El caso Vic

El color de clase del racismo

Si usted es un trabajador inmigrante sin papeles ante la ley, pero con fuerza de trabajo para vender en el mercado, y además tiene la desgracia de vivir en la localidad catalana de Vic, gobernada por CiU, el PSC y ERC, o en la madrileña de Torrejón, gobernada por el PP, ni sus hijos podrán asistir a la escuela, ni usted ni los suyos podrán ser atendidos de sus enfermedades en el ambulatorio. A medida que la crisis reduce la cantidad de riqueza a repartir, el gran capital busca apropiarse de una mayor parte de ella, sacándola, en primer lugar, de la parte que hasta ahora se llevaba el trabajo asalariado. A esto la izquierda bienpensante de nuestro paí­s le llama agudización «de la competencia entre los más menesterosos».

No es racismo, es suerexplotación ¿Competencia entre los más menesterosos? ¿Racismo? ¿Xenofobia? Hacia ahí es donde quieren que dirijamos nuestra mirada. Pero si queremos llamar a las cosas por su nombre, estamos ante un peldaño más, ante una nueva vuelta de tuerca en la superexplotación del sector más desprotegido de la clase obrera, a la que se busca devolver a unas condiciones de vida y de trabajo parecidas a las de la industria textil del Manchester de principios del siglo XIX.No es en absoluto casual que la ‘audaz’ medida contemplada por el Ayuntamiento de Vic, denunciar a la policía a los inmigrantes sin papeles que soliciten el empadronamiento, primer paso imprescindible para iniciar su regularización, haya surgido precisamente ahora. Con la crisis, a la clase dominante le sobran trabajadores inmigrantes legales, al régimen político potenciales bolsas de miseria y a los gobernantes centrales, regionales o locales, población a la que destinar recursos sociales.Si al resto de la población nos están preparando un drástico ajuste, a este sector de nuestra clase proyectan condenarla directamente al infierno. ¿O cómo se puede calificar si no la existencia de un trabajador inmigrante sin papeles y sin perspectiva de tenerlos, obligado a vender en la “clandestinidad” su fuerza de trabajo por lo “que quieran pagarle”, puesto que no tiene acceso a ningún otro recurso y la única alternativa es la expulsión? Pero de las terribles consecuencias que una medida así puede tener sobre centenares de miles de trabajadores y sus familias, no dicen una palabra los telediarios de Zapatero. Todo por los beneficios de Botín Para que el Estado pueda hacer frente al ingente endeudamiento público necesario para rescatar a la banca y mantener los beneficios de Botín y los suyos, es imprescindible no sólo rebajar salarios y pensiones y subir impuestos, sino también recortar drásticamente los gastos sociales.En este sentido, la iniciativa del ayuntamiento de Vic no es sino la punta de lanza, la manifestación más visiblemente abyecta del proyecto de esta gente. Para que ellos puedan concentrar más riqueza en sus manos, nosotros debemos volvernos un 30% más pobres.Aunque ello exija que los hijos de los inmigrantes sin papeles no tengan acceso a la educación elemental o a la sanidad pública.No estamos ante un problema de racismo, sino ante una cuestión de clase. Y no afecta sólo a los sectores más desfavorecidos de nuestra clase, sino a todos nosotros. Es necesario alertar y dar conciencia de ello.Como decía Bertold Brecht ante el ascenso del nazismo en la Alemania de los años 30: “Primero vinieron a por los comunistas, pero yo no me preocupé porque no era comunista. Después vinieron a por los socialistas y los sindicalistas, y yo no me preocupé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron a por los judíos, y tampoco dije nada porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera salir en mi defensa”. Con esta medida han dado el pistoletazo de salida para ir a por los trabajadores inmigrantes sin papeles. Después irán a por los que sí tienen papeles. Más tarde a por todos los demás. ¿Vamos a permanecer impasibles frente a ello? Culpables y cómplices Que lo de Vic no es un caso aislado ni fruto de la presión de la extrema derecha como quieren justificarlo, lo pone claramente de manifiesto la reacción de los grandes partidos parlamentarios. CiU, explícitamente, y el PP, vergonzantemente, apoyan la medida del alcalde de Vic.Para lo que han contado inmediatamente con la demagógica colaboración de grandes medios de comunicación que, como El Mundo, se han lanzado inmediatamente a acusar de “fomentar el odio a los extranjeros” a quienes rechazan poner “un orden razonable en la inmigración”.El gobierno Zapatero dice que el ayuntamiento de Vic tiene que ajustarse a la actual ley, pero no dice nada de tomar medidas contra sus concejales que han votado a favor de la medida y que participan del gobierno municipal.Los de Esquerra, por su parte, ante el clamor de ira popular que la medida ha levantado, callan como bellacos.Lo que unos y otros revelan con su actitud es que, como miembros ‘responsables’ del régimen político oligárquico, están dispuestos a llegar hasta donde haga falta en la defensa de los intereses y el proyecto de sus patrocinadores bancarios.Nosotros, por nuestra parte, debemos utilizar la justa indignación popular que una medida así ha levantado para elevar la denuncia contra el proyecto general de superexplotación y expolio de la población en el que quieren embarcarnos, y contra el gobierno y el régimen político que lo ampara y lo promueve.Educando y dando conciencia al mismo tiempo de que, española o extranjera, somos una misma clase obrera. Con unos mismos intereses fundamentales. Una misma lucha contra la explotación capitalista y contra las leyes y medidas que pretenden empeorar nuestras condiciones de vida y trabajo. Y un mismo destino de libertad y emancipación en el socialismo y el comunismo.Rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, estar contra el racismo sin estar contra el capitalismo, equivale a reclamar una parte de la ternera y oponerse a sacrificarla. De esto es de lo que tenemos que tomar conciencia los elementos más adelantados y combativos del pueblo.

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