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El CIS anuncia un seí­smo que da por finiquitado el bipartidismo

EL RESULTADO del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado ayer confirma oficialmente que España vive una transformación sociopolítica sin parangón desde el hundimiento de la UCD. Todos los indicadores ratifican la consolidación de Podemos como alternativa de Gobierno en clara competencia con PP y PSOE. El meteórico ascenso de la formación que lidera Pablo Iglesias supondría, de confirmarse, la voladura del modelo bipartidista sobre el que se ha sustentado la democracia en nuestro país.

En «estimación de voto» el PP (27,5%) continúa teniendo una precaria ventaja respecto del PSOE (24%) y Podemos (22,5%). Pero en «intención directa de voto» esta relación de fuerzas se invierte, de tal modo que el partido de los círculos se convertiría en la primera fuerza con un 17,6%, seguida del PSOE (14,3%) y del PP (11,7%).

Todos los partidos acusarían de un modo u otro el terremoto Podemos, que se llevaría por delante a IU (4,8% en intención de voto) y relegaría también a un papel muy secundario al regeneracionista UPyD (4%). La división del mapa político en tres grandes bloques -más un cuarto con el resto de partidos- dejaría al PP en soledad frente a la mayoría formada por las formaciones de izquierdas. El barómetro del CIS proporciona una sensación agridulce a los socialistas, pues si bien Pedro Sánchez es el segundo político mejor valorado -no han preguntado por Pablo Iglesias- el PSOE dejaría de ostentar la hegemonía de la izquierda.

Por lo que se refiere a las causas de esta convulsión del mapa político, hay que subrayar el malestar por la crisis y los recortes pero, sobre todo, la decepción que han generado los grandes partidos, que son vistos como representantes de la vieja política por su incapacidad para reaccionar ante los casos de corrupción. De hecho, resulta significativo que el número de españoles que considera «muy mala» la situación económica (42%) sea inferior al de quienes atribuyen esta pésima valoración a la situación política (49,5%). Y eso que el desempleo es señalado por el 76% de los encuestados como el principal problema, un porcentaje que dobla casi el de quienes ponen la corrupción (42%) en el primer lugar de sus preocupaciones.

El partido del Gobierno focaliza principalmente el malestar ciudadano hacia la clase política. Así, siete de cada 10 españoles descalifica la acción del Gobierno y un 60% asegura que «nunca» votaría al PP, una animadversión mucho mayor que la que merece el PSOE (42%) pese a que su labor en la oposición también defrauda a seis de cada 10 encuestados.

Los dos grandes partidos deberían tomar buena nota de este barómetro y acometer urgentemente la regeneración que reclama la sociedad. Aunque, a tenor de las primeras valoraciones de los dirigentes políticos sobre este sondeo, no cabe aguardar grandes cambios. Que no hay mejor ciego que el que no quiere ver lo demostró ayer el portavoz popular, Carlos Floriano, quien directamente no citó la corrupción como causa de la debacle que vaticina el CIS a su partido. Por lo que refiere al PSOE, Pedro Sánchez se consoló con su buena valoración para restar importancia a la subida de Podemos.

Las casi 2.500 entrevistas en que se basa el macrosondeo se realizaron en pleno escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid; falta mucho para unas elecciones generales; el fenómeno Podemos es novedoso y hay un 19,5% de indecisos. Todas éstas son circunstancias deben tenerse en cuenta, pero en modo alguno ponen en cuestión que el barómetro pronostica un verdadero seísmo en la vida nacional.

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