Cine

El cine español invisible

46 de las pelí­culas españolas producidas el pasado año ni siquiera han llegado a estrenarse. Los productores afirman el absurdo de que «en España se produce demasiado», una sentencia que el Ministerio acoge con los brazos abiertos. Pero la realidad es que las salas de exhibición se encuentran completamente monopolizadas por distribuidoras especialmente interesadas a dar difusión al cine norteamericano, por malas que sean algunas de sus producciones. El director del ICAA, Ignasi Guardans, propone una nueva medida: menos pelí­culas pero con más financiación, al estilo de las superproducciones. ¿Es esta la solución? ¿Qué pasa con todo el cine que ya se ha producido y acumula polvo en un cajón?

Sin embargo, el esíritu de los tiempos contradice a políticos y productores. No es sólo que ese 5% que las televisiones deben invertir en cine nacional desde 1999 haya llevado a la producción española a niveles inéditos en su historia, algo que pese a lo que algunos se empeñen en afirmar, siempre es una buena noticia, sino que la cámara digital ha abaratado los costes de producción enormemente (un dato que en si mismo va en contra de la propuesta de Guardans). Una nueva generación de directores filma bajo la consigna del “coge la cámara y graba”, lo que les otorga un ventajoso nivel de independencia respecto a los filtros de las grandes productoras y las manidas subvenciones. Lógicamente, el problema siempre llega a la hora de encontrar un sitio donde exhibir esas producciones (y no digamos ya rentabilizarlas). La monopolización de las distribuidoras y las omnipresentes multisalas franquicia –que están engullendo por completo a los cines pequeños que antaño florecían en nuestras ciudades-, es el verdadero embudo por el que pasa el cine español, y ningún político ni productor habla de eso, sólo de recortar dinero para los jóvenes creadores, para dárselo a los grandes productores. De nuevo el Robin Hood a la inversa. Es precisamente en los museos donde está encontrando su lugar buena parte de la producción audiovisual española que no lo halla en unas salas de exhibición cada vez más atomizadas en los centros comerciales. Bajo el nombre de Visto y no visto, el crítico y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Antonio Weinrichter, ha programado en el Museo Reina Sofía de Madrid una veintena de filmes que no se han estrenado comercialmente o que lo han hecho de tal manera que no han superado el millar de espectadores. Es una solución, aunque no la definitiva, pero sin duda una gran iniciativa la de dar un escaparate libre a todo ese cine que se hace al margen de la industria, asfixiado por los monopolios, y que en la mayoría de ocasiones nos ofrece guiones especialmente interesantes por sus temáticas alejadas de los cánones comerciales impuestos por las grandes productoras. Es el caso del valenciano Sergio Candel (Manises, 1972), que en los últimos cinco años ha producido hasta cuatro largometrajes, todos ellos sin recibir ni un duro del ICAA ni de las televisiones. Solo una de ellas se ha estrenado en cines comerciales, Dos miradas, y sólo 282 personas pagaron por verla. Sin embargola película estuvo en cuarenta festivales nacionales e internacionales, donde recibió premios desde Nueva York hasta el Cinema Jove de Valencia. Candel será uno de los que estrenará una de sus obras inéditas en este ciclo, la titulada Historia de un director idiota.Visto y no vistoMuseo Nacional Centro de Arte Reina SofíaDel 22 de junio al 10 de Julio

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