esto de la economía es una ciencia exacta con recetas infalibles y criterios completamente definidos, mejor mantener una reserva de escepticismo. Un caso de esta misma semana puede ilustrar sobre el asunto. Los dos grandes banqueros españoles, Emilio Botín (Santander) y Francisco González (BBVA) presentan las cuentas del año 2010. Es su momento estelar del año, además de las juntas de accionistas, para disponer de una tribuna desde la que dar su punto de vista sobre la situación económica. Ambos operan en el mismo sector, ocupa posiciones similares y los dos presiden sus respectivas entidades. Sería razonable esperar un diagnóstico común. Pues, no. Justamente lo contrario. Donde González ve la ausencia de “una reforma laboral de verdad, que cree trabajo en este país”, Botín, aprecia “unas reformas económicas magníficas”. Mientras el cántabro afirma contundente que “las dudas sobre España son absolutamente exageradas y aquí no hace falta ni rescate ni pedir ningún crédito de la UE y el FMI, ni nada”, el gallego especula que “si necesitáramos ayuda especial para arreglar nuestros problemas ¿por qué no pedirla?. Lo que hay que hacer es evitar la intervención”. Seguramente laten intereses o perspectivas diferentes en ambos banqueros. ¿Diferentes opciones de negocio? ¿Más proximidad al poder político actual en un caso y esperanzas en un pronto cambio de inquilino en La Moncloa en otro? Habrá que seguirlo. Sus puntos de vista solo coincidieron a la hora de considerar excelente la idea del Gobierno de endurecer los criterios de solvencia para las cajas de ahorros, el gran problema de la economía en su opinión. No en balde los dos financieros fueron los principales impulsores de las medidas anunciadas, y aún no aprobadas, por Elena Salgado hace dos semanas, y ardientemente defendidas por el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. También esperan ser los principales beneficiarios de la desaparición de la mayoría de las cajas que se producirá si lo anunciado por Salgado llega a ver la luz en el Boletín Oficial del Estado. Como se sabe, se trata de exigir a las cajas hasta dos puntos más de recursos propios (proporción de capital sobre activos) que a los bancos. Salgado lo ha dicho, 8% para los bancos, “9% o 10% para las cajas”, refiriéndose al tema de forma aproximativa, como si un puntillo más o menos fuera cosa baladí para las entidades afectadas. Las entidades saben que cada punto es un mundo, un montón de dinero. Pero pasan los días y el decreto, primero negado, luego anunciado, no se aprueba. Y no será por falta de urgencias. Desde los cuatro rincones del mundo financiero se ha criticado a Salgado por anunciar un ajusta tan largo como el que anunció, hasta septiembre. Incluso el Banco de España ha transmitido a las entidades que pueden recurrir al nuevo Frob, II, se le denomina, cuando quieran, que no tienen porque alargar la agonía si ya saben que necesitan una intervención a fonfo y con anestesia total. ¿Cuál es la causa pues?. Pues las propias cajas, que se niegan a morir con un decreto que las liquida sin decirlo explícitamente. El tecnicismo de los recursos propios convierte la mayoría en inviables. La Caixa no está en el grupo afectado, pero su presidente, Isidre Fainé, lo es de la Ceca, que las agrupa a todas, y sigue dando la batalla. Quien si cae de lleno en el ámbito de la medida es la CajaMadrid de Rodrigo Rato, como pusieron de manifiesto sus cuentas del 2010. Rato se puso levantisco en cuanto oyó hablar del decreto y más desde que Salgado concretó los planes y, según aseguran en los pasillos del poder madrileño, tiempo le faltó para hacérselo saber a un Rodríguez Zapatero, trastocado en reformista renacido. El problema del proyecto según el punto de vista de las cajas de ahorros no es sólo, con ser considerado muy importante, el del nivel de recursos propios, reclaman el mismo 8% que los bancos, sino el de la conversión en capital del dinero que aporte el Frob II. Pongamos unos pocos números. La Caixa valora el banco que constituirá desde la actual Criteria en unos 20.000 millones de euros. Es el primer grupo bancario en el mercado doméstico español. Las cifras avanzadas para el de CajaMadrid, hagamos un exagerado ejercicio de credulidad, hablan de unos 10.000 millones. ¿Cuál sería el valor del banco de cualquier otra entidad de menor tamaño, desde CatalunyaCaixa a las cajas gallegas, por no hablar de las más pequeñas como Unim? ¿1.000 millones? Si esa misma entidad requiriese fondos del Frob por unos 2.000 millones, ese es el import estimado para CatalunyaCaixa por la propia entidad, ¿cuál sería el porcentaje que le correspondería al Frob en el capital de la entidad afectada? Ampliamente mayoritario, es decir, el Estado prácticamente podría imponer el relevo de los gestores y tomar la dirección de las entidades para después venderlas a bancos y fondos. Es lóGco que las afectadas se resistan. LA VANGUARDIA. 6-2-2011 Opinión. Público El mundo árabe está en llamas Noam Chomsky “El mundo árabe está en llamas”, informó Al Jazeera el 27 de enero, mientras en toda la región los aliados occidentales “están perdiendo rápidamente su influencia”. La oleada de sacudidas se puso en marcha a partir del espectacular levantamiento en Túnez –que expulsó a un dictador apoyado por Occidente–, con repercusión especialmente en Egipto, donde los manifestantes superaron a la brutal Policía del dictador. Los observadores comparan estos acontecimientos con la caída de los dominios rusos en 1989, pero hay importantes diferencias. Una crucial es que no existe ningún Mijaíl Gorbachov entre los representantes de las grandes potencias que apoye a los dictadores árabes. Más bien, Washington y sus aliados mantienen el bien establecido principio de que la democracia es aceptable sólo en la medida en que responde a objetivos económicos y estratégicos: aplicarla en territorio enemigo (hasta cierto punto), pero no en nuestro patio trasero, por favor, a menos que esté ampliamente domesticado. Sin embargo, la comparación con 1989 tiene alguna validez: Rumanía, donde Washington mantuvo su apoyo a Nicolae Ceaucescu, el más terrible de los dictadores de Europa del Este, hasta que esa alianza se volvió insostenible.Después, Washington aplaudió su derrocamiento y el pasado fue borrado. Se trata de un patrón estándar: Ferdinand Marcos, Jean Claude-Duvalier, Chun Doo Hwan, Suharto y muchos otros útiles gangsters. Puede que este sea el mismo camino de Hosni Mubarak, junto con los rutinarios esfuerzos de intentar asegurar que el régimen sucesor no se desvíe muy lejos del camino aprobado. Las esperanzas actuales parecen estar puestas en el general Omar Suleimán, recién nombrado vicepresidente de Egipto y leal a Mubarak. Suleimán, durante largo tiempo jefe de los servicios de inteligencia, es despreciado por la rebelión popular casi tanto como el propio dictador. Un dicho común entre los expertos es que el miedo al Islam radical necesita de la (reticente) oposición a la democracia desde un punto de vista pragmático. La formulación es errónea. La amenaza general ha sido siempre la independencia. En el mundo árabe, EEUU y sus aliados han apoyado regularmente a islamistas, en ocasiones para prevenir la amenaza del nacionalismo laico. Un ejemplo muy familiar es Arabia Saudí, el centro ideológico del Islam radical (y del terrorismo islamista). Otro de una larga lista es Zia ul-Haq, el dictador más brutal de Pakistán y el favorito del presidente Reagan, quien llevó a cabo un programa de islamización radical (con fondos saudíes). “El tradicional argumento presentado dentro y fuera del mundo árabe es que no hay nada equivocado, todo está bajo control”, dice Marwan Muasher, antiguo diplomático jordano y ahora director de investigación sobre Oriente Medio del Carnegie Endowment. “Con esta línea de pensamiento, las fuerzas atrincheradas argumentan que los oponentes y todos los que claman por las reformas exageran las condiciones en la práctica”. Por tanto, la opinión pública puede ser rechazada. Esta es una doctrina de origen antiguo y que se generaliza a lo largo de todo el mundo, incluido el territorio norteamericano. En caso de disturbios, puede que se necesiten cambios tácticos, pero siempre con una mirada puesta en mantener el control. El vibrante movimiento democrático en Túnez estaba dirigido contra “un Estado policial, con poca libertad de expresión o asociación y serios problemas con los derechos humanos”, dirigido por un dictador cuya familia era odiada por la corrupción. Esta fue la afirmación del embajador norteamericano Robert Godec en julio de 2009 en el cable publicado por Wikileaks. Por lo tanto, para algunos expertos, “los documentos de Wikileaks podrían crear un reconfortante sentimiento entre el público norteamericano de que los diplomáticos no están dormidos en los laureles” y que los cables apoyan hasta tal punto la política de EEUU que es casi como si Obama estuviera filtrándose a sí mismo, como Jacob Heilbrunn escribe en The National Interest. “EEUU debería darle a Assange una medalla”, dijo el titular del Financial Times. El responsable de analistas de política exterior, Gideon Rachman, escribe que “la política exterior norteamericana aparece retratada como una política con principios, inteligente y pragmática… La posición pública mantenida por EEUU en cualquier tema es habitualmente también la posición privada”. Desde este punto de vista, Wikileaks socava las “teorías conspirativas” que cuestionan los nobles motivos que Washington proclama regularmente. El cable de Godec apoya ese argumento, al menos si no vamos más allá. Si lo hacemos, como el analista en política exterior Stephen Zunes informa en Foreign Policy in Focus, encontraremos que, con la información de Godec en la mano, Washington suministra 12 millones de dólares de ayuda militar a Túnez. Como suele ocurrir, Túnez fue sólo uno de los cinco beneficiarios extranjeros: Israel (de manera rutinaria); dos dictaduras de Oriente Medio, Egipto y Jordania; y Colombia, que ha tenido por largo tiempo el peor récord en derechos humanos y la mayor ayuda militar de EEUU en el continente. La afirmación principal de Heilbrunn es que los árabes apoyan las políticas de EEUU dirigidas a Irán, que fueron reveladas por los cables de Wikileaks. Rachman también se hace con este ejemplo, como los medios en general, aclamando estas alentadoras revelaciones. Las reacciones ilustran el profundo desprecio por la democracia de ciertas personas formadas. No se menciona lo que piensa la población y que es muy fácil de descubrir. De acuerdo con las encuestas publicadas por el Brookings Institution en agosto, algunos árabes están de acuerdo con los comentaristas occidentales de Washington en que Irán es la amenaza: el 10%. Por el contrario, los que consideran a EEUU y a Israel como la mayor amenaza va del 77% al 88%. La opinión de los árabes es tan hostil a las políticas de Washington que una mayoría (el 57%) piensa que la seguridad regional mejoraría si Irán tuviera armas nucleares. Por tanto, “no hay nada equivocado, todo está bajo control”, tal como Marwan Muasher describe la fantasía predominante. Los dictadores nos apoyan. Sus súbditos pueden ser ignorados, a menos que rompan sus cadenas y la política deba ser ajustada. Otra filtración también parece prestar apoyo a los entusiastas juicios sobre la nobleza de Washington. En julio de 2009, Hugo Llorens, embajador de EEUU en Honduras, informó a Washington de una investigación de la Embajada acerca de “asuntos legales y constitucionales alrededor del derrocamiento por la fuerza del presidente Manuel Zelaya”. La Embajada concluyó que “no hay duda de que el Ejército, la Corte Suprema y el Congreso Nacional conspiraron el 28 de junio en lo que constituyó un golpe de Estado ilegal e inconstitucional contra el Ejecutivo”. Muy admirable, excepto que el presidente Obama procedió a romper con casi todos los latinoamericanos y europeos al apoyar al régimen golpista y sobreseer las consecuentes atrocidades. Quizás la revelación más destacada de Wikileaks es una relacionada con Pakistán, reseñada por el analista de política exterior Fred Branfman en Truthdig. Los cables revelan que la Embajada de EEUU también es consciente de que la guerra en Afganistán y Pakistán no sólo intensifica el creciente antiamericanismo, sino también “los riesgos de desestabilizar el Estado paquistaní” e incluso elevar la amenaza de la máxima pesadilla: que las armas nucleares puedan caer en manos de terroristas islámicos. De nuevo, las revelaciones “deberían crear un sentimiento reconfortante… de que los diplomáticos no están durmiéndose en los laureles” (en palabra de Heilbrunn), mientras Washington camina incondicionalmente hacia el desastre. PÚBLICO. 6-2-2011