Selección de prensa nacional

El chivo expiatorio de la crisis

Vaya dos dí­as de ira que lleva ABC. Si ayer el diario conservador arremetí­a contra el CIS, acusándolo poco menos que de manipular los sondeos de opinión para presentar una encuesta con resultados no demasiado desfavorables al gobierno, hoy lo hace contra los trabajadores de IVECO y otras grandes empresas del cinturón madrileño que se manifestaron en las puerta del parlamento regional.

La ira de ABC, en realidad, tiene su razón de ser. Lo que enfurece a sus editorialistas –cada vez más alineados con Eseranza Aguirre tras el fulminante despido de su anterior director, José Antonio Zarzalejos– es que en una situación de crisis aguda, con más de 4 millones de parados y un evidente clima de malestar social que va ganando las calles, el PP no sólo no consiga desbancar al PSOE en la preferencia política de los ciudadanos, sino que incluso siga por detrás, aunque sea mínimamente, del partido del gobierno. Y encima ayer, los trabajadores de Iveco-Pegaso, Arcelor-Mittal y BP Solar, pendientes de sendos expedientes de regulación de empleo, tomaron como blanco al gobierno regional madrileño por considerar que no está tomando ningún tipo de medida o iniciativa para frenar las intenciones de las empresas. No les falta razón a los editorialistas de ABC en denunciar la utilización política que tanto los diputados del PSOE madrileño como los dirigentes sindicales han podido hacer del acto. Sin embargo, quedarse en esto es apenas arañar la superficie del asunto. El problema en todo caso –tal y como afirma el periodista Juan Ojeda en el artículo del Correo de Andalucía que reproducimos más abajo– es que ambos hechos, la encuesta del CIS y la manifestación de los trabajadores madrileños, responden a un mismo problema: la creciente desconfianza de una gran parte de los ciudadanos ante un modelo político en el que no ven forma de hacer oír su voz ni que sus intereses y demandas se vean representadas. Desconfianza que se manifiesta en el hecho de que, por más desgaste que sufra el gobierno por la crisis –y lo está sufriendo –el PP es incapaz de capitalizarlo porque a los ojos de un gran parte de la población aparece como “la otra cara” de una única moneda, de una misma política. La otra cara que, además, siendo en los hechos lo mismo, se presenta aún como más áspera y desabrida todavía. Editorial. ABC EL CHIVO EXPIATORIO DE LA CRISIS LAS violentas protestas de trabajadores ante la sede de la Asamblea de Madrid constituyen un episodio que no debería menospreciarse como coyuntural o aislado. Se trata de una muestra sintomática del acoso obsesivo y cada día más antidemocrático de sectores de izquierda contra el Gobierno popular de Madrid y, en general, de la estrategia de convertir al centro-derecha en el chivo expiatorio de la crisis económica, la destrucción masiva de empleo y el rechazo mayoritario a la gestión del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Sólo en este contexto de pura y simple algarada tiene explicación el hecho de que, azuzados por los sindicatos, unos cientos de trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo se concentren ante la Asamblea madrileña y lancen objetos contra su sede mientras en su interior se celebraba un pleno. España es el único país de Europa en que los sindicatos mayoritarios se manifiestan por la crisis contra la oposición, y no contra el Gobierno. Más inexplicable es que, si salen a la calle, como el pasado 1 de mayo, no lo hagan para denunciar la responsabilidad política del Gobierno con la tasa de paro más alta de la Unión Europea, sino para cargar contra el PP. El sindicalismo español debe ser consciente de estar actuando como terminal del PSOE, con un claro propósito conjunto de impedir que la crisis económica pase factura electoral al Gobierno socialista. Para lograr este objetivo los sindicatos mayoritarios no dudan en pervertir su función representativa y de defensa de los trabajadores y en manipular los sentimientos de los desempleados, mientras se mantiene intacta su financiación pública. Además, es un despropósito que se obcequen en atacar al Gobierno de una comunidad autónoma que, como Madrid, tiene una tasa de paro cuatro puntos por debajo de la media nacional. Con este rasero, ¿qué deberían hacer entonces los sindicatos en aquellas autonomías gobernadas por el PSOE donde la tasa de desempleo supera de forma endémica el 20 por ciento? La convergencia de esta táctica de agitación sindical con los intereses electorales del PSOE -ahí está la cita de las elecciones europeas- es cada día más patente y el riesgo es que se incremente a medida que se agrave la crisis. Ante el debate sobre el Estado de la Nación y los comicios europeos, a la izquierda le viene bien que la tensión social, aunque esté teledirigida, cargue contra la derecha. Rodríguez Zapatero pidió «cariño» a UGT, pero lo que la clase sindical le está dando es mucho más. Es el encubrimiento del fracaso político del Gobierno ante los insuficientes, por no decir nulos, resultados de sus medidas de estímulo del empleo. En justa correspondencia, los diputados del PSOE en la Asamblea de Madrid abandonaron el pleno que estaba siendo boicoteado con insultos y amenazas por parte de trabajadores invitados al acto. Los parlamentarios socialistas exhibieron así su predisposición a instaurar la bronca extraparlamentaria como método de oposición a un gobierno autonómico al que se ven incapaces de doblegar en las urnas. Si esta tentación extremista se convierte en hábito, el PSOE contraerá una responsabilidad directa por la degradación del sistema democrático y hará evidente su doble rasero moral cada vez que reclame al PP que «arrime el hombro», mientras secunda o disculpa, según convenga, actos de coacción contra este partido, algo inadmisible en una sociedad moderna. ABC. 9-5-2009 Opinión. Estrella Digital EL PERSONAL ESTÁ HASTA EL GORRO F. González Urbaneja El barómetro del CIS de abril, que es uno de los mejores estudios de opinión disponibles, propone que la intención de voto está en empate para los dos grandes partidos y con suelo para ambos cerca del 40%, lo cual significa estabilidad y emoción. Pero el sondeo del mes dice más cosas interesantes. Entre ellas la primera es que el personal está enfadado, disgustado y pesimista. Y además poco movilizado, que puede ser lo más tranquilizador para esta élite dirigente que nos aburre. Los ciudadanos ven la situación económica entre mal y peor, menos del 4% la ve bien, menos del 6% mejor que hace un año. Y sólo el 21% espera mejora para dentro de un año. Y respecto a la situación política, las impresiones son algo menos pesimistas, pero también malas en su conjunto. La valoración de los líderes políticos sigue a la baja, los dos principales suspenden y bajando nota; y los demás, sometidos a menos desgaste, van parecido. De los ministros sólo superan el cinco dos ministras y los nuevos no pasan de la medianía. Que la oposición salga peor valorada que el Gobierno es otro indicador para la desesperanza, ya que parece querer decir de que ni contigo ni con otro tienen mis males remedio. Las preocupaciones de los españoles están perfectamente centradas e identificadas: el empleo y la situación económica. Les preocupa en términos generales, como problema nacional y también en lo concreto y personal, y no estiman que su preocupación coincida con las ocupaciones del Gobierno, lo cual explica el desencanto. Más de la mitad dicen que de política no hablan ni en casa, ni con los amigos, ni en el trabajo. Y partidos y organizaciones no interesan ni siquiera al 5%. Alguno dirá que siempre ha sido así, pero va a menos, va a peor. Son datos como para preocupar, los de una sociedad desesperanzada y, quizá derrotista, mal equipada para afrontar una crisis y, desde luego, mal dirigida. Esto es lo que hay y, mientras, a los que gobiernan no se les ve muy preocupados. A ellos no les va mal, en el Gobierno o en la oposición, cada acera tiene sus ventajas. ESTRELLA DIGITAL. 9-5-2008 Opinión. El Correo de Andalucía ESTAMOS EN DEFLACIÓN POLÍTICA Juan Ojeda Las encuestas, incluso las del CIS –o especialmente las del CIS– sirven para lo que sirven. Es decir, para lo que cada uno quiere que sirvan. Los afectados, en este caso los partidos y los líderes políticos, aceptan los resultados en función de si quedan bien, mal o regular (…) Viene esto a cuento del último barómetro del CIS, dado a conocer el pasado jueves, y que refleja una intención de voto al PSOE 8 décimas superior a la del PP –40,8 a 40– lo que supone un empate técnico, aunque refleja un ligerísimo despegue de los socialistas, que en el mes de octubre del año pasado, según el mismo barómetro, estaban exactamente al mismo nivel de intención de voto que los populares, con 39’7 para cada uno. En lo que respecta a la valoración de líderes, no hay uno solo que alcance el aprobado, con la peculiaridad de que Rosa Díez, se coloca en segundo lugar, detrás de Zapatero. Como decía al principio cada uno le dará a la encuesta, como ya se lo está dando, el valor y la credibilidad que más le convenga, sobre todo cuando se conocen otras encuestas con resultados diferentes. O sea, lo normal. Pero lo que sí debería preocuparles a todos es que, en unos momentos en que se vive la mayor crisis económica conocida por los españoles en los últimos 50 años, y percibida como auténtica angustia general, la opinión pública tenga divididas, casi por igual, sus preferencias –sus renuentes preferencias– entre gobierno y oposición. Esto quiere decir, ni más ni menos que carecemos de un liderazgo claro que concite la confianza y la esperanza de los españoles. Me atrevería a decir, con perdón de los más insignes analistas, que estamos en deflación política porque, al igual que ocurre con la económica –es decir, que caen los precios pero nadie compra– da la impresión de que falta confianza en el mercado político. Y la falta de confianza, en la economía y en la política, es el mayor obstáculo, más que la liquidez, para salir de una crisis como esta. Así que, a riesgo de equivocarme –qué le vamos a hacer– insisto en que estamos en deflación política. EL CORREO DE ANDALUCÍA. 9-5-2009

Deja una respuesta