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Los Veintisiete han decidido acogerse a la flexiseguridad. La idea es introducir más flexibilidad en el mercado laboral, es decir, simplificar la contratación y el despido sobre la base de impulsar la competitividad y «sanear la economía».
Todo suena muy bonito, salvo orque, por otra parte, supuestamente como contrapartida debe la existir de un sistema de seguridad social estable y generoso. Tales como salarios buenos en caso de despido, ayudas estatales para los parados, cobertura social y reinserción rápida en el mercado laboral. Cómo en España ¿verdad? Elementos que, si alguna vez han existido en los estados del bienestar más desarrollados, con la crisis tienden a extinguirse a marchas forzadas. La introducción de la “flexiseguridad” obliga a preguntarnos sobre el futuro político y económico de la UE ¿Estamos ante el inicio de severos recortes del estado de bienestar? ¿Qué nuevo mercado europeo se está configurando? En ese sentido también una de las resultantes de la última Cumbre es la incertidumbre sobre el Fondo Social Europeo de 19.000 millones de euros, de los que unos 2.300 millones corresponderían a España. Alemania se niega a hacerlo efectivo y ha quedado fuera de las conclusiones de este Consejo Europeo. Por último, en el caso español la “flexiseguridad” (aplicar la flexibilización del despido como solución ante el desempleo) está caduca de tanto usarse. No queda mucho que “flexibilizar”. España no sólo es uno de los países de la UE con menor gasto social, mayor precariedad y es también el responsable de la mitad del paro en toda la UE durante este año. Salta a al vista que las “recetas” europeas no sirven para el caso español, aunque no sería de extrañar que nuestro gobierno se justificara en las conclusiones de la última Cumbre para precarizar, aún más, el mercado laboral español.